Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Cuento animalístico argentino.

EL CHINGOLO

Había una vez un hombre muy forzudo, pero muy jactancioso.

Una vez pasó por el lugar donde se construía un templo de anchos muros y fuertes columnas. Al verlo dijo, lleno de soberbia:

- ¡Gran cosa es esto, soy capaz de echarlo al suelo de una patada!- Y así lo hizo, festejando su atrevimiento a carcajadas.

El juez mandó prenderlo y engrillarlo, y de este modo lo condujeron a la cárcel. El castigo de Dios fue más severo que el de los hombres. Por su vanidad y por su profanación fue convertido en chingolo -Zonotrichia capens-.

Por eso este pajarito conserva su bonete de presidiario, anda siempre nervioso, y como aún lleva puestos los grillos, sólo puede caminar a saltitos.