Texto publicado por Carlos Palomares

Pensamiento Encadenado

PENSAMIENTO ENCADENADO.
Todo el tiempo y de manera recurrente, diversos conflictos se pasean orondos por nuestra sociedad, sabiendo donde está cada uno de nosotros en cada preciso momento y, de forma despiadada, azotan, fragmentándolo, nuestro cuerpo social.
Ahora bien, ¿por qué ocurre esto? Es posible acaso que los problemas posean una identidad propia, asumiendo Una autonomía ajena a nosotros tan perturbadoraque llegue a conmover nuestros supuestos sólidos cimientos?. Es difícil de creer. . .
Entonces, cuál es la explicación para entender el hecho, fácilmente observable, que adherentes a una vieja concepción de la política, se comporten de manera similar, mimetizándose en manadas obedientes que responden, por decirlo así, al sonido de un imaginario gong.
Puede, mejor dicho, hay varias respuestas a estos interrogantes, podríamos empezar desgranando aquellos antiguos conceptos místicos que denominaban “egrégores” a la manifestación de pensamientos atribuidos tanto a seres vivos como inanimados, pero no es necesario irnos tan lejos ni ser tan sutiles.
Hoy (igual que ayer) el pensamiento encadenado solo se manifiesta a través de una línea de comandos generada por quien quiere capitalizar los frutos obtenidos (léase éxitos económicos) por una tendencia colectiva, que cristalice una ventaja, que asegure la prosperidad de los primeros eslabones.
Sabido es, que una cadena está formada por eslabones y que para que funcione bien, debe tener uno en una punta que esté agarrado al nivel más alto que le sea posible, para poder así, arrastrar a los que le siguen.
Para que esto pueda ser comprendido, pondré un ejemplo. Imaginemos un caudillo político de una provincia cualquiera, supongamos, Córdoba, este caudillo es el primer eslabón asido a alguien superior a él, quien le dice qué y como pensar; este caudillo para crear un pensamiento encadenado afín, crea una sucesión de eslabones por distintos puntos de la provincia y que se van tomando del caudillo e incrementando el pensamiento colectivo encadenado. Así llega esta cadena a una pequeña ciudad (sigamos con el ejemplo) como Capilla del Monte. Una vez allí, crea también otra serie de eslabones, los cuales por su notable pequeñez,se aferran con desesperación a los eslabones mayores. El Caudillo necesita mantenerlos conformes y obedientes, satisfaciéndolos, supongamos, con puestos en la Administración Pública, dinero, favores y especies. Pero también les da tareas a cumplir, como ser jueces, conductores de radio, opinadores, legisladores, funcionarios, en fin, les da el lugar que el Caudillo necesita para que cada eslabón reproduzca el pensamiento en cadena, generado desde él mismo, ya que el Caudillo sabe a ciencia cierta, por haberlo probado una y mil veces, que el eslabón no puede pensar, simplemente porque no sabe como hacerlo. Además, en el supuesto caso que supiese, no querría hacerlo, pues peligraría su condición de eslabón rentado. Bueno, tal vez estas suposiciones sean solo eso y en alguna ocasión pueda ser comprobado que la actividad de la vieja política en realidad no es así, demostrando que todos estos dichos son pura fantasía.
Sin embargo, nuestro cerebro para comprobar la veracidad de un hecho o circunstancia, necesita conocer el opuesto, es decir, para saber que es la sombra, necesita conocer la luz, para conocer que algo está mal, tiene que saber que está bien para saber como es la noche, debe conocer como es el día y así de seguido.
La comprobación de la pequeñez mezquina de la vieja política la demuestran los nuevos hechos que están ocurriendo en nuestro país y buena parte de América Latina. Y esos hechos son los que demuestran que hay una nueva política, que existe un proyecto de un nuevo país, con una juventud militante y activa que enseña un camino hasta ahora no transitado. Una juventud incorporada a una nueva forma de hacer política y en acción militante, como se demostró en los trabajos solidarios en La Plata, con Universidades cargadas de proyectos y realizaciones, acercándose cada vez más a la comunidad, una juventud que ocupa lugares de alta responsabilidad, demostrando la eficiencia que nosotros, los mayores, no supimos demostrar. Una juventud que hace posible el crecimiento a través de la consolidación del Proyecto Nacional y Popular. Un Proyecto que no genera eslabones condicionados, porque en sí mismo, es un gran eslabón que abarca la igualdad de oportunidades, la libertad de pensamiento y expresión, la puesta en valor de los derechos humanos, el respeto a las minorías democratizando la Justicia, terminando, paso a paso, con todo tipo de corporaciones.
Es, en definitiva, terminar con la vieja política y su pensamiento encadenado, porque hoy tenemos la posibilidad de conocer su opuesto, la nueva política que se abre al pensamiento creativo.