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"Las sesiones". Asistentes sexuales:Complemento a la publi de Migue...

Las sesiones, fue la peli que os comenté que vi el domingo en el cine de verano.
Al igual que hace algún tiempo os recomendaba el filme Intocable, hoy lo hago de idéntica manera con esta que aunque da la impresión que son temas parecidos, los enfoques son distintos y tratados desde perpestivas diferentes aunque igual de interesantes ambas. Merecerían estar en vuestro listado de películas pendientes. ¡si es que no las
habeis visto ya...!
Las sesiones, ganó los premios del público del Festival de cine de Sundance y de San Sebastián en 2012.
Un tema delicado, planteado con sensibilidad y enriquecido por un reparto inmejorable. Rezuma frescura por la pareja protagonista pero también aparece la inteligencia y sensatez de su texto. Bien urdida a dos niveles, el físico y el espiritual. Sexo complejo. el pudor disfrazado de condescendencia con que podría tratarse el tema es sustituido por buenas dosis de franqueza y ternura. creando empatía sin caer en falsos sentimentalismos. Transcurre en equilibrio perfecto entre la ironía, la incorrección política y la emoción; nos conmueve y a la vez divierte, mostrando estampas sutiles, poéticas, realistas, complejas, emocionantes y creíbles; Llena de ternura y humor asociada a una controvertida temática, trata la intimidad con una espontaneidad y una honestidad muy poco frecuente, es divertida, emocionante y vital.
Sinopsis: Inspirada en los escritos autobiográficos del periodista y poeta Mark O’Brien, Las sesiones cuenta la historia de un periodista y poeta (John Hawkes), postrado en un pulmón artificial, que decide perder la virginidad a los 38 años con una terapeuta sexual (Helen Hunt). Con el respaldo de dos actores que hacen de la desnudez (física y emocional) la clave del éxito del film, Lewin acierta al canjear las variables de la sensiblería, las trampas emocionales y la compasión por la naturalidad, la contención emocional, el humor y la relativización del drama.
Mark O’Brien sufrió la poliomielitis en su infancia y vivió postrado en una cama y dependiendo la mayor parte del día de un respirador artificial.
La propuesta profesional de tener que escribir un nuevo artículo sobre el sexo en las personas con discapacidad, le llevaría a conocer a una terapeuta sexual en la que Mark verá, al fin, su oportunidad para descubrir su sexualidad. ...
Las sesiones
Por Rafael Arias Carrión
Manual de sexualidad
Digámoslo desde el principio, Las sesiones, por encima del retrato de un tetrapléjico, es una esclarecedora película en materia sexual. Hay que entender la empatía inicial del director Ben Lewin hacia el texto de Mark O’Brien que dio origen a Las sesiones. Su origen está en un artículo escrito por Mark en 1990, con el título de “On Seeing a Sex Surrogate”, y que publicó en la revista literaria The Sun. El periodista y poeta O’Brien vivió hasta su muerte en 1999, a los 48 años de edad, encapsulado en un pulmón de acero debido a una poliomielitis contraída en su infancia; el director Ben Lewin padeció la misma enfermedad y pasó encapsulado en un pulmón de acero un breve tiempo, pudiendo finalmente recuperar la movilidad de cintura para arriba y parcialmente de sus miembros inferiores. Más allá de ello afronta la dificultad de llevar a imágenes lo que Mark O’Brien relató en su texto, que es la necesidad de tener relaciones sexuales como forma de realizarse como un ser humano pleno, pese a los condicionantes sociales y a los condicionantes personales del mismo Mark, especialmente su confesión católica.

Sobre la vida profesional, individual y espiritual de Mark O’Brien ya hay un antecedente en imágenes. Me refiero al documental de Jessica Yu Breathing Lessons: The Life and Work of Mark O’Brien (1996), que relata, en primera persona, las dificultades del poeta de salir adelante, el agradecimiento a sus padres; sus opiniones sobre la eutanasia, la sexualidad, la religión, el arte; su trabajo como periodista, dictando sus textos al principio y luego tecleándolos con un palo en la boca. Nada de eso está en Las sesiones, ya que ésta se centra en un episodio capital de la vida de Mark O’Brien, su deseo de perder la virginidad y de disfrutar del sexo. Por eso Las sesiones no es una película conmovedora sobre la superación de un discapacitado que ofrezca, a la salida del cine, dosis de buena conciencia a cada espectador. ¡Menos mal!

Lo que se agradece de esta película es que el relato en primera persona que ofrecen tanto el texto original como el documental citados aparecen en esta película subordinados a la presencia de un sacerdote como confesor, personaje creado ex profeso para la película y que conlleva una circunstancia singular y efectiva. El sacerdote resulta el catalizador, el que escucha y con sinceridad acepta esa necesidad sexual de Mark y los consiguientes episodios, las sesiones del título, que conforman la película. Cinematográficamente esas confesiones resultan ser flashbacks en donde se nos relatan las consultas que tuvo Mark con Cheryl, una asistenta sexual, quien poco a poco le fue haciendo partícipe y conocedor de su propio cuerpo, eliminando sus prejuicios y sus límites, y consiguiendo que su rostro y su pene fueran capaces de producir y dar placer.
El efecto de esa particular odisea en el espectador no reside, por tanto, en su personaje principal. Hemos visto a muchos discapacitados capacitados para muchas cosas. Lo más interesante de la película son dos hechos: en primer lugar, los dos personajes que acompañan a Mark, el sacerdote y la asistenta sexual. El primero, excelente como siempre William H. Macy, que escucha y nunca impone, comprende y hace valer esa comprensión, disfruta con humor del relato y por qué no, podría imaginar lo que en realidad vemos. La segunda, excelente como nunca la he recordado, Helen Hunt, una asistenta sexual para discapacitados que se diferencia de una prostituta porque «una prostituta quiere que vuelvas, yo no». Pero dejando aparte esa diferencia resulta esclarecedor que el oficio más viejo del mundo también tiene su virtud social que pocos han querido ver y que señala una película tan reciente como Hasta la vista (Geoffrey Enthoven, 2011), pues es universal la necesidad de todas las personas de descubrir y disfrutar de la sexualidad.

En segundo lugar resulta refrescante la forma de abordar el sexo con bastante claridad, como si fuera un manual para todos aquellos que quieran disfrutar del mismo. La objetividad de las notas que graba en su magnetófono Cheryl y los precisos pasos que da resultan ser un proceso de iniciación sexual nada engominado y meridianamente claro, dejando en evidencia que se puede hablar de sexo sin tapujos, separando sin ambages sexo y amor, así como matrimonio y procreación.

Por ello, el director Ben Lewin hace un alarde equilibrista para conjugar escenas de sexo singulares, narradas a un sacerdote católico y con la sensación de no molestar a nadie. ¿Será por la presencia incómoda de un parapléjico que nos hace pensar que todo es posible y nos parece tan lejano como un cuento de hadas? Hace años vimos a Christy Brown, el pintor protagonista de Mi pie izquierdo (My Left Foot: The Story of Christy Brown, Jim Sheridan,1989), que aullaba por sus necesidades sexuales. Ahora, con Mark O’Brien estamos obligados a mirar de frente esa necesidad, ese disfrute de la sexualidad de aquellos con dificultad para moverse de forma autónoma. Pero quizá el paso decisivo, poco probable en tiempos tan mojigatos, sería ver una película protagonizada por un hombre sin discapacidad evidente y una trabajadora sexual y, mucho menos, por una mujer y un prostituto.
miradas de cine
Revista de actualidad y análisis cinematográficonet nº 130 enero 2013. http://www.miradas.net/2013/01/actualidad/criticas/las-sesiones.html
Datos de Wikipedia: Mark O'Brien (Boston, 31 de julio de 1949 - Berkeley, 4 de julio de 1999) fue un periodista y poeta discapacitado estadounidense, destacado activista en favor de los derechos de los discapacitados.

Biografía[editar]Aunque nació en Boston, se crio en la costa oeste, en Sacramento. Durante su infancia padeció una severa poliomielitis, por la cual quedó parapléjico y confinado toda su vida junto a un pulmón de acero en Berkeley, California. Sin embargo, se matriculó en la Universidad de California (1978) y allí fue corriente verlo en su camilla eléctrica cuando se desplazaba entre el campus y el pequeño apartamento donde guardaba su pulmón de acero, sin el cual apenas podía permanecer respirando unas horas. En 1982 logró licenciarse en literatura anglosajona y, tras repetidas solicitudes, fue admitido en la Escuela de Periodismo de Berkeley, sentando un precedente que ayudó a otros solicitantes con discapacidad grave a acceder a las universidades estatales.

Su trabajo fue publicado por primera vez en 1979, cuando Co-Evolution Quarterly imprimió su ensayo sobre la vida independiente. Sandy Close, directora ejecutiva de Pacific News Service, vio el artículo y contrató a O'Brien como corresponsal. A pesar de sus limitaciones físicas pudo producir sus poemas y artículos y cofundó en 1997 una pequeña editorial dedicada a la difusión de poesía escrita por personas discapacitadas, "Lemonade factory". Escribió varios poemarios, entre ellos Breathing ("Respiración"), y una autobiografía, How I Became a Human Being: A Disabled Man’s Quest for Independence o "Cómo me convertí en un ser humano: aventuras de un discapacitado en busca de independencia". Afirmó que su fuerte fe católica le ayudó a sobrellevar su estado y tenía dos grandes pasiones: Shakespeare y el béisbol.

Películas sobre su vida: Su personaje fue llevado al cine en dos ocasiones. En Breathing Lessons: The Life and Work of Mark O'Brien (1997), un premiado corto documental de Jessica Yu, y en Las sesiones, dirigida por Ben Lewin e interpretada en su papel principal por John Hawkes, quien ganó los premios del público del Festival de cine de Sundance y de San Sebastián en 2012. Esta película se funda en su mayor parte en su ensayo "On Seeing a Sex Surrogate", aparecido en la revista Sun en 1990.
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