Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

HABÍA UNA VEZ UN NIÑO QUE VIVÍA EN UN PUEBLO PEQUEÑO, A ORILLAS DE UN MAR GRANDE Y DISTANTE.

AL NIÑO LE GUSTABA SU PUEBLO. POR SUS CASAS BAJAS DE TECHOS DESPAREJOS.

POR SUS ÁRBOLES ALTOS Y SUS VIENTOS SERENOS.

POR EL SOL SIEMPRE SONRIENTE EN LAS CALLES DE TIERRA TRANQUILA.

TODAS LAS MAÑANAS EL NIÑO ACOSTUMBRABA CAMINAR POR LA PLAYA. ENTONCES, SUS SUEÑOS REMONTABAN OLAS Y SE DESCUBRÍA SALVANDO PRINCESAS O NAVEGANDO ALGÚN OSCURO

BARCO PIRATA.

EN REMOLINOS DE SAL Y DE ESPUMA TAMBIÉN LLEGABAN A VECES LAS PREGUNTAS.

¿QUÉ FUERZA EMPUJA EL VIENTO?

¿DÓNDE CAEN LAS ESTRELLAS DESPUÉS DE RECORRER EL CIELO?

¿QUÉ REPITEN EN SECRETO LOS CARACOLES?

EL MAR LE DEVOLVÍA EN ECOS LAS PREGUNTAS.

APAGADAS POR EL VIENTO.

ENTIBIADAS POR EL SOL.

REVIVIDAS POR LA LLUVIA.

UNA MAÑANA CLARA DE SEPTIEMBRE SALIÓ A CAMINAR MÁS TEMPRANO QUE DE COSTUMBRE. AL CRUZAR LOS PRIMEROS MÉDANOS, LO VIO.

UN CIELO DE ESTRELLAS DE MAR HABÍA SIDO ARROJADO A LA PLAYA.

LAS HABÍA POR MILES. ROJAS DE FUEGO, DE UN PÁLIDO NARANJA, DE UN VERDE HÚMEDO O DE ROSA ILUSIONADAS, FRÁGILES, SEDIENTAS, ABANDONADAS...

Y ES SABIDA SU NECESIDAD DE AGUA, Y LO EFÍMERO DE SU EXISTENCIA FUERA DE ELLA...

EL NIÑO CAMINÓ SIN PRISA Y SIN PAUSA. DEMASIADAS ESTRELLAS PARA PODER RESCATARLAS...

DEMASIADA PENA PARA PODER APLACARLA...

CUANDO ALZÓ SUS OJOS, EL HORIZONTE LE DEVOLVIÓ CONFUSA UNA SILUETA QUE SE MOVÍA FRENÉTICA, UNA Y OTRA VEZ, DE LA ORILLA HASTA LA ROMPIENTE, Y DE LA ROMPIENTE

A LA ORILLA. CAMINÓ HACIA ELLA.

EL ANCIANO, DE ROSTRO CANSADO Y DE PASO ÁGIL, DE PELO BLANQUECINO Y MIRADA TRAVIESA, ARROJABA ESTRELLAS MÁS ALLÁ DE LA ROMPIENTE. PARECÍA INCANSABLE, LO

DOMINABA UNA FUERZA INTERIOR QUE CONOCÍA LAS RESPUESTAS.

-¿QUÉ HACES?- PREGUNTÓ EL NIÑO.

-ARROJO ESTRELLAS AL MAR PARA QUE NO MUERAN.

LA MIRADA DEL NIÑO SE PERDIÓ EN LA PLAYA DESMAYADA DE ESTRELLAS.

-¿PARA QUÉ? SON DEMASIADAS, NUNCA PODRÁS CON TODAS.

EL ANCIANO MAESTRO TAMBIÉN PERDIÓ SU MIRADA Y RÁPIDAMENTE LA RECUPERÓ EN UNA ESTRELLA.

LUEGO, LA TOMÓ ENTRE SUS MANOS Y LA ARROJÓ CON MÁS FUERZA.

-PARA ELLA SÍ TIENE SENTIDO.

EL NIÑO LO ACOMPAÑÓ EN SU GESTO

-Y TAMBIÉN PARA ELLA.

AUTOR: LOREN EISELEY. EDITORIAL AIQUE, 2005.