Texto publicado por Daniel Ayala, El testigo

Texto del día miércoles 30 de junio del año 2021.

“Examinando las escrituras”.
Texto del día miércoles 30 de junio del año 2021.

Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia
(1 Ped. 5:2).

Jehová les ha confiado a los ancianos la importante labor de pastorear a sus siervos. Los ancianos pueden aprender mucho de cómo trató al pueblo de Jehová el gobernador Nehemías. Debido a la posición que ocupaba sobre Judá, tenía mucha autoridad
(Neh. 1:11; 2:7, 8; 5:14).
Veamos con qué complicada situación se encontró. Se había enterado de que los judíos habían contaminado el templo y no les daban a los levitas el apoyo económico que fijaba la Ley. Además, no respetaban el sábado y algunos se habían casado con extranjeras. Así que Nehemías tendría que hacer algo al respecto
(Neh. 13:4-30).
No abusó de su autoridad obligando a los judíos a obedecer sus propias normas. Más bien, oró con intensidad a Jehová para que lo guiara y le enseñó al pueblo la Ley de Dios
(Neh. 1:4-10; 13:1-3).
Además, fue humilde y hasta trabajó junto con sus hermanos en la reconstrucción de las murallas de Jerusalén
(Neh. 4:15).
w19.09 15, 16 párrs. 9, 10

La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo.

1 Pedro 5:2.
2 pastoreen el rebaño de Dios que está a su cuidado, sirviendo de superintendentes; no lo hagan por obligación, sino de buena gana ante Dios; tampoco lo hagan por amor a ganancias deshonestas, sino con empeño,

Nehemías 1:11.
11 Jehová, por favor, mantén tus oídos atentos a la oración de tu siervo y a la oración de los siervos tuyos que con gusto temen tu nombre. Por favor, haz que a tu siervo le vaya bien hoy. Haz que el rey se compadezca de mí”. En ese tiempo yo era copero del rey.

Nehemías 2:7, 8.
7 Luego le dije al rey: “Si al rey le parece bien, que me den cartas dirigidas a los gobernadores de la región que está al oeste del río Éufrates para que me dejen pasar libremente hasta que llegue a Judá. 8 Que también me entreguen una carta dirigida a Asaf, el guarda del Parque del Rey, a fin de que me dé madera para hacer vigas para las puertas de la Fortaleza de la Casa, para las murallas de la ciudad y para la casa donde viviré”. Y el rey me dio las cartas, pues la bondadosa mano de mi Dios estaba conmigo.

Nehemías 5:14.
14 Además, desde el día en que el rey me nombró gobernador en la tierra de Judá —desde el año 20 hasta el año 32 del rey Artajerjes, 12 años en total—, ni yo ni mis hermanos hemos comido la comida que le corresponde al gobernador.

Nehemías 13:4-30.
4 Antes de eso, el sacerdote que estaba a cargo de los cuartos de almacén de la casa de nuestro Dios era Eliasib, que era pariente de Tobías. 5 Eliasib le había facilitado a Tobías un cuarto grande de almacén. Allí se guardaba antes la ofrenda de grano, el olíbano, los utensilios y la décima parte de los cereales, del vino nuevo y del aceite que les correspondía a los levitas, a los cantores y a los porteros. Allí también se guardaba la contribución para los sacerdotes. 6 Durante todo ese tiempo yo no estuve en Jerusalén, porque en el año 32 del rey Artajerjes de Babilonia yo había vuelto adonde estaba el rey. Sin embargo, algún tiempo después le pedí permiso para ausentarme. 7 Entonces regresé a Jerusalén y me di cuenta de la barbaridad que Eliasib había hecho para complacer a Tobías: le había facilitado un cuarto de almacén en el patio de la casa del Dios verdadero. 8 Esto me indignó tanto que arrojé todos los muebles de Tobías fuera del cuarto de almacén.
9 Después ordené que limpiaran los cuartos de almacén y volví a poner allí los utensilios de la casa del Dios verdadero, la ofrenda de grano y el olíbano. 10 También me enteré de que los levitas no habían estado recibiendo la parte que les correspondía. Por eso los levitas y los cantores que servían allí se habían tenido que ir, cada uno a su propio campo.
11 Así que reprendí a los gobernantes subordinados y les dije: “¿Por qué permitieron que se descuidara la casa del Dios verdadero?”. Luego reuní a los que se habían ido e hice que volvieran a realizar sus funciones. 12 Y todo Judá llevó la décima parte de los cereales, del vino nuevo y del aceite a los cuartos de almacén. 13 Entonces puse al sacerdote Selemías, al copista Sadoc y a Pedaya, uno de los levitas, a cargo de los cuartos de almacén. El ayudante de ellos era Hanán, hijo de Zacur, hijo de Matanías. A todos se les consideraba hombres de confianza. Ellos tenían la responsabilidad de entregarles a sus hermanos la parte que le correspondía a cada uno.
14 Dios mío, acuérdate de mí y de lo que he hecho en este asunto. No borres de tu memoria el amor leal que he demostrado por tu casa y por los servicios que se realizan en ella. 15 En aquellos días vi que había gente que pisaba los lagares de vino en sábado, que recogía cereales y los cargaba en burros y que traía a Jerusalén vino, uvas, higos y todo tipo de productos en sábado. Así que les advertí que dejaran de vender provisiones en ese día. 16 Además, los tirios que vivían en la ciudad traían pescado y mercancías de todo tipo, y se lo vendían a la gente de Judá. Lo hacían en Jerusalén en sábado. 17 Así que reprendí a los nobles de Judá y les dije: “¿Pero cómo se atreven a cometer esta gran maldad de profanar el sábado? 18 Eso fue lo que hicieron sus antepasados, y por eso nuestro Dios nos mandó todas estas desgracias a nosotros y también a la ciudad. ¿Y ahora ustedes se ponen a profanar el sábado? ¿Acaso quieren hacer que Dios se enoje todavía más con Israel?”.
19 Así que, en cuanto las sombras empezaron a cubrir las puertas de Jerusalén, antes de que comenzara el sábado, ordené que se cerraran y que no se abrieran hasta que terminara el sábado. También puse a algunos de mis ayudantes a vigilar las puertas para que nadie trajera ninguna mercancía en sábado. 20 Por eso los comerciantes y los vendedores de todo tipo de mercancías pasaron la noche fuera de Jerusalén una o dos veces. 21 Entonces les advertí: “¿Qué hacen aquí? Si vuelven a pasar la noche enfrente de la muralla, los echaré de aquí a la fuerza”. A partir de entonces dejaron de venir en sábado. 22 Además, les dije a los levitas que debían purificarse con regularidad y venir a vigilar las puertas para que el sábado se mantuviera santo. Oh, Dios mío, acuérdate también de esto y ténmelo en cuenta. Tú, que estás lleno de amor leal, ten compasión de mí. 23 Por ese entonces también vi que algunos judíos se habían casado con mujeres asdoditas, ammonitas y moabitas.
24 La mitad de sus hijos hablaba asdodeo y la otra mitad el idioma de otros pueblos, pero ninguno de ellos sabía hablar el idioma de los judíos. 25 Así que reprendí a esos judíos y los maldije, golpeé a algunos de los hombres y les arranqué los cabellos, y los hice jurar por Dios. Les dije: “No casarán a sus hijas con los hijos de ellos. Tampoco casarán a sus hijos con las hijas de ellos ni se casarán ustedes con ellas.
26 ¿No fue esa la razón por la que pecó el rey Salomón de Israel? Entre muchas otras naciones no hubo un rey como él. Su Dios lo amaba, y por eso lo hizo rey de todo Israel. A pesar de eso, incluso a él lo hicieron pecar sus esposas extranjeras. 27 No puedo creer que ustedes se hayan atrevido a cometer esta gran maldad. ¿Cómo han podido serle infieles a Dios casándose con mujeres extranjeras?”.
28 Y uno de los hijos de Joiadá, hijo del sumo sacerdote Eliasib, era yerno de Sanbalat el horonita. De modo que lo eché de mi lado. 29 Dios mío, acuérdate de ellos, pues han contaminado el sacerdocio y el pacto del sacerdocio y de los levitas. 30 Yo purifiqué al pueblo de toda contaminación extranjera y organicé las responsabilidades de los sacerdotes y de los levitas, de cada uno según su servicio.

Nehemías 1:4-10.
4 Al oír eso, me senté y me puse a llorar. Y estuve de duelo durante días, ayunando y orándole al Dios de los cielos. 5 Dije: “Oh, Jehová, Dios de los cielos, el Dios grande e imponente que cumple su pacto y les muestra amor leal a los que lo aman y obedecen sus mandamientos, 6 por favor, mantén tus oídos atentos y tus ojos bien abiertos, y escucha la oración de tu siervo, la oración que hoy te hago. Día y noche oro por tus siervos, los israelitas, y confieso los pecados que el pueblo de Israel ha cometido contra ti. Hemos pecado, tanto yo como la casa de mi padre. 7 Sin duda alguna nos hemos corrompido y hemos pecado contra ti al desobedecer los mandamientos, las normas y las decisiones judiciales que le diste a tu siervo Moisés.
8 ”Por favor, recuerda lo que le dijiste a tu siervo Moisés: ‘Si ustedes me son infieles, yo los esparciré por los pueblos. 9 Pero, si vuelven a mí y obedecen mis mandamientos, aunque hayan sido esparcidos hasta el último rincón de la tierra, de allí los juntaré y los traeré al lugar que he escogido para que mi nombre resida en él’. 10 Ellos son tus siervos y tu pueblo. Tú los rescataste con tu gran poder y con tu poderosa mano.

Nehemías 13:1-3.
13 Ese día se le leyó al pueblo el libro de Moisés. Y vieron que decía que nunca se debía admitir ni a los ammonitas ni a los moabitas en la congregación del Dios verdadero, 2 ya que ellos no habían recibido a los israelitas con pan y agua. Al contrario, le habían pagado a Balaam para que los maldijera. Pero nuestro Dios convirtió aquella maldición en una bendición. 3 Así que, en cuanto el pueblo oyó la Ley, empezó a separar de Israel a todos los de origen extranjero.

Nehemías 4:15.
15 Nuestros enemigos se enteraron de que habíamos descubierto lo que estaban planeando y de que el Dios verdadero había frustrado su plan. Entonces todos nosotros volvimos a trabajar en la muralla.

Fuente de consulta:
BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
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