Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Mi hermano Rafael: cuento.

Mi hermano Rafael.

El día que nació mi hermano Rafael, diez años menor que yo, fue todo un acontecimiento en la familia... Mamá había roto aguas de madrugada y papá la llevó al hospital; me dejaron en casa de tía Paula y allí entretenida con mis primos se me pasó el día volando.

Al día siguiente papá pasó a recogerme para que conociera a mi hermano Rafael, finalmente habían elegido ese nombre, y yo no cabía en mí de alegría al saberme tía ya solamente con diez años...

Poco imaginaba yo por entonces, que cuando Rafael cumpliera los siete años, los médicos le detectarían una extraña enfermedad que lo postraría de por vida en una cama, atado a una máquina para poder vivir y dependiendo absolutamente para todo de terceras personas. Entonces yo tuve que dedicarme junto con mis padres a ejercer de cuidadora para el.

Dije que dependía para todo de terceras personas pero no; me corrijo... Tía Paula había conseguido juntar suficiente dinero para que le comprásemos una computadora y como decían papá y mamá, así estaría comunicado con el resto del mundo.

Yaslina venía a diario a impartirle clases y al principio le costó un poco aprender a leer y escribir -tenía dificultades a la hora de sostener un lápiz en la mano- sin embargo enseguida fue patente su increíble inteligencia... Tenía un cerebro privilegiado y absorbía conocimientos como si de una esponja se tratase.

Conoció muchos amigos por Internet y un día me presentó a una mujer muy enigmática... Conversaba con ella vía skype y a juzgar por su imagen, aparentaba casi unos setenta años... Ella era muy misteriosa pues hablaba de forma muy enignmática y de cosas muy extrañas...

-Rafael -le estaba diciendo una tarde lluviosa de otoño y yo acerté a pasar en ese momento al cuarto a visitarle...

-Rafael- repitió y entonces dijo:

-¿Tú quieres que nos conozcamos en persona?

-Señora, sabe que yo no puedo moverme -respondió mi hermano que contaba con catorce años por entonces pero la señora replicó:

-Eso no es inconveniente... Iré yo a visitarte.

-Señora no sé ni siquiera cómo se llama usted. Mire que hemos hablado veces pero nunca me ha dicho su nombre -la voz de Rafa sonó entonces extraña y distante para mí y me desconcertó del todo el comentario de la extraña mujer:

-Puedes llamarme simplemente M...

Dos días después, Rafael me aseguró que esa noche recibiría una visita... Que la mujer con la que había estado todo ese tiempo conversando por skype le había prometido llevarle a visitar los lugares que no había podido visitar anteriormente...

-Creo que está delirando -dijo mamá y le puso la mano en la frente...

Nunca le había contado a mi madre de las conversaciones que Rafael mantenía con una extraña anciana que le hablaba a través de la computadora y cuya imagen yo había visto... De no haberla visto con mis propios ojos, hubiera jurado que mi hermano había perdido definitivamente el norte...

-Janet ya estoy cansado... Ya no quiero seguir peleando por vivir pues me doy cuenta que la vida así es demasiado triste... -Rafael me confesaba una tarde mientras le hacía compañía en la habitación del hospital pues le habíamos tenido que trasladar allí por una grave complicación que había sufrido...

-No digas eso campeón... Si te marchases ahora tu amiga misteriosa no podría venir a verte... -respondí disimulando las lágrimas que pugnaban por salir de mis ojos.

-Sí, estoy ansioso de conocerla... Me cuenta unas cosas tan lindas... Me habla del universo, los planetas, el mar... -y quedándose pensativo dijo como para sí:

-Del cielo... Sí, del cielo me habla mucho...

Aún pasaron cuatro años más durante los cuales, la salud de mi hermano seguía deteriorándose y comenzó a tener de vez en cuando dolores insoportables...

Una noche me levanté -no sabría explicar por qué- pero me dio un vuelco el corazón y desperté sobresaltada como si una banda de ladrones hubieran asaltado la casa... Mi primer instintto fue ir al cuarto de Rafael. Nada más entrar, un olor a damas de noche me embriagó... El ordenador permanecía encendido y en la pantalla había una imagen congelada... La figura de una mujer con el cabello gris oscuro cayéndole sobre los hombros y una mueca extraña en los labios. Sus ojos miraban fijamente el cuarto y entonces miré hacia la cama de Rafa...

Mi hermano parecía dormir con una sonrisa de paz, diríase que beatífica en el rostro. Sus ojos cerrados como si disfrutase de un plácido sueño y entre sus dedos tenía el teclado inalámbrico del computador... En la pantalla se leía la última palabra que él había escrito. Era visible que había estado chateando con esa extraña mujer... Se leía: "Muchas gracias señora M".

Contra todo pronóstico la mujer volvió a escribir:

"Yo soy la gentil conexión con todo lo que es y no es... Yo soy la Muerte".

Me asusté al leer esto y entonces miré el monitor que tenía conectado mi hermano y que le controlaba las constantes vitales... La luz verde que siempre parpadeaba ahora se veía roja y fija... Una alarma...

Rafael había partido pero nos había enseñado cosas que ni todas las cátedras del mundo nos hubieran podido enseñar en cien vidas que viviéramos...

Silvia López.