Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez

Diario de un ciego 11

DIARIO DE UN CIEGO 11

(Hojas sueltas)

…Le tengo miedo a la obscuridad, pero más temo a la soledad; necesito oír tu voz para saber que no estoy solo… yo no te veo pero siento tu presencia, tu alma tu corazón y por eso te quiero decir que mientras estés ahí, habrá para este mundo de sombras una ilusión… con la luz de una esperanza.

LA LUZ DE UNA ESPERANZA

Aquel día, como tantos otros, me sentí presa en mi casa entonces pensé “tal vez solo necesito ocuparme en algo para no tener tanta tristeza”… tomé un recipiente y después de llenarlo con el alpiste me dirigí al pequeño patio donde estaba la jaula de mi gorrión, mi pájaro a quien consideraba mi único amigo, pero justo antes de abrir la puerta de la jaula la voz agria y áspera de mi nieta dijo: -abuela ya te he dicho que me avises cuando quieras darle de comer al pajarito,
-¿porqué? Yo puedo hacerlo, no soy una inútil,
-Es que, se te puede escapar sin que te des cuenta. -
Ya te he dicho muchas veces que aunque esté ciega y no pueda ver puedo valerme por mí misma, no entiendo porqué muchas personas piensan que por ser ciegos estamos tontos o peor aún muchas veces somos invisibles para los demás.
-¡ay! Abuela yo no sé para qué quieren mis padres que te cuide si eres bien necia.
-ya les he dicho que no te molesten con eso ¿a poco crees que no me doy cuenta que para ti no soy mas que un estorbo?
-¡no seas ridícula ni cursi abuela!
-claro yo estaría mejor con mis amigos en el antro, ¡ellos si que saben divertirse!
-por mi no te detengas muchachita malcriada y no me faltes al respeto porque ciega o no te puedo dar tu merecido.
-¡ay abuela tú no cambias, genio y figura, hasta la sepultura!
Se alejó con una risita que me provocó aún más ira - “condenada escuincla me hace como le dá su gana solo porque sabe lo mucho que la quiero”, acercándome a la jaula murmuré a mi amigo “tú nunca te irás aunque abra la puerta, porque conmigo encuentras un cariño, un hogar… ¡ay quien tuviera tus alas para volar al infinito y mirar con los ojos del alma la grandeza de Dios y lo hermoso que debe ser el mundo.
Armando escuchaba la radio sentado en su mecedora mientras fumaba su pipa cuando la voz de su nieto lo sacó de sus pensamientos, ¿eres tú Gerardo?
-si abuelo ¿esperabas a alguien mas?
-¿a quien? Si desde que quedé ciego nadie viene a visitarme
-pues alguna muchachona de tus tiempos abuelo… aunque… a estas alturas ya deben de ser momias jajajajaja
-¡Gerardo no seas irrespetuoso conmigo! ¿es esa la educación que te han dado tus padres? En mis tiempos…
-no te enojes abuelo es solo una broma ya sabes lo mucho que te quiero. ¡órale! Ahí viene mi jefa y la verdad no tengo ganas de pelear así que ahí te ves abuelo después vengo.
-¡buenos días suegro! ¿Cómo amaneció?
-con los achaques de siempre, pero bien gracias.
-le traigo una frutita pero para que se la coma usted solo ¿eh? no que luego viene su nieto consentido y…
-bueno, bueno ¿oye me puedes servir una copita de jerez?
-¿tan temprano?
-si, era toda una tradición cuando vivía allá en mi barrio de Mexiamora antes de que pasara esa maldita explosión en la mina, que me dejara ciego…
-ya no se mortifique usted recordando eso que pasó, si ahora vive tranquilo aquí con su nieto. Para problemas nos que tenemos nosotros que vivimos a la última pegunta… por cierto dijo su hijo que si no podría usted prestarnos cinco mil pesos para hacer algunos pagos.
-¡no, no tengo dinero! ¿pues yo de donde? Tú sabes que solo cuento con la pensión de la mina
-¡bien que se lo dije a su hijo no le pidas nada a tu padre él nunca te ha comprendido y lo que pasa es que usted es un viejo avaro ¿y para que quiere acumular dinero si ni siquiera puede ver?
-si estoy ciego o no es cosa que a ti nada te importa y del dinero no tengo porqué darle cuentas a nadie y mucho menos a ti. Eugenia salió de la estancia muy enojada y gritando ¡eso me saco por andar de acomedida, que le aproveche su maldito dinero, viejo tacaño!.
Era una mañana linda y llena de sol, mi nieta accedió a ir conmigo al parque para caminar un poco y ahí en una de las bancas estaba una amiga de años atrás, me senté junto a ella mientras la saludaba.
-hola Norma ¿Cómo te va?
-¡ya tenía ganas de platicar contigo amelia hace mucho que no venías! ¿o es qué tu nieta ya no quiere traerte con tus amigas?
-no, no es eso, lo que pasa es que a veces amanezco muy desganada sin ánimos de salir, como si ya no esperara nada de la vida…
-No digas eso, aunque Dios nos haya privado del don la vista el mundo no se acaba para nosotros, tenemos tanto derecho a ser felices como los demás.
-En eso tienes razón, pero yo quisiera que mejor Dios me recogiera para no andar causando lástimas ni problemas a NADIE.

-¿lo dices por tu nieta verdad?
-bueno es que ella está joven y tiene ganas de divertirse… de andar con sus amigos y no estar cuidando a una invidente como yo.
-oye tú no tienes la culpa de estar ciega, además eso no nos dá derecho a sentirnos unos inútiles o que somos un estorbo para los OTROS ¿o no crees que aún podemos alcanzar la felicidad a la que todos tenemos derecho?
-¿Qué quieres decir con eso?
-que todavía a pesar de todo podemos encontrar el amor.
-¡estás loca! ¿Quién se
va a fijar en una mujer de mi edad¡ y ciega para acabarla de amolar.
-mira aquí en el parque, todas las tardes se reúnen hombres y mujeres a escuchar música y a bailar ¿te acuerdas cuando éramos jóvenes?, aquellos bailes en la casa de nuestros padres.
-¡uy! Si, me hubiera gustado ir a uno de esos bailes de gala que se hacían las vísperas de san Juan en el teatro Juárez ¡que tiempos aquellos!.
-Por eso te digo anímate y dile a Jazmín que te traiga una tarde a echarte un buen danzón.
-jajajajaja estaría bien solo que ya se me olvidó bailar.
-mientras no se te olvide vivir.
Justo en ese momento llegó mi nieta para llevarme de regreso a casa.
-¿nos vamos abuela?
-si, hija, ya es tarde.
Al despedirme de mi amiga me insistió –no se te olvide lo que te dije, te la vas a pasar muy bien, si te animas, claro. A lo que mi nieta preguntó ¿te animas a que?
-nada de importancia… me invita a bailar ¿tú crees?
-¿y porqué no’? en una de esas te encuentras un ruquito que haga latir otra vez tu corazón
-no te burles muchacha que tu abuela ya no está para esos trotes.
…Armando caminaba por la plazuela en compañía de su nieto cuando de pronto un fuerte golpe casi lo derriba y una voz gruñona le dijo -¡órale, fíjese por donde camina! a lo que su nieto contesta de igual forma –fíjese usted estúpido ¿no ve que mi abuelo está ciego?
-pe..perdón disculpen yo tuve la culpa, es que venía distraído.
El individuo se aleja pero de pronto se vuelve y fija su mirada en Armando mientras pregunta ¿Armando, Armando Salgado de verdad eres tú?
-Si, para servirle.
-¡caramba, cuanto tiempo! Venga dame un abrazo.
-¿usted conoce a mi abuelo?
-¡uy, si, desde que estábamos chiquitos! ¿Tu abuelo era un zacatón para los trancazos y yo siempre lo andaba defendiendo ¿te acuerdas Armando?
-claro que me acuerdo.
-espera ¿en verdad eres invidente? ¿Qué fue lo que te pasó?
-no sé exactamente, un problema en la mina, primero empezó a oler algo extraño como un gas, después un ruido muy raro, una luz cegadora luego vino la obscuridad total y absoluta.
-cálmate, no te alteres.
-desde entonces vivo en esta oscuridad, al principio lo único que quería era morirme pero Dios sabe porqué hace las cosas creo que todos desde que nacemos traemos una misión a esta vida y no nos podemos ir hasta cumplir sus designios.
-¿y el amor?
-para las gentes como yo está negado ¿Cómo quieres que alguien llegue a enamorarse de un viejo ciego como yo?-ya abuelo, mejor vámonos para la casa, porque cuando te acuerdas del accidente en la mina te pones muy mal.
-no te preocupes hijo, me da mucho gusto encontrarme con un amigo de tantos años ¿y que ha sido de tu vida Andrés? ¿sigues viviendo allá en nuestro barrio? ¿estás casado?
-soy viudo, terminé mis estudios de ingeniería en la universidad, me fui a trabajar a México me casé… enviudé… regresé a nuestro querido Guanajuato y, si, sigo viviendo en mexiamora en la casa que me heredaron mis padres solo sin mis hijos cada uno de los tres aprendió a volar y hace mucho tiempo que no sé nada de ellos ni siquiera saben que ya estoy viviendo aquí en Guanajuato.
-¡que pena! Pero dime ¿a que te dedicas aquí?
-no te vayas a burlar pero vengo todas las tardes a bailar danzón.

¿a bailar danzón tú? ¡apenas lo puedo creer!
-porqué no te animas y una tarde vienes conmigo te vas a distraer.
-tú si que eres chistoso ¿Qué haría yo en un lugar de esos? ¿el ridículo?
-no, abuelo a lo mejor tu amigo tiene razón es necesario que salgas de tu encierro sería una buena terapia para ti
-¿lo ves armando? Tu nieto tiene razón es mas dime donde vives y paso por ti el jueves a las cuatro de la tarde
-no, no creo que sea buena idea.
-usted pase por él además yo los acompaño.
Aquella mañana había despertado tarde y al escuchar la música tan fuerte que sonaba en la radio, me dirigí a la sala y al entrar el ruido que producían la escoba y los taconeos de mi nieta me indicaron que ella se encontraba bailando, apreté los párpados con fuerza tratando de imaginarla a la vez que le decía:-¿estás muy contenta hoy verdad?
-¡ay abuela! Con un danzón como este ¿a quien no se le antoja bailar?¿a poco no te acuerdas de tus tiempos?. Aventó la escoba, se acercó a mí y dejando mi bastón a un lado me hizo bailar con ella, claro que yo lo hacía torpemente pero me divertía.
-¡me vas a tirar muchacha!
¿lo ves abuela?, ¿no que no sabías bailar?
-¡yaa, ya basta, déjame! Te pareces a norma la muy loca quiere que la acompañe precisamente a eso… a bailar danzón.
-¿y dónde queda eso?
-pues… no sé… parece que allá por donde estaba el cine Reforma.
-¡ah, si! Ya sé donde, ¡pero ahí van puros ruquitos!
-¿y eso que? Ahí se va a bailar no a ligar, como dicen ustedes.
-¿quieres ir abuela?
-contigo si, para demostrarte lo bello que es escuchar la música; ¡porque para nosotros los ciegos
-es lo más hermoso que Dios nos ha dado, poder alimentar nuestro espíritu y corazón con las notas de un buen danzón!.
-¡órale! Que inspirada estás, me da gusto que tengas ganas de salir y vivir otra vez, solo por eso el jueves nos vamos de reventón.
Ese jueves mi nieta, más alocada que de costumbre, me llevó hasta la plaza, iba describiendo cada detalle que ahí había de pronto dijo: -ahí está tu amiga abuela ¿quieres sentarte junto a ella?
-claro que si… ¡buenas tardes Norma! ¿Cómo estás?
-¡Amelia, que bueno que viniste! Ven siéntate aquí, a mi lado ¡verás que bien la vamos a pasar!
Y ahí en la plaza sentadas una al lado de la otra hacíamos remembranzas del pasado mientras la música empezó a sonar, me dí cuenta de que a mi lado había una silla vacía, entonces una voz interrumpió nuestra plática.
Perdonen ¿está desocupado este lugar?
-si, claro que si.
-gracias. Gracias gracias
Dijeron tres voces diferentes. Yo me sonreí imaginando a aquellos tres caballeros, cuando uno de ellos invitó a mi nieta a bailar, por supuesto ella aceptó, apenas se habían alejado un poco cuando otra voz invitaba a mi amiga. Me sentí sola aunque a mi lado aún permanecía uno de aquellos hombres, de pronto.
-parece que nos han dejado solos ¿verdad?
-¿eh? ¡ah si, si!
-¿a usted le gusta bailar?
-bueno si pero…
-pero no tiene con quien ¿verdad? No me explico porque a una mujer que huele tan bonito no han venido a invitarla ¿me permite?
-pero es que, yo no puedo…
-que, estoy muy viejo o muy feo?
-no, nada de eso, la verdad es que…
No se preocupe si no sabe bailar yo la llevo.
Sin saber como ya me tenía tomada de la mano y fuimos hasta donde las parejas bailaban. Pasamos un buen rato entre bromas y risas, éramos como un par de chiquillos haciendo travesuras. No fue la única vez, cada semana nos encontramos ahí en el mismo lugar, así nació una muy bonita amistad, y una de aquellas ya tan esperadas tardes, mientras me arreglaba con una gran coquetería…
Jazmín-¡ay abuela, te ves tan diferente desde la primera vez que fuimos a bailar
Gerardo-mira nada mas desde que bailaste con doña Amelia parece que te inyectaron ánimos para seguir viviendo
Amelia- si vieras que bonito se siente que la traten a uno como una dama ¡hace tanto tiempo que no me sentía así!
Jazmín-¿y ya sabe don armando que eres invidente?
Armando- no, ella no sabe que estoy ciego
Gerardo-¿y porqué no se lo has dicho?
Amelia-porque… no quiero que me tenga lástima, me siento tan agusto con él
Jazmín-abuela ¿no te estarás enamorando?
Armando- a lo mejor ¿Por qué no? Si no fuera porque no puedo verla ya le hubiera pedido que fuera mi compañera no solo para bailar sino para guiarnos juntos por la vida, ¿me vas a acompañar otra vez?
Jazmín- claro que si abuela, te digo un secreto? Don armando tiene un nieto que me gusta, yo no sé si le gusto pero…
Gerardo- pero hoy mismo le voy a pedir que sea mi novia
Armando- que bueno hijo me da gusto que tú también ya sientes cabeza y te intereses por una chica buena y respetuosa como debe ser esa muchacha
Gerardo- abuelo ¿y cuando le vas a decir la verdad? Que eres invidente para que doña Amelia no viva engañada
Amelia- tienes razón hija, aunque he tratado de que el no se de cuenta que no veo, se lo tengo que decir para que no me siga haciendo falsas ilusiones.
Después de ese diálogo salimos rumbo a la plaza pero yo caminaba despacio tratando de retrasar el momento amargo de la verdad, al menos ese era mi temor. Al llegar ya nos esperaban Armando y su nieto quien al acercarnos dijo:
-ustedes tienen muchas cosas de que hablar ¿verdad abuelo?, ven Jazmín vamos a ayudar a colocar el sonido.
Nos dejaron solos, sentí que mi corazón estallaría de la angustia pues no sabía cual iba a ser la reacción de Armando al saberlo todo.
-bueno, pues creo que ha llegado el momento de la verdad…
-¿Qué quieres decir con eso?
-que he sido el hombre mas feliz del mundo por haberte conocido y que no sé como lo vayas a tomar pero siento algo dentro de mi que lo has despertado tú con tu presencia…
-espera, no, no digas nada… no sabes el miedo que tengo de afrontar este momento… pero tienes razón las mujeres como yo no tenemos derecho a la felicidad.
-¿porqué dices eso?
-porque me imagino que me tienes lástima y por eso has tratado de acercarte a mi a pesar de…
-¿a pesar de que?
-de que estoy ciega
-¡¿quéee?! ¡No puede ser, Dios mío!
-¿lo ves?, ¡¿no me digas que no te habías dado cuenta desde el primer momento en que me conociste, cuando te acercaste a mi, y aspiraste aquel perfume que me había puesto mi nieta?!.
-si, porque si nosotros los ciegos no podemos ver, si podemos percibir el perfume de las flores… sentir sobre nuestros cuerpos el calor del sol… o en nuestra cara la suavidad del viento… tocar con nuestras manos y dejar que nuestros dedos miren por nosotros sentir cada partícula de este mundo que fue creado por amor.
-¿tú, también…?
-estoy ciego, si, pero no del alma porque mientras exista en el mundo una ilusión habrá para nosotros una luz de esperanza… y existirá el amor.
No dijo mas… solo me abrazó con una inmensa ternura y yo no supe si reír o llorar de la emoción y mi corazón quiso gritar a voz en cuello ¡escuchen todos hoy es un día muy especial, volví a nacer! ¡todooos a bailaaaar!
Fin.