Texto publicado por Miguel Ángel Rodríguez Sánchez

El cuervo y el gorrión

El cuervo y el gorrión.
Hace ya mucho tiempo un cuervo y un gorrión se hicieron amigos. Un día que estaban buscando comida, el cuervo vio unos granos de pimentero puestos a secar sobre una esterilla.
-¡Mira qué granos de pimentero! -dijo el cuervo al gorrión-. ¡Vamos a ver quién de los dos come más!
-Bueno -repuso el gorrión.
-Entonces el que gane se comerá al otro -dijo el cuervo.
El gorrión se echó a reír, pues pensó que el cuervo estaba bromeando. ¡Los amigos no se comen uno a otro!
El gorrión fue comiendo los granos perfectamente, pero el cuervo hizo trampa. Por cada grano que el gorrión se comía, él escondió tres más debajo de la esterilla, sin que el gorrión se diera cuenta.
-¡He ganado! ¡Voy a comerte! -dijo el cuervo.
Fue entonces cuando el gorrión se dio cuenta de que el cuervo hablaba en serio.
-Bueno -dijo-. Lo prometido es deuda. Pero antes de que me comas tienes que limpiarte el pico, pues todo el mundo sabe que eres un pájaro muy sucio, y que a veces comes cosas repugnantes.
Entonces el cuervo se dirigió hacia el río y exclamó:
-Río, río, dame agua. Limpia mi pico, hazme limpio para comer al gorrioncito.
El río respondió:
-¿Quieres agua? Bueno, pero todo el mundo dice que comes cosas repugnantes. Si quieres lavarte el pico en mi corriente, antes debes ir a buscar un cántaro, que podrás llenar con toda el agua que desees.
El cuervo se fue al pueblo en busca del cántaro y exclamó:
-¡Alfarero, alfarero, hazme un cantarito para llenarlo de agua y lavar mi pico, para ponerme limpio y comer al gorrioncito!
El alfarero repuso:
-¿Deseas un cántaro? Bueno, pero no tengo arcilla. Tráeme arcilla y te haré un cantarito.
El cuervo se fue al campo y empezó a cavar para amontonar arcilla con su pico.
La tierra dijo:
-Todo el mundo sabe que comes cosas sucias y repugnantes. No puedo permitirte que caves en mí, a menos que sea con una pala.
El cuervo se fue a ver al herrero del pueblo, que estaba trabajando en una rueda.
-¡Herrero, herrero, hazme una pala para coger arcilla, para coger agua, para lavar mi pico, para ponerme limpio, para comer al gorrioncito!
El herrero le contestó:
-¿Deseas una pala? Bueno, pero ya estás viendo que no tengo fuego en la fragua. Si quieres que te haga una pala, tienes que traerme un poco de fuego.
El cuervo se fue a la casa más próxima de un campesino. La mujer del campesino estaba cocinando arroz en el patio. El cuervo exclamó:
-Campesina, campesina, dame fuego para hacer una pala, para coger arcilla, para hacer un cántaro, para coger agua, para lavar mi pico, para ponerme limpio, para comer al gorrioncito.
La mujer del campesino repuso:
-¿Deseas fuego? Bueno. ¿Pero cómo vas a llevarlo?
-Pues, pónmelo a la espalda -dijo el cuervo.
La mujer del campesino puso el fuego en la espalda del cuervo, y al instante las plumas empezaron a echar llamas. El cuervo ansioso quedó hecho un montón de cenizas. Pero el buen gorrión vivió hasta edad muy avanzada.
(Versión de Ashraf Siddiqui).