Fichero publicado por Miguel Ángel Rodríguez Sánchez

Doce millas

Sinopsis:
La ciudad de Ginburk está situada al este de Pigeon Forge, entre Laurel y Gatlinburg, en el condado de Sevier, Tennese. En 1978 constaba de treinta mil habitantes y la principal actividad económica era la agricultura. Por aquel entonces el PIB per cápita ascendía a doce mil dólares. Si tenemos en cuenta que el PIB per cápita nacional era de ocho mil trescientos dólares, no es difícil llegar a la conclusión de que la ciudad atravesaba un período de esplendor, que se mantuvo durante varios años. Hasta finales de los años ochenta, los pobladores de Ginburk se dedicaban principalmente al cultivo de trigo y la explotación ganadera, pero la sobreexplotación del suelo y el abuso de fertilizantes industriales, provocaron el deterioro de las tierras más fértiles de la región, con el subsiguiente perjuicio. Hacia el año mil novecientos noventa la mayoría de las tierras eran improductivas, y los agricultores, incapaces de devolver sus créditos, quebraron. Al menos un ocho por ciento de ellos decidieron probar suerte en sectores productivos más rentables. Incluso, hubo quienes emigraron a otras regiones. Pero la mayoría sufrió un duro varapalo. No querían abandonar sus tierras. Estos agricultores fueron los que sufrieron con mayor dureza la crisis que sobrevino durante los siguientes años. No fue hasta finales de la década de los noventa, con la llegada al poder del alcalde M. C. Foster, cuando la economía de la ciudad volvió a dinamizarse. Foster era un hombre inteligente y con estudios que propuso realizar prospecciones a gran escala en toda la región, con la esperanza de encontrar recursos que permitieran un desarrollo sostenible y, al mismo tiempo, les sacara de la pobreza. Era una decisión desesperada que ni siquiera fue necesario consultar con los votantes. De hecho, nadie esperaba que bajo el suelo hubiera algo con valor. Pero se equivocaban. A mediados de año, un grupo empresarial chino interesado en realizar prospecciones en la zona contactó con la oficina de Foster. Una semana después tuvieron una reunión a puerta cerrada y, al cabo de quince días, firmaban un acuerdo de concesión por un período de cien años. Siete meses, dos semanas y un día más tarde, Foster recibió un fax de Unix Industrias en el que se confirmaba la existencia de Grafeno, un mineral utilizado para crear componentes electrónicos. La carta era escueta. Indicaba que las reservas eran abundantes. Pedía, además, la tramitación acelerada de los permisos pertinentes para el inicio de la explotación a gran escala, y valoraba en unos tres mil los puestos de trabajo que se crearían durante su mandato. Aquella noche Foster no durmió..