Texto publicado por Rody Armando Mora

PARA TI JOSÉ

Cuando en los días de otoño se secan los arboles y las hojas caen, todo comienza a verse triste, ausente, vacío, la muestra de que aquello que brillo y dio belleza en su máxima intensidad ahora tienen que irse. Ha concluido un ciclo. Tú eres ese otoño, eres esa ausencia, eres ese vacío, eres todo ese reflejo de naturaleza en la cual se depositaron grandes alegrías, eres ese bosque en donde jugaron muchos niños, en donde tu aire le permitía respirar puramente a los demás, en donde más de uno reposamos en tu paz…

En donde cómodamente aún ante tus ramas dobladas nos recargábamos quizás aún sabiendo que eso podía lastimarte, en esa búsqueda de cubrirnos en tu sombra con el temor de salir a que algo nos dañara, en donde tus grandes brazos nos cobijaron, en donde contamos historias que permitían imaginar un mundo perfecto lleno de sabiduría, lleno de propuestas para ser una familia mejor, aquel lugar al que acudíamos porque sabíamos que después de eso obteníamos respuestas…

Veíamos esas tus hojas que con precaución las cuidabas cada día para ver en un futuro esa flor maravillosa que siempre esperabas obtener; hoy admito, nos acabamos tu bosque ahora ha llegado el otoño, nos acabamos esa fuerza de la eterna mañana, de un despertar iluminado, contemplando los rayos del sol entrando por tus ramas, nos acabamos tus rechinidos, tus frutos, tus relámpagos de lluvia cuando algo andaba mal, nos acabamos, tu bosque, nos acabamos tu vida.

Pero también sabemos o al menos eso es lo que quiero creer, que con nuestros ojos podemos ver nuevamente hojas verdes y brillantes, podemos ser nuestros propios bosques, porque tú nos enseñaste a mirar con tal intensidad, nos prestaste tus ojos, no prestaste tu aliento, podemos ver el brillo deslumbrante de un nuevo día, porque la fuerza de tu voz y tu inagotable espíritu de lucha nos mostraba que en los días de otoño siempre existía la esperanza de renacer y ahora con más fuerza, con más ímpetu…

Tu voz ha superado la naturaleza misma, tú eres ese otoño ahora, porque tu cuerpo está bajo la tierra, porque creemos que no te veremos más, porque desearíamos engañar a nuestra consciencia y decir que estas aquí, porque en las noches, días, horas y minutos pasan sin volver a ver tu sonrisa, pero ahora sé que tú eres más fuerte, me enseñas que tu espíritu sigue vivo en cada uno de los que te amamos, en los que te recordamos, en los que aprendimos algo de tu magnifica sabiduría, de aquellos en los que siempre creímos en ti y en la capacidad de tu bosque, en los que sabemos cual tan importante fue para ti entregarnos todo.

Nuestra pregunta inicial fue: ¿Por qué nos privaste de tu presencia? ¿Por qué no estarás más con nosotros? ¿Por qué si tus hijos te aman? ¿Por qué si una esposa te espera? Porque, porque, porque, esa será la pregunta sin un final. No tendrá una respuesta terrenal, la búsqueda de esa respuesta está en nuestros corazones en la cual nos dice que no te has ido.

Sin embargo, el otoño ha llegado a nuestras vidas, indiscutiblemente has tenido que partir, pero aquellas semillas que sembraste, aquellos caminos que recorriste, triunfante en cada paso, aquel aire que respiraste lo has dejado para nosotros como un legado más de tu infinita bondad.

Si realmente dejamos que esas semillas germinen como lo sembraste sabremos que tu esfuerzo no fue en vano, sabremos que tu amor por los demás es recompensado, cada uno de nosotros tenemos algo de ti, sabremos que existes en cada uno de nosotros y de mi parte sé que de ahora en adelante al menos en mi vida, tu ya no serás otoño, serás para mí una eterna primavera.

Realmente muestra mis sentimientos más profundos en este momento de mi vida.

Colaboración de Diana
México