Texto publicado por Paris N. Salguero

Un cuento para dormir...

Hola amigos de BW...

Pues hoy quice compartiles algo muy especial para mí...
Se trata de un cuento, que mas que cuento yo creo es una historia. Es una de las incluidas en un pequeño libro que estoy escribiendo con muchas leyendas de mi familia, algunas que se mantienen desde hace años, y otras escritas por mí...
La que pondré a continuación la escribí yo, originalmente la escribí para alguien muy especial un día que me pidió le contara un cuento pues no podía dormir...
Se que no tardarán en adivinar de quien se trata...
Espero les guste :)

Luz de libélula.

Cuentan, en el Clán de la Rosa, que hace casi ocho nobles sucedió algo que cambió la forma en que vemos el cielo.
Dejenme comenzar con mi relato, que más que eso, parece ser un testimonio. En un gran bosque situado a unos cuantos largos del reino de Budika; un bosque que para mundanos no era más que eso, pero nosotros sabíamos la verdad de la mágia de ese tan magnifico bosque… Pues bien, en un día cualquiera, de un momento intrasendente y sin alarde de omnipotencia, fue que sucedió; era una hora ya muy entrada la noche donde la oscuridad tan perfecta lograba cubrir de tal forma ese pequeño lago en el centro del bosque que, al mirarlo, no se podía distinguir donde terminaba el cielo estrellado y donde comenzaba el lago que con maestría duplicaba a la perfección el mapa celeste. Ahí, a las orillas de ese lago todo empezó.
Cerca de la roca de Siegfried que estaba incrustada a orillas del lago, había un pequeño grupo de luciérnagas jugueteando con la noche,recuerdo haber visto aquella que con su resplandor era difícil saber si era una estrella o una más de esas criaturas; al parecer alguien más había puesto su atención en ella, y no estoy seguro de haber visto en que momento de la noche fue que apareció, pero no muy lejos de ahí, se encontraba una gran libélula dragón; lo se por su hermoso color rojo y negro. La libélula parecía encontrar cierto encanto en el vuelo y el brillo de aquella luciérnaga, de tal manera que por un momento pensé que se habíe enamorado de ella, y desgraciadamente no me equivoqué; aquí es donde empieza todo.
La libélula parecía confundida, como si no entendiera que es lo que estaba viendo, fue entonces que por curiosidad me acerqué y con voz sutil le pregunté: -¿Es bella no?-, a lo que la libélula no puso atención, o al menos eso creí hasta que casi como un susurro me respondío: -Más que la luna…-. Yo solo sonreí y sin más decidí sentarme junto a ella. Al paso de la noche nada sucedía, la luciérnaga seguía recorriendo parte del lago y la libélula no hacía mas que verla desde donde estábamos, pero llegó el amanecer y así como la luciérnaga se fue, también lo hizo la libélula.
A la noche siguiente, algo curioso por lo que había pasado, regresé al lago y cual va siendo mi sorpresa, de nuevo estaban ahí, en la misma escena de la noche anterior. Al ver esto hice lo mismo que había hecho la noche anterior, me acerqué a la libélula y me senté a su lado, y después de algunas horas le dije: -Deberías ir con ella driacon, no creo que sea muy útil que estés aquí nada mas-; como supuse, de la misma forma que la noche anterior me ignoró.
Pasaron las noches y aquel extraño suceso seguía repitiéndose, hasta que una noche mientras yo observaba sentado junto a la libélula, esta me dijo: -¿Qué debo hacer?, Yo no tengo luz y ella jamás me prestará atención así…-; yo no supe que responder así que solo hice una mueca de empatía y suspiré, fue entonces cuando el silencio de la noche se vio interrumpido. De la nada, un feroz rugido apareció detrás de nosotros, y antes de que pudiéramos darnos cuenta las llamas nos estaban rodeando, inmediatamente corrí y comencé a derribar los árboles formando un límite para las llamas; al parecer estábamos demasiado lejos del lago como para que las luciérnagas se dieran cuenta del desastre. Conforme mas árboles derribaba, el fuego encontraba la forma de seguir su camino, esto era algo que me preocupaba y no tanto porque el reino se encontraba cerca de ahí, sino por mi propia existencia. La libélula con destreza buscaba piedras grandes y las colocaba formando una pequeña valla por donde yo iba tirando árboles, esto me sorprendió aúm más ya que no pensé que la fuerza de esa driacon fuera tan grande, después de estar algunas horas luchando contra ese fuego, logramos controlarlo y casi extinguirlo, así que algo mas tranquilos nos dejamos caer cerca de la valla que habíamos formado. Lo que sucedió entonces no he podido sacarlo de mi mente en todo este tiempo,un pequeño trozo de ollín encendido se desprendió de un gran tronco que estaba casi calcinado a unos metros de nosotros y como si fuera dirigido por una fuerza invisible cayó directamente en la larga cola de la libélula, al tocarla se encendió una pequeña llama que en unos instantes ya estaba cubriendo la mayoría del cuerpo de la libélula. Al sentir esto, la driacon intentó alzar vuelo para presipitarse en el lago y poder apagar su cuerpo delgado y largo, rápidamente se acercó al lago y estando a solo unos cuantos pasos de el, sus alas se vieron afectadas por el fuego y no pudieron mantenerla en el aire, así que de forma casi sutil y serpenteante comenzó a caer hacia la orilla del lago. De pronto, alguien posó su atención en tan triste escena, la luciérnaga de la cual había estado enamorada la driacon; al ver como caía el cuerpo de la libélula en llamas, pensó que era una gran luciérnaga y quedó enamorada de aquella visión, a los pocos segundos el cuerpo casí consumido de la libélula cayó por suerte a unos cuantos instantes del lago y al darse cuenta de esto la driacon comenzó a arrastrarse para llegar a su salvación. Por un momento pensé que lo lograría, pero cuando estaba a un empuje del agua, la hermosa luciérnaga de la cual estaba enamorada se acercó a ella y con gesto amoroso se posó sobre ella y la acarició con su luz, solo pude ver como la libélula volteó a mirarla y le sonrió,y tratando de mantener esa ocación lo mas posible se dejó caer,y después de unos momentos junto a su luciérnaga, suspiró y se sacudió para alejarlade las llamas que ya terminaban de cubrir su cuerpo; la luciérnaga se alejó y mi amiga dracon murió entre las llamas.
A partir de ese día, el alma de la libélula recorre el cielo envuelta en llamas con su propia luz buscando a la luciérnaga a la cual le entregó su vida aquel día, los humanos la llaman estrella fugaz, y talvez lo sea, pero yo también se que es mi amiga driacon. Viaje bueno amiga mia…

-Paris N. Salguero, "Leyendas del Clán de la Rosa"