Enlace publicado por Toni Fernández Ortega

un encuentro inesperado (con música de fondo por cortesía de los Kamelot)

y allí estabas tú, vestida de rojo, imponente, apasionante y apasionada, tumbada en la cama de mi habitación mientras la nieve cubría el tejado que había de ocultar nuestras fechorías; le conté a la dama blanca que venías a verme esta noche y se puso muy contenta. Ahí estaba yo, tumbado a tu lado, vestido igual que tú, sintiendo tu respiración con todo lo que en esos momentos pude usar para percibirte. Oír tus suspiros, notar tu aliento en mi cuello, tu cuerpo contra el mío, ni una sola palabra innecesaria y los labios a trabajar en la única función que en ese momento debían desempeñar. Haciendo ademán de levantarme te dije que tenía hambre, que no tardaría mucho, iba a la cocina y enseguida volviste: me agarraste la cara y juntaste de nuevo nuestras vocas; en la vida había probado una onza de chocolate tan rica como la que por arte de magia salió del beso de la que yo creí que era la mujer más bonita del mundo. Ahora no hay tiempo para recordar lo que pasó después de ese día, porque aunque el resto pudo ser un infierno, tú y yo fuimos uno durante un tiempo que fue eterno para los dos; y a nuestro gusto. Reconócelo pequeña, fuimos felices un tiempo, consumamos nuestra felicidad una noche, pero somos totalmente incompatibles y aunque nos queríamos, ambos lo sabíamos. Dejemos de torturarnos, de odiarnos, de provocarnos dolor sintiendo placer, dejemos el pasado, el presente y el futuro, dejémonos de historias, dejémonos en paz; dejémonos! puede que algún día seamos felices otra vez, llevamos años sin hablar y no sé nada de ti aunque tampoco sé si quiero saber; lo que sí sé es que sé quien soy, lo que soy y cómo soy. Es hipócrita la vida? lo es el destino? lo es poner una canción de amor cuando ocurre un desamor? quién lo sabe? a quién le importa? ni siquiera, ni tú ni yo sabemos si esta historia fue real; ni siquiera sabemos si tú y yo lo somos.