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una tenista chilena discapacitada va a los juegos paralímpicos #fb
mejor se los pongo entero:
Francisca Mardones: “Es muy difícil vivir luchando contra la sobreprotección”
Esta tenista discapacitada nos representará en los Juegos Paraolímpicos de Londres. El camino no ha sido fácil porque se enfrenta todos los días al dolor crónico, pero aún así se considera una privilegiada que ha cumplido su sueño.
Por María José Errázuriz L.
Londres no será el centro del deporte universal sólo en el mes de julio. También lo será en septiembre, cuando ahí se desarrollen los XIV Juegos Paraolímpicos.
Chile tendrá en la oportunidad cuatro representantes, uno de ellos, la tenista Francisca Mardones, quien acaba de clasificar para el certamen después de una intensa gira de dos meses en donde, entre torneo y torneo, logró escalar del puesto 27 al 25 del ranking mundial y ganarse con ello el cupo.
Conseguirlo no fue tarea fácil; han sido años de rehabilitación y lucha contra la adversidad. A sus 34 años una lesión medular incompleta la tiene en silla de ruedas y, aunque puede caminar apoyada con un bastón, el dolor crónico que padece hace ello impracticable.
Tenía sólo 23 años y trabajaba en un hotel de lujo en las Islas Vírgenes, cuando un violento huracán cambió drásticamente su vida; en medio de la tormenta, cayó a un barranco provocándose la lesión en la columna.
Estuvo más de un año hospitalizada, soportando una operación tras otra sin buenos resultados e intoxicada con medicamentos para combatir el dolor. Cuando ya se daba por vencida, un médico aseguró que podía ayudarla, cuestión que se transformó en una esperanza hecha realidad.
Hoy el dolor crónico persiste y lo maneja con la mente, ya que no quiso seguir medicándose. “Añoro correr, saltar, pero por sobre todo, añoro un día sin dolor”, dice.
“Es fuerte darse cuenta que todo lo que uno puede hacer en el día como persona normal para algunos no es tan fácil. El cuerpo es una máquina que hay que cuidar y muchos no tienen conciencia de ello. Uno toma riesgos y no se da cuenta de las consecuencias que eso tiene”, agrega.
Antes del accidente era una deportista comprometida con el atletismo, el basquetbol y el voleibol. A los 5 años ganó una carrera en bicicleta y se prometió ser tan buena como para llegar a los Juegos Olímpicos, sin embargo, a los 16 comprendió que ello no sería posible porque no se había dedicado a ninguna especialidad de manera exclusiva.
Aún así, insistió en la veta deportiva y entró a la universidad a estudiar Educación Física, pero un choque automovilístico la postró y sacó finalmente, de esa ruta. Por eso, partió a las Islas Vírgenes en medio de sus estudios de administración hotelera.
A los 28 años, tras 4 de intensa rehabilitación, el deporte reapareció en el horizonte. Un hada se cruzó en su vida y la invitó a practicar tenis como discapacitada; en poco tiempo ya estaba en el circuito mundial con los Paraolímpicos en la mira.
“Me siento una privilegiada, he logrado cumplir un sueño de toda la vida. He luchado las 24 horas del día por eso”, afirma.
-Tu recuperación fue larga y dura. ¿En algún momento dudaste de lograrlo?
“No, todo el mundo sí. Todos decían ‘la perdimos’, pero yo era la única que tenía esperanza. Estando hospitalizada, miraba por la ventana y al ver un pájaro me decía que todo iba a ser pasajero y que iba a salir adelante si me lo proponía”.
-Hoy tienes el título de discapacitada, ¿qué ha implicado?
“Prefiero el título de discapacitada al de inválida, porque inválida no soy. Y más aún prefería usar el título con capacidades diferentes, porque creo que puedo hacer el 99% de las cosas que hace el resto, pero de manera adaptada. Manejo con un auto adaptado y viajo por el mundo sola; muchas veces la gente me pregunta ¿cuándo se va a mejorar? y yo contesto ‘de qué’, como si estuviera enferma.
“Es súper importante la actitud que uno tenga en la vida; si llego pidiendo ayuda, todos me tendrán lástima, pero si llego como si no ha pasado nada, de verdad no hay tema”.
-¿De verdad en tu vida no ha pasado nada?
“Ahora lo entiendo así, pero antes no. Me preguntaba por qué, pero ahora sé que todo lo que me pasó fue para que pudiera llegar a cumplir mi sueño, llegar a las olimpiadas. Este era mi destino, aunque el camino se haya enchuecado”.
-Muchos te deben decir que eres una resiliente.
“Tuve en una época bajones, depresión, tratando de entender lo que me pasaba, pero nunca me duraron mucho, porque siempre he mirado las cosas de manera positiva. Para mí, la etapa más fuerte fue cuando me quitaron todos los remedios por estar intoxicada, pero eso, que fue lo más difícil, ya lo superé.
“De hecho, no hay día que tenga dolor, pero he aprendido a convivir con él en el día a día. Lo he hecho mi partner”.
-Más allá de tu discapacidad, ¿sientes que la sociedad te pone más obstáculos?
“Es muy difícil vivir luchando contra la sobreprotección; es verdad que te entregan mucho cariño, pero te limita que otros quieran hacer las cosas por ti. Hay personas en mi situación que se acomodan en esa posición, pero yo creo que hay que ser independiente y tener proyectos de vida”.
-¿Cómo se comporta el chileno? ¿Experimentas el doble discurso?
“Es verdad, en las cosas más prácticas como el respeto de los estacionamientos no hay conciencia. Me indigna ver que algunos se estacionan, se bajan del auto, se hacen el cojo cinco pasos y después sigue corriendo, pero así somos. Dan rabia estas actitudes individuales”.
-¿El Estado está al debe en cuanto a políticas para discapacitados?
“Históricamente lo ha estado, pero en los últimos años he visto avances. Desde hace algunos meses los autos de discapacitados ya no están sujetos a la restricción vehicular y eso es un gran paso, pero falta mucho”.
-¿Y en el deporte?
“A mí me ha costado muchísimo. Mi familia no ha tenido ni una posibilidad de ayudarme porque mi padre tiene Parkinson desde hace 20 años. He golpeado puertas con la misma testarudez con la que me he rehabilitado; al principio me pedían resultados, pero ahora me pescan. La CCU aceptó darme una oportunidad, creyeron en mí y ese fue el inicio de esta relación que tenemos. También, tras los logros, me apoya ADO, pero aún así todo es difícil, porque yo necesito vivir y no recibo sueldo”.
Aunque enfrenta dificultades, Francisca ha querido tender la mano a otros. Hace cuatro años presentó un proyecto de escuela de tenis en la municipalidad de Las Condes y hoy cuenta con 50 alumnos, gran parte de ellos con discapacidad mental. Además da charlas motivacionales en colegios y empresas donde aprovecha de promover la integración. “El 90% de las cosas en la vida son positivas, depende de uno salir adelante”, asegura.
no es motivador?