Texto publicado por SUEÑOS;

inteligencia del alma:

INSPIRACIÓN

Recuerda: tú, en realidad, no eres la charla que oyes dentro de tu
cabeza; eres el Ser que oye esa charla. Bill Harvey

Ken Wilber señala un ejercicio para despertar la el Testigo Consciente
que se formula así: Tengo un cuerpo pero no soy mi cuerpo. Puedo ver y
sentir, y lo que se puede ver y sentir no es el auténtico Ser que ve. Mi
cuerpo puede estar cansado y excitado, enfermo o sano, sentirse ligero o
pesado, y eso no tiene nada que ver con mi yo interior. Tengo un cuerpo
y no soy mi cuerpo. Tengo deseos, pero no soy mis deseos Puedo conocer
mis deseos y lo que se puede conocer, no es el auténtico Conocedor. Los
deseos van y vienen, flotan en mi conciencia y no afectan a mi yo
interior. Tengo deseos, y no soy mis deseos. Tengo emociones pero no soy
mis emociones. Puedo percibir y sentir mis emociones y lo que se puede
percibir y sentir no es el auténtico Perceptor. Las emociones pasan a
través de mí, pero no afectan a mi yo interior. Tengo emociones y no soy
mis emociones.

Tengo pensamientos pero no soy mis pensamientos. Puedo conocer e intuir
mis pensamientos, y lo que puede ser conocido no es el auténtico
Conocedor. Los pensamientos vienen a mí y luego me abandonan, y no
afectan a mi yo interior. Tengo pensamientos pero no soy mis
pensamientos. Soy lo que queda, un puro centro de percepción consciente.
Un testigo inmóvil de todos esos pensamientos, emociones, sentimientos y
deseos.

Las escuelas de crecimiento interior afirman que si una persona, cada
mañana al despertar y a lo largo de 40 días, persevera en la formulación
de este texto, experimentará cambios extraordinarios en la consciencia
de su propia identidad. A los pocos días de practicar se observará capaz
de mantener un lúcido estado de sosiego en situaciones que anteriormente
se vivían como tensas y agitadas. Y conforme se vayan recitando las
palabras haciendo consciente su significado, descubrirá que sus
emociones, de aversión y de fascinación, se equilibran y se templan.
Tras el período de cuarentena, la persona considerará los extremos
emocionales tan sólo como olas periféricas y superficiales de la
conciencia.

Observará que ha despertado la propia identidad Testigo, un estado desde
el cual la vida se contempla de manera más ecuánime, sin perder las
risas ni las lágrimas de nuestra calidad interna

Una vez instalado en el Testigo, sucederá que cuando brote el vaivén de
sus luces y sombras, usted será espectador de sus tendencias. Si surge
una aversión a ese sentimiento, asimismo será usted veedor del mismo. Si
la aversión le provoca a su vez aversión, también observará dicho bucle
de fuerzas internas. No hay nada que hacer, pero si surge un hacer, lo
presenciará en calma. Al entender que todo ello no es "usted", ya no
rechazará sus aflicciones ni se complacerá en ellas.

Aquello que conoce ciertas cosas, no puede tener en su propia naturaleza
ninguna de ellas. Es decir, que si por ejemplo, nuestro ojo fuese de
color rojo, no sería capaz de percibir los objetos rojos. Asimismo el
pez no es consciente del agua, hasta que salta a la superficie y se da
cuenta. Hasta que no saltamos por encima de las mareas del pensamiento y
lo observamos, no nos percatamos de que no "somos" el pensamiento, sino
el Testigo que lo observa. Hasta que no saltemos fuera del océano de la
aflicción, no nos daremos cuenta de que no somos la aflicción, sino el
Testigo de esa aflicción. El problema está en que el que ve, se
identifica con los instrumentos de la visión.