Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

La teoría de los puntos y las vueltas: cuento.

La teoría de los puntos y las vueltas

Hernán Casciari (Argentina)

Hace dos lustros, cuando se cumplió el décimo aniversario de la Masacre
de Cañuelas, logré una entrevista con Enrique Politto, la primera y
única que el asesino ha dado desde la Unidad 5, donde todavía permanece
encerrado. El 'loquito de los puntos y las vueltas' fue el último de los
campeones de la competencia llamada "Los Provinciales del Loco". La
tarde en que se coronó vencedor, un 27 de marzo de 1986, recibió su
trofeo de manos del Gobernador Armendáriz, saludó al público, sacó una
granada del bolsillo e hizo estallar la tribuna oeste del polideportivo
El Porvenir, matando a dieciocho personas: doce cuerdos, cinco locos y
un chileno.

-Si cambiásemos dos palabras -me decía Politto-, solamente dos palabras
de entre todas las que hay, el mundo sería un lugar más divertido, más
justo y, sobre todo, menos doloroso.

Ni Karl Marx ni Adam Smith habían encontrado la respuesta al problema
económico global; tampoco Einstein había logrado hallarle solución a la
cuestión del tiempo. Enrique Politto, de origen mercedino y último
ganador de los Provinciales del Loco, juraba haber accedido a la gran
revelación.

Según él, sólo era necesario cambiar dos palabras ("dólares" y "meses")
y convertirlas en otras dos ("puntos" y "vueltas") para que el mundo
fuese un paraíso. La obsesión de esa idea descabellada lo convirtió en
el loco de su ciudad y, más tarde, en un criminal de gran renombre.

-Hace años que me vengo dando cuenta de que la gente se ha quedado sin
nada que hacer. De que no hay pasión ni hay alegría ni hay un carajo.
¿Vos viste cómo está la calle? ¿Oís lo que habla la gente? -me
preguntaba Politto en su celda- El que tiene ya no espera nada, y el que
no tiene se desespera. ¡Los dos grandes problemas humanos: el dinero y
el tiempo! La falta de esperanzas de los ricos me pone los pelos de
punta, Juan Carlos.

-Me llamo Hernán.

-Los ricos están sumidos en la confusión. Juegan al golf, que no tiene
sentido. Es un deporte que no funciona, y ellos están haciendo eso, con
unos pantalones a cuadriyé. (Después el loco soy yo.) Las mujeres se
hacen la cirugía de la nariz, fijate qué manera más estúpida de decir
"no sé qué más hacer". ¿Y los pobres? ¿Vos viste a los pobres? Gritan
por la tele, lloran, van y vienen, hablan de dinero todo el tiempo. Se
quedaron sin ideas. Los pobres y los ricos.

Desde la masacre de Cañuelas, y durante una década, Politto había
guardado silencio. No había dado un solo reportaje, ni siquiera había
hablado con otros presos. Pedía cigarrillos con gestos. Nadie en la
Unidad 5 conocía su voz.

En 1996 yo me dedicaba a hacer entrevistas a personajes extravagantes
del oeste de Buenos Aires: ladrones, videntes, mercachifles, brujos,
estafadores de guante blanco, etcétera; pero la verdad es que el
reportaje al asesino de Cañuelas fue, sin dudas, el más leído de aquella
serie.

-¿Por qué ha decidido hablar ahora, Politto?

-La semana que viene se cumplen diez años de Cañuelas, y ya es hora de
que la gente sepa la verdad. Pregúnteme sobre la verdad; Juan Carlos.

-¿Por qué mató a esas personas?

-¡No! Esa verdad no. La otra.

-¿Qué otra.

La verdad de Enrique Politto era económica y social, y no quería hablar
de otra cosa. En la pared de su celda, con un punzón o la punta de una
llave, había escrito la fórmula de su descubrimiento:

dólares = puntos

meses = vueltas

Desde los años sesenta había intentado demostrar que el mayor error
económico del mundo era semántico. El problema es que sus demostraciones
ocurrían en la plaza de un pueblo, por lo que fue mucho más fácil
declararlo loco que economista. En Mercedes se lo conoció siempre como
"el loco de los puntos y las vueltas", y en calidad de tal representó a
la ciudad en Cañuelas 86. Arrasó.

Había nacido en la ciudad en 1944, hijo de maestra y constructor.
Infancia normal, estudios corrientes. Nada en su historial juvenil que
presagiase su futura desgracia mental. Estudia económicas en la UBA,
tiene amigos, una novia. Hasta los 24 años Politto parece un muchacho
encarrilado.

-¿Encarrilado? Yo diría que iba camino a la mediocridad. Yo usaba el
pantalón adentro. Hacía chistes pavos, no sé si me entiende. Iba
derechito a ser contador público, o administrativo. Un pelotudo
cualquiera, digamos. Pero en 1969 cambió todo: mi cabeza entendió.

-¿Allí se le reveló su teoría de los puntos y las vueltas?

-Exacto, Juan Carlos.

-Mi nombre es Hernán.

La teoría de Politto puede resumirse así: si la unidad monetaria del
mundo se llamase "puntos" y a los meses les dijéramos "vueltas", la vida
sería un juego de mesa.

Al comenzar cada vuelta, por ejemplo, el jefe le da al empleado una
tarjeta que dice: ¡ENHORABUENA! GANA MIL PUNTOS. El día cinco el
empleado recibe en su casa otra tarjeta que pone: PIERDE TREINTA PUNTOS.
FIRMADO: ENDESA, y otras tarjetas similares con las que sigue perdiendo
puntos. El empleado no se preocupa, porque en la siguiente vuelta ganará
otros mil puntos.

De este modo, auguraba Politto, las personas comenzarían a ver la vida
como un divertimento, y no como un lastre. El dinero (la necesidad de
poseer), y el tiempo (la necesidad de perdurar) se convertirían en un
desafío lúdico.

-Es mucho más triste decir 'me faltan 250 pesos para llegar a fin de
mes' que decir 'con 250 puntos extra paso de vuelta'. Ahí está la clave
de la tristeza humana: la gente necesita una inyección de optimismo, una
señal permanente de que todo es un juego.

-¿Y usted dice que así se acaba con la tristeza?

-¡Y con muchísimas cosas más! Así acabamos con la miseria también. Note
qué diferente sería nuestra relación con los mendigos. En vez de dar
monedas por la calle, daríamos puntos, y nos sentiríamos jurados de las
olimpiadas. Pasaríamos por al lado del ciego y diríamos: 9 PUNTOS. Nos
acercaríamos al rengo y diríamos: 7 PUNTOS Y MEDIO. Y todos felices.

-Pero seguiría existiendo la pobreza, y la delincuencia.

-Existiría todo, Juan Carlos, pero sería diferente. Pongamos que un
ladronzuelo roba doscientos puntos; entonces la polícía atrapa al ladrón
y le da una tarjeta: PIERDE SEIS VUELTAS. El ladrón se queda un tiempo
equis sin jugar, pero no se sentiría preso. Es muy feo estar preso.

La obsesión de Enrique Politto lo llevó, en su juventud, a llamar
sistemáticamente 'puntos' y 'vueltas' a los pesos y los meses. Y así se
convirtió en el loco del pueblo. Los chicos de Mercedes le tiraban
piedras, los mayores lo trataban con sorna y las señoras mayores se
cruzaban de vereda cuando aparecía.

En 1986, cuando fue elegido candidato mercedino para el Provincial de
Cañuelas, Politto tenía cuarenta y dos años. Nunca se supo dónde había
conseguido la granada, pero las pericias aseguran que la llevaba consigo
durante el viaje en autobús, desde Mercedes hasta la ciudad anfitriona
de los Juegos. Representó a su localidad como ningún otro loco,
sorteando con facilidad los cuartos y la semi. La final fue durísima
(contra el 'loco que le habla de usted a los autos', duro representante
de Claromecó) pero Politto resultó ganador por unanimidad.

Por la tarde de aquel 27 de marzo, debía subir al palco a recibir el
trofeo y el cheque, de manos de Alejandro Armendáriz, y la corona, que
le pondría sobre la testa el cantante Sergio Denis. Enrique Politto ya
era, para sus conciudadanos, el primer ganador mercedino de los
Provinciales. Y estábamos orgullosos de él.

-¿Qué pasó por su cabeza entonces, Politto?

-Me llevaron engañado a ese certámen. La Municipalidad de Mercedes me
dijo que se trataba de una competencia sobre ideas económicas. Durante
los octavos de final me resultó extraño debatir mi teoría contra un
señor de Chacabuco que masticaba tuercas, pero no caí en la cruda
realidad hasta la semifinal. Allí supe que era un torneo para locos de
pueblo. Entonces decidí vengarme.

Enrique Politto recibió el cheque, le dio la mano al Gobernador, saludó
al público que lo aclamaba y sonrió para las fotografías. A las 16:32
sacó la granada del bolsillo derecho de su pantalón, le quitó la polea y
la arrojó a la tribuna. Durante doce segundos todos pensaron que se
trataba de una ofrenda. Y entonces la ofrenda explotó.

Los Provinciales del Loco se suspendieron aquella tarde, y para siempre.
Por decisión del jurado no se le quitó el premio a la ciudad de
Mercedes, que sigue siendo la última localidad ganadora. A Enrique
Politto se le descontaron los 3200 puntos del premio y recibió un
castigo ejemplar.

-¿Cuántas años de prisión le dieron, Politto?

-Digamos, Juan Carlos, que perdí el turno.

Hernán Casciari (Argentina)

Breve reseña sobre su obra

Escritor y periodista argentino nacido en Mercedes en 1971, es conocido
por la publicación online de su novela por entregas (blogonovela) Weblog
de una mujer gorda. Trabajó como columnista para el diario El País de
España y el periódico argentino La Nación. Desde el año 2000 está
radicado en Barcelona, desde donde dirige la revista trimestral Orsai,
de distribución mundial y carente de publicidad. Su trabajo ha recibido
el Primer Premio de Novela de la Bienal de Arte de Buenos Aires 1991 y
el premio Juan Rulfo 1998.

Su Weblog de una mujer gorda (ganador del concurso de weblogs de la
cadena alemana Deutsche Welle), ha sido editada en papel, con el título
Más respeto, que soy tu madre (2005). A esta publicación le siguieron
Diario de una mujer gorda (2006), España perdiste (2007), España, decí
alpiste (2008), El pibe que arruinaba las fotos (2009), El nuevo paraíso
de los tontos (2010) y Charlas con mi hemisferio derecho (2011).

La teoría de los puntos y las vueltas pertenece a El nuevo paraíso de
los tontos, editado por Plaza y Janes.