Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

ORGULLO.

De un día para otro tu seno estacionado
-remanso con hoyuelo- ha empezado a crecer.
Cien veces me ha sufrido tu pudor agraviado,
y todavía, amiga, no lo puedo creer.

Ruidoso como un niño, mi buen humor contrasta
con tu recogimiento de tímida perdiz;
y, con el tono triste de tu reserva casta
ruidosa como un niña, mi palabra feliz.

Así mientras me pides con humilde protesta
para el secreto mutuo mayor intimidad,
yo quisiera vestirme con mi traje de fiesta
y salir a contarlo por toda la ciudad.