Texto publicado por Toni Fernández Ortega

muchos creen que la magia de la navidad y las doce campanadas significan el comienzo de 0 de una nueva vida, una oportunidad más para hacer lo correcto, pero igual que el tiempo está presente en todos nosotros también lo están todas aquellas acciones que hemos llevado a cabo (sean buenas o malas). La vida sigue su curso igual que un río que muere en la mar o en otro mayor; dándonos solamente una oportunidad para tomar una decisión sin poder hacer una pausa para meditar sobre qué es lo correcto, o lo mejor. nunca vuelven a nosotros aquellos que se fueron antes de hora o en su momento, por su propia voluntad o por culpa de quién sabe qué y eso a veces nos hace plantearnos si realmente vale la pena vivirla, porque en ocasiones el dolor que nos producen las situaciones en las que nos encontramos envueltos es mayor (según cada uno) que el placer que suponen los éxitos o el mismo placer. ¿pero qué sería de nosotros si no sufriéramos y todo fuera bonito? nunca valoraríamos lo que tenemos ni siquiera nuestra suerte de poder aprovechar todo lo que tenemos para lograr grandes cosas. Sólo tengo un objetivo este año: conseguir el perdón de alguien a quien hice daño; nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco es imposible.