Texto publicado por Horus Rincon

¿Qué soy yo?

Todos los derechos a sus respectivos autores, yo solo traduzco la obra original que está en latín.
Realmente debo decir que fue muy difícil traducir este pequeño relato, y no ayuda si te prohiben usar google traductor. Traten de traducir un texto en un idioma (latín) más difícil que el inglés... uf, estoy mentalmente cansado.

¿Qué soy yo? Muchos me dirán: un ser humano, un joven, un niño, alguien único y especial… pero no, no es así.
No soy especial. Nadie lo és, y vivimos engañándonos con estas mentiras adornadas para no creer lo contrario, para ocultar nuestras debilidades que más tememos… somos simples, simples animales de carne y hueso, de hueso y sangre, de sangre e instintos. Tenemos consciencia, si. ¿Pero de qué nos sirve eso si a la primera de cambio, venderíamos incluso a nuestra madre por un poco de algo material?
Admitamos o no, en lo más profundo de nuestra pútrida y oscurecida alma, todos somos mezquinos. Demonios hambrientos de reconocimiento, de amor, de atención. ¡Demonios! incluso los niños reflejan como espejos nuestras hórridas verdades. ¿Qué es un niño sino nuestro reflejo? Los niños son una plaga, nos decimos algunos. Pero son nuestra plaga, pues de nosotros nacen. Y alguna vez fuimos así como ellos, mezquinos, crueles, inhumanos, bestias sedientas de atención y maldad enmascarada con inosencia. Robamos, mentimos, traicionamos… y al final, todo por un bien mayor. ¿El fin justifica los medios, no?
Triste lo és,
Que tan bajo cayéramos por un poco de… ¿de que me sirve continuar con esta diatriba? Si nadie oirá mis lamenteros gritos, mis gorgoteantes silvidos, nadie oirá mis jadeos desesperados por aire cuando mi cuerpo luche en un vano intento por obtener eso tan precioso…
Pero óyeme, por favor. Ruego de rodillas para que mi voz no caiga en silencio y oídos sordos, que mi lenta agonía llegue a término ya. ¿De qué nos servirá? Tanto por luchar, ver nuestros sueños y metas cumplir, si al final nuestros vehículos carnosos se pudrirán, derramando su contenido visceral sobre el empolvado suelo, la sangre escurriendo por nuestros labios, los gusanos devorando lentamente y con el pasar del tiempo nuestra carne en putrefacción, dejando al final… nada. Solo polvo, polvo y suciedad. Suciedad y huesos, huesos blancos y nacarados, nacarados y limpios. Limpios de la carne, de carne y vida. y cuando eso ya no quede, solo habrá la nada absoluta. Un inmenso vacío y ausencia de algo, ese algo que no podemos definir, discernir, identificar…
Y como alguna vez yo a un pastor le oí decir… nuestro Mantra al Dios Pastor es: la guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza. Todos los hombres nacen iguales, pero algunos hombres son más iguales que otros.

Amén.