Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

¿Dolor de cabeza en berano?

Controlar el dolor de cabeza en verano.

El exceso de sol, dormir poco o los cambios bruscos de temperatura pueden
contribuir a sufrir cefaleas veraniegas
Autor: Por NÚRIA LLAVINA RUBIOFecha de publicación: 20 de agosto de 2012

- Imagen: galfred -El dolor de cabeza puede dificultar mucho la vida a las
personas y disminuir el rendimiento laboral, así como las relaciones sociales.
En definitiva, impide llevar una vida normal y pasar unas buenas vacaciones
cuando llega el verano. En esta época, a pesar de la reducción del estrés, la
cefalea puede ser un malestar habitual. En este artículo se explica cuáles son
los principales motivos de la aparición de dolor de cabeza en verano y qué hacer
para evitar que las migrañas estropeen estos meses de mayor tranquilidad.
Los cambios de hábitos del verano pueden aumentar la frecuencia de desarrollo
del dolor de cabeza o de las migrañas, alerta el Instituto Universitario USP
Dexeus (Barcelona). Los motivos son varios, pero están relacionados con el
cambio de hábitos respecto al resto del año y la importante presencia del sol
veraniego, mucho más intenso que en otras estaciones. En paralelo, la Sociedad
Española de Neurología (SEN) ha advertido que el calor y las altas temperaturas
incrementan las migrañas (una de las cefaleas más graves).
¿Por qué aumenta el dolor de cabeza en verano? Hay muchos motivos que pueden
provocar dolor de cabeza en verano. Más allá de las altas temperaturas, en
verano, muchas personas susceptibles a sufrirlo están más expuestas a los
factores precipitantes, que en invierno controlan de manera mucho más rigurosa:
Alteraciones de las rutinas del sueño. El hecho de que haya más horas de luz
durante el verano modifica la segregación de hormonas y el sueño, un factor
importante en el desarrollo de cefaleas. En el invierno, la segregación de
melatonina se da hacia las 12 de la noche y como único pico, mientras que en
verano se dan dos picos, uno a la misma hora y otro hacia las 6 de la mañana.
Esto provoca un sueño de menor calidad e, incluso, despertares nocturnos.
Cambios de hábitos y de alimentación. El abandono temporal de las rutinas
habituales (como llevar a los niños al colegio), el aumento de consumo de
alimentos que pueden provocar dolor de cabeza y de alcohol son factores que
predisponen al malestar.
Exposición prolongada al sol. La cefalea relacionada con la insolación es un
malestar que se manifiesta sobre todo en la frente y que se acompaña de
náuseas, visión borrosa y, en casos extremos, puede llegar a provocar golpe de
calor y pérdida de consciencia.
Luz intensa del sol. El cerebro es sensible a la estimulación sensorial, y la
luz es uno de los estímulos más potentes.
Viajar. Durante las vacaciones también pueden generarse momentos de tensión
por el simple hecho de viajar. La propia tensión del desplazamiento, preparar
las maletas, organizar el viaje y pretender que todo vaya a la perfección
puede ser contraproducente y provocar un malestar innecesario si todo se
realiza con calma y tranquilidad. Asimismo, viajar muchas horas en coche puede
provocar también cefalea.
Variaciones barométricas propias del verano. Los científicos han detectado,
aun sin saber la causa desencadenante, que determinados pacientes pueden verse
afectados por las tormentas de tarde, frecuentes en verano.
Estímulos fríos causados por un cambio brusco de la temperatura corporal, bien
por la ingesta de una bebida muy fría o de un helado. Esta cefalea está
directamente relacionada con el verano, y afecta a la parte inferior y
anterior del cerebro. Es un dolor brusco, violento, casi como un latigazo. En
general, son muy breves y no suponen mayor complicación.
9 consejos para evitar la cefalea en verano Como en muchas enfermedades, lo
mejor es prevenir y controlar los factores que precipitan la cefalea. Aunque en
verano se baje la guardia por la reducción del estrés y la relajación de las
vacaciones, no hay que excederse. Según los especialistas, hay otras
recomendaciones a tener en cuenta:
Mantener una rutina en los horarios de sueño.
Seguir una dieta semejante a la del resto del año.
Consumir de forma moderada alcohol, café y bebidas excitantes.
Reducir la exposición excesiva al sol y buscar sombras.
Usar ropa adecuada (ancha y de colores claros para absorber menos el color),
emplear protectores solares y, sobre todo, hidratarse de forma constante. Se
recomienda, asimismo, llevar calzado abierto. Para evitar un mayor
calentamiento corporal, también se recomienda llevar el pelo recogido en caso
de tenerlo largo.
Respecto a la alimentación, a pesar de que no a todas las personas les afecta
del mismo modo, conviene que quienes sean propensos eviten alimentos como el
chocolate o el queso curado. Además, si se toman durante la noche y
acompañados de alcohol, la mezcla puede ser un fuerte potencial de dolor de
cabeza. Los embutidos también pueden ser un factor de riesgo importante.
Conviene tomar bebidas frescas y evitar el alcohol, el café y otras bebidas
excitantes.
Utilizar gafas de sol para la protección ocular. También gorras que, además de
proteger del calor, protegen ligeramente de la luz. Hay que estar seguro de
llevar unas gafas de calidad y adquiridas en comercios autorizados.
Hay remedios naturales que pueden ayudar a aliviar esta dolencia una vez se ha
desencadenado, como las compresas frías en la frente o la nuca. No se
recomienda el hielo directamente aplicado en la piel.
Antes de emprender un viaje, es aconsejable ingerir algún alimento e
hidratarse bien. En los viajes es mejor poner música relajante aunque no
demasiado lenta.
Verano e insomnio
El calor, el ruido, una vida social más activa, la sequedad ambiental del aire
acondicionado, las siestas más largas o las comidas excesivas, ir a dormir más
tarde, el aumento del consumo de estimulantes o de tabaco e, incluso, el cambio
de colchón, son aspectos que provocan que durante el verano y las vacaciones se
sufra más insomnio y despertares nocturnos. El organismo debe habituarse al
cambio de temperatura y al aumento de horas de luz, y ello requiere de tiempo.
Un aumento de la cantidad de luz produce una mayor estimulación de la retina
que, a su vez, provoca dificultad a la hora de dormir. Con todo, el verano es un
"estimulador" del insomnio que hay que evitar, incluso en personas que durante
el resto del año no tienen problemas para dormir. Porque quitar horas de
descanso produce debilidad, depresión, ansiedad, hipertensión, disminución del
rendimiento físico y mental, irritabilidad, pérdida de reflejos, enrojecimiento
de los ojos e inflamación de los párpados y las temibles migrañas.
Mojarse los brazos, la nuca, buscar el lado frío de la almohada o utilizar un
ventilador pueden ser recursos que, aunque no funcionan ni siempre ni a todo el
mundo, pueden ayudar.