Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Serafina: cuento.

Zerafina

Mercè Rodoreda (España)

Zí zeñora, zoy la nueva muchacha... Ya lo zé que zon laz nueve y que tenía que haber venío a laz trez, pero ez que m'he perdío un poquiyo y cuando me creía que ya había yegao un zenó mú bien veztío m'ha dicho que estaba en Zants. M'ha explicao por dónde tenía que pazá pá venir a Zant Gervazio y, preguntando, preguntando, entre ezte y el otro m'han mandao al Parque. He vizto toaz laz fieraz: loz tigrez, loz elefantez, laz cotorraz y loz monoz. Dezpuéz he zalío a laz Ramblaz y m'he pazeao entre laz florez y loz zeñoritoz que pazaban me dezían cozaz. Uno que yevaba un baztón m'ha invitao a tomarme una zerveza. No lo conozía, pero en zeguía noz hemoz conozío. M'ha dicho que era mú rico y que tenía ganaz de cazarze... No z'azuzte, que no m'ha pazáo ná. ¿Uzté vive zola? Puez zí, zi me dezcuido vaya zuzto que l'hubiera dao... Zi uzté zupieze el rato que haze que m'eztoy pazeando por ezta caye... Iba dándole vueltaz a la caza y he vizto entrá zeñorez, y cada vez que corría pá podé entrá con elloz, llegaba tarde. He eztao a punto de zaltarme la tapia por detraz, pero no eztaba zegura de que fueze la paré de zu jardín... ¿Qué por qué no he llamao al timbre? Porque cuando iba a tocarlo me daba un calambrazo. Cuando me pongo nervioza, tó lo que toco me da calambre como zi eztuviera llena de electrizidá... No, no traígo maletaz, no tengo, tó lo traigo en ezte jatiyo... No, no eztoy canzá ni pizca; pueo hazer diez viajez como ezte zin canzarme, pero, ya que inzizte, me zentaré en ezta butaquita. ¿Ve uzté? Me creía que ná máz yegá tendría que ponerme a lavá loz platoz. Zi me toma uzté, en verano le arreglaré el jardín, y en la paré del fondo, pá que no ze vea tan zoza, plantaré campanillaz y una calabaza. ¿A uzté le guzta comerze una buena zopa de calabaza? A mí me dizloca, pero luego ze me repite... ¿Qué qué vida yevaba en el pueblo? Zí, verá uzté, era baztante pezao. Echar cuenta de la caza y de laz gayinaz y ayudar a mi madre a criar a miz ziete hermanitoz... Y cuando eztuvieron criaoz, mi madre dijo que mejor me fuera a zervir, pá ezpavilarme un poquiyo y podé enviarle dinero... Zí zeñora, he zervío en doz cazaz; me pareze que ya ze lo decía el zeñor cura en la carta que le puzo... En la primera no eztuve máz que quinze díaz porque el zeñorito era mú malo. Cuando noz quedábamoz soloz me llamaba: "¡Zerafina!". El primer día fui corriendo. Me puzo derecha en medio del pazillo, como una tabla, ze fue p'atraz, cogió carreriya y me pego una coz en el culo que zin queré zalí corriendo como zinco metroz, hazta lo criztalez de la galería. Y gritó "¡Gol!". Y ezto me lo eztuvo haziendo toa la zanta tarde. Yo no m' atrevía a dezí que no, porque aunque era un chiquillo de catorze añoz era el hijo de loz zeñoritoz y yo zólo era la muchacha. En la zegunda caza, al prinzipio, eztuve mejó, pero el zeñortio y la zeñorita eran mú viejezitoz y no ze yevaban bien y la zeñorita, que ziempre eztaba delicá y ze pazaba loz díaz tendía en la cama, tenía miedo de que zu marío le puzieze veneno en la medizina de las gotaz y yo laz tenía que contar delante zuya. Loz doz ze enzelaron conmigo y cuando uno me dejaba tranquila iba el otro y me agarraba. Y los doz, cá uno por zu lao, me preguntaban: "¿Verdá que a mí me quierez máz, Zerafina?"... Cuando el zeñorito me piyaba por su cuenta me dezía que era un dezgraciao, que ze había cazao con una loca y que aunque la zeñorita zabía que tenía el eztómago delicao le hazía laz comidaz bien picantez pá ver zi ze le agujereaba. Y eztaba zeguro de que ponía azufre en laz zalzaz. Cuando ya me eztaba acoztumbrando a la caza empezé a zentirme mal y dezpuéz de unoz cuantoz díaz me puze a penzá que a lo mejó me ponían algo malo en la leche y m'entró tanto mieo que por laz nochez no dormía y al día ziguiente de no habé dormío, cuando pazaba el plumero por loz mueblez, me parezía eztá volando... ¿Qué zi tengo novio? No, ahora no tengo, pero he tenío doz. El primero ze llamaba Miguelín. Era rubio rubio como laz ezpigaz y ze murió en el África. Lo conozí junto a la fuente. Yo me pazeaba por debajo de laz acazíaz y oigo que me dizen: "¡Vaya merengue!". Me doy la vuelta y veo a unoz cuantoz muchachoz que eztaban de guaza. Cuando ya eztaba a punto de pegarlez una pedrá ze m'azercaron y me dijeron, tóoz a la vez, que era mú guapa, pero que eztaba un poco despeiná, y el que había dicho que parezía un merengue yevaba una hojita en la mano pá jugá, y me la puzo en el pelo. Dezpuéz ziempre noz veíamoz y pazeábamos por la carretera y una noche que noz metimoz por laz viñaz, me metió en una cazita de madera, me dijo que me quitara el veztío y me dijo que me tendieze en el zuelo. Él ze tendió a mi lao, enzendió un zigarriyo y me iba tirando la zeniza en el ombligo. Y cuando ze terminó de fumar el zigarriyo, empezó a eztirarme de loz peloz del zobaco, con tanta furia que a mí ze me zaltaban laz lágrimaz de loz ojoz. Y un día que eztaba yoviendo, también noz metimoz en la cazita de madera, y el agua corría a chorroz por el zuelo y cuando hubo terminao yo tenía toa la ezpalda yena de tierra y de fango y noz reíamoz mucho. A mí todo ezo no me guztaba mucho porque me da repeluco el que me toquen. Cuando era chica, una vez una niña que iba a la ezcuela conmigo me pegó loz piojoz y cuando mi madre me loz quitaba, toaz laz mañanaz, no me guztaba ni pizca que me tocaze la cabeza. Pazaron unoz cuantoz mezez y me tuve que í del pueblo, aunque la barriga no ze me notaba ná porque mi madre tóoz loz díaz me la fajaba bien fuerte. Fui a caza de una tía que vive mú lejoz de mi caza y ayí tuve a la niña. Azí que vino al mundo ze murió porque no tenía huezoz. Miguelín ya estaba en el África... El día que ze fue me dijo que lo embarcaban pá laz cabilaz y que ayí lo matarían a golpez de zable y que no noz veríamoz máz, y me dijo que zi lo mataban, mientraz ze eztuviera muriendo eztaría penzando en mí... Depuéz de lo de la niña empezó a venir detráz mía el hijo de don Cozme, el boticario. Azí como Miguelín era rubio, ézte parezía un gitano. Pero era máz zimpático. Por laz nochez ze zaltaba por la ventana y ze metía en la cama, y me dezía unaz cozaz mú bonitaz... Antez de zalí el zol ze levantaba, ze ponía l'americana y zalía corriendo. Yo me quedaba mirándolo por la ventana y le tiraba un bezo con la mano, y un verano no volvió porque dezían que ze había echao novia en Barzelona. Y zi me guzta habé venío a zerví a Barzelona es porque a lo mejó me lo encuentro y podré eztirarle del flequiyo que le caía zobre la frente y que era una coza que a él le gustaba mucho que le hizieze. Bueno, ahora ya lo zabe uzté tó. Me pareze que en el trabajo no tendrá uzté queja: zoy mú limpia y como a puñaítoz, como loz pajaritoz. Y nunca me pongo mala. Lo que me paza ez que en invierno zi no me tapo bien me resfrío. Zólo tengo la dezgrazia de zer un poco pava. ¿Me toma uzté, verdá?

Mercè Rodoreda (España)

Breve reseña sobre su obra

Escritora española en lengua catalana nacida en Barcelona en 1909. Recibió educación escolar entre sus siete y diez años por lo que su formación fue principalmente autodidacta. Ingresó al periodismo político en defensa de sus ideales catalanistas. Durante la Guerra Civil española trabajó en el Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya y en la Institució de les Letres Catalanes. Al término de la guerra se exilió en París, Burdeos y Ginebra, dónde trabajó como traductora en distintos organismos internacionales. En 1973 regresó a España, donde falleció diez años después. Recibió los premios Sant Jordi (1966), el Premio de la Crítica (1967), el Ramón Llull (1969) y el Premio de Honor de las Letras Catalanas (1980).

Su acercamiento a la literatura se dio a través de la poesía popular. En 1932 publicó por su cuenta la novela Sóc una dona honrada? En 1938, en plena guerra, publicó Aloma, pero el gran exito no aparecerá hasta 1962, con su novela La plaça del Diamant. Sus últimas obras fueron Semblava de seda i altres contes (1978), Viatges i flors (1980), Quanta, quanta guerra! (1980) y La mort i la primavera (1986).

Zerafina aparece publicado en Mi Cristina y otros cuentos, Editorial Alianza