Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Curiosa reflección.

LOS CINCO MEJORES LAMENTOS DE LOS QUE VAN A MORIR

Bronnie Ware pasó años trabajando en cuidados paliativos, atendiendo a
pacientes terminales en sus últimas 12 semanas de vida. Le impactó tanto
que decidió
contar su experiencia en un blog llamado Inspiration and Chai, donde
reprodujo los últimos deseos de sus pacientes.

El éxito fue tal que al poco tiempo lo plasmó en un controvertido libro
titulado 'Los cinco mejores lamentos de los que van a morir'.

Ninguna mención al sexo, tampoco les importaba irse sin haber probado
experiencias vibrantes como hacer puenting o no haber cumplido con otros
clásicos
como escribir un libro o plantar un árbol.

Ware habla de la claridad y de la visión espectacular que tiene la gente
al final de sus vidas, y cómo podemos aprender de su sabiduría. "Cuando
les preguntaba
de qué se arrepentían o si hubieran hecho algo de manera diferente, casi
siempre me respondían lo mismo".

"La lista era larga, pero en el libro traté de centrarme en los cinco
más comunes", explica la autora.

Estas son las "confesiones sinceras y reales de las personas que cuidé
en su lecho de muerte".

1. Ojalá hubiera vivido a mi manera
Muchos se quejaban de no haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a
sí mismos, sino a lo que los demás esperan de ellos.
"Cuando se dan cuenta que su vida está a punto de terminar y miran hacia
atrás, es fácil ver cuántos sueños se han quedado en el camino. La
mayoría no
había cumplido aún ni la mitad de sus sueños y tenía que morir sabiendo
que era debido a las decisiones que habían tomado".

2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro
Ware afirma que ésta era la frase más repetida por los pacientes de sexo
masculino. Casi todos los hombres que cuidó sufrían por haberse perdido
la infancia
de sus hijos, la juventud de sus hijos y lamentaban no haber disfrutado
más de la compañía de su pareja. Sentían que habían malgastado tanto sus
vidas;
comprendieron tarde que no se debe basar la existencia en el trabajo.

3. Ojalá hubiera tenido el coraje de expresar mis sentimientos
A menudo las personas renuncian a sus sueños e ideales por el bien de
los demás. Ocultan sus sentimientos con el fin de mantener la paz de su
entorno.
Como resultado, se conforman con una existencia mediocre y nunca llegan
a ser lo que en realidad quieren ser o lo que realmente son capaces de
hacer. "El
origen de muchas enfermedades tiene relación con la amargura, la
frustración y el resentimiento que esto conlleva", explica Ware.

4. Ojalá hubiera mantenido el contacto con mis amigos
"Casi todos se acordaban de sus viejos amigos y recordaban con pesar los
mejores momentos vividos a su lado, lamentando no haber sido capaces de
mantener
esa amistad con el paso de los años. Querían despedirse de ellos, pero
no siempre fue posible localizarlos", cuenta Ware.

"A veces nos sentimos tan absorbidos por nuestras propias vidas, que es
como si estuviéramos atrapados y renunciamos a uno de los mayores
tesoros de la
vida, la amistad. He sido testigo de la profunda pena y arrepentimiento
que esto ha ocasionado a mis pacientes, les atormentaba no acerca haber
dedicado
a sus verdaderos amigos el tiempo y esfuerzo que merecían. Todo el mundo
echa de menos a sus amigos cuando se están muriendo", añade la enfermera.

5. No he sabido ser feliz
Otra revelación sorprendente: muchos de los pacientes no se dan cuenta
hasta el final de sus vidas de que la felicidad es una elección. Se
quedan atascados
en viejos patrones y hábitos. El llamado 'confort de familiaridad'
interfiere con su salud emocional.

Por eso insisto que uno de los principios claves para la vida es
entender que lo único que necesito para ser feliz es una actitud
agradecida ante la vida.
Que la queja es un imán para la desgracia.
Nos quejamos tanto de lo poco que nos hace falta que dejamos de
agradecer lo mucho que tenemos.
Que es fácil agradecer cuando las cosas están bien ¡Por supuesto!,
cualquiera lo hace. Pero que, la verdadera gratitud se forja es cuando
las cosas están
complicadas...

El miedo al cambio les lleva a pensar que están contentos con lo que
tienen, cuando en el fondo anhelaban hacer otras cosas, como reírse más
y hacer tonterías",
concluye Ware.