Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Para Elisa.

Para Elisa

Sentado ante el piano, Beethoven improvisa las primeras notas de “ Para Elisa “. A poca distancia de él, sobre una butaca forrada en terciopelo verde, Elisa permanece inmóvil: el cabello abundante y castaño cae sobre sus frágiles hombros, brillantes los ojos, inclinada la cabeza, con una sonrisa de éxtasis curvando suavemente sus labios. La tarde se rompe en hebras de oro y esa luz postrera que llena la habitación le da a su estática figura el aspecto de una virgen renacentista.

Los dedos toscos y gruesos del músico van y vienen con destreza por el teclado y en su rostro redondo y picado de viruela se refleja una honda emoción. La melodía vigorosa y ágil avanza, crece, vibran los tonos medios, las notas agudas y el ronco temblor de graves acordes. Y mientras en la imaginación del artista los almendrados ojos y la dulce sonrisa de la muchacha se encadenan a los largos períodos de las apasionadas oraciones musicales, ella piensa en el duque de R: su amante.

Jorge muñoz gallardo