Texto publicado por Toni Fernández Ortega

un texto argumentativo sobre la solidaridad (algo generalizado)

hola a tod@s! veréis, estaba repasando unas actividades que tengo que entregar el viernes de la próxima semana y he releído un texto que escribí ayer por la tarde en una hora libre que teníamos. no sé si realmente lo escribí así por lo que digo al final de él, pero como siempre, sus pido una opinión sincera; a ver qué os parece! gracias en adelantado:

¿cuántos hombres corruptos que han estado robando dinero como sanguijuelas ahora están pagando por ello durmiendo sobre cartones en las frías y peligrosas calles del primer mundo? Nadie lo sabe, pero todos ellos se lo merecen, pues ahora entienden qué es lo que sufre toda esa gente que nunca a nadie le ha importado porque estaba demasiado ocupado administrando sus riquezas (obtenidas honradamente, o mayoritariamente no), como para darse cuenta de que necesitaban ayuda. En los EEUU hay gente muriendo en los hospitales, muere gente que precisa unos tratamientos que no se otorgan porque la sanidad es privada. En el mismo país, estrellas de cine y políticos van en limusinas, aviones lujosos o helicópteros de última generación, de allá para acá, dando fidedignas muestras de su insufrible opulencia mientras “los muertos de hambre” se desencajan los cráneos entre ellos; un sangriento torneo en el que el premio es la comida y gana el último que quede en pie. En nuestro país, más negro que blanco, y no por la falta de nieve si no por el dinero, las organizaciones de Cáritas, Unicef, o Intermón, entre otras, ofrecen ayuda a la gente que la necesita, esa es la teoría. Algunos nombres de peso (en el bolsillo, no de palabra) tienen la suficiente desfachatez como para acudir a los bancos de ropa o alimentos y gorronear a sus anchas; algunos realmente perdemos la confianza cuando se hacen campañas para ofrecer alimentos y otros productos de primera necesidad asumido lo visto. Por otra parte, a los que realmente necesitan ayuda se les hace callar sin más ofreciendo algo que parece la salvación, la panacea a todos los problemas: en el caso de los alcohólicos, el ministerio de salud y bienestar les ofrece una paga mensual. Creo que es una muy buena decisión, así pueden gastarse 800€ en vino, cerveza y otras tantas, llegar a casa sin poder abrir la cerradura (o las dos cerraduras que ven) que a la mañana siguiente se despierten con un terrible dolor de cabeza y que piensen que no sirven para nada; para que finalmente acaben ahorcándose sólos en sus casas que así habrá que mantener a uno menos. La gente los ve como deshechos sociales, igual que a los drogadictos, cuando son personas humanas que tienen los mismos derechos que nosotros. La excusa de que ya son personas mayores y deben ser responsables de sus vidas parece, sin embargo, la perfecta coartada para olvidarles, olvidar que sin una ayuda profesional (que cuesta dinero) no podrán salir del oscuro pozo en el que se han sumido. Hay centros para rehabilitar a las personas, pero si realmente nos preocupasen los que nos están llamando a gritos en silencio, (en este último caso) nos ocuparíamos de controlar que todos y cada uno de ellos pudiesen reinsertarse en una sociedad que les juzga por lo que son, y no por cómo se sienten ante el mundo; el estado nunca ha visto morir a un hombre sólo y desamparado. Este texto me sirve, a parte de hacer los deberes, para desahogarme y expresar que según mi parecer, todos somos unos hipócritas pero no tenemos la culpa; la sociedad nos ha hecho así. Por mucho que cualquier persona pueda leerlo, ya sea un profesor, o un alto mando del gobierno (ni que fuera el más alto), nada va a cambiar, pues nadie quiere rebajar su nivel de vida, nadie quiere dejar las marcas de lado, nadie quiere perder la ocasión de tener productos de última generación; nadie quiere pensar que los demás existen. He perdido completamente la esperanza de conseguir aquel glorioso mundo que todos soñábamos de niños, en los que los unos nos ayudábamos a los otros, en los que no había guerras y todos éramos iguales en todos los sentidos; somos demasiado egoístas todavía. Y si no he usado ninguna vez la palabra solidaridad, que es el tema sobre el que he de escribir, es porque pienso que es tan relativa que podría confundirse con la lástima. Las personas que requieren que los demás sean solidarios no necesitan que caigan falsas lágrimas por ellos, si no hechos y acciones: los africanos que mueren de hambre en las regiones más meridionales del continente necesitan aprender a cultivar y no que les den la comida.