Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez

Recuerdos... (se acuerdan de daraní?)

RECUERDOS

Se paró frente a la ventana desde la cual se veía el mar, lanzó un profundo suspiro mientras sus pensamientos volaban mas allá de las fronteras del monstruo azul, si aquí atardecía allá estaba por llegar el amanecer pintando con los rayos de la aurora un cielo rojo, un monte naranja y seguro que el perfume de los jazmines ya se sentía en todo aquel lugar. No pudo reprimir una lágrima al evocar el rostro de su padre, lleno de arrugas y quizá a este tiempo también de canas. Su madre en la carta solo le decía que estaba un poco enfermo ¿pero ¿qué tan enfermo? Escuchó el ruido de la reja que se abría para que entrara el auto de su marido, esta vez Santiago tendría que darle una solución para viajar a su casa.
Entró corriendo Damián, su pequeño, quien abrazándola fuerte le dijo: - mami, te extrañé mucho, aunque papá e Irene jugaron conmigo en el parque, no son tan divertidos como tú. Jajajajajaja se oyó la risa cantarina de la nana mientras replicaba: -ya ve señora como este niño prefiere estar con usted mas que con cualquier otra persona. -Anda mi niño ve con tu nana a tomar tu merienda mientras yo hablo con tu padre. -Pero luego me llevas a la cama tú, para que me cuentes un cuento antes de dormir. -Si pequeño, anda ve.
Daraní, dijo Santiago, ¿no estarás pensando en tu idea de viajar a México? Ya te dije que no puedo abandonar mi empleo por ahora, además que haríamos con la casa y el colegio del niño, tú sabes que he pagado por adelantado todo este año, me parece una necedad tu petición en estas condiciones. Mira Santiago, yo dejé mi trabajo, mi carrera, mi país y hasta mis padres por venir contigo y a eso tú no le das el mas mínimo valor, ahora bien, solo te estoy pidiendo un tiempo para viajar con el niño y la nana en caso de que tú no quieras ir. Como mi necedad es muy grande y la tuya aún más, te comunico que mañana empiezo con los trámites para nuestro viaje y por lo económico no te preocupes, yo tengo suficiente dinero.
La noche era cerrada, en el cielo no había ninguna estrella y la luna parecía un pequeño hilito blanco que colgaba a lo lejos, Irene se escurrió por el corredor mientras escuchaba la agria discusión que sostenían sus patrones. Ya en el jardín la esperaba Miguel, su novio, quien al verla lanzó uno de esos suspiros profundos que son capaces de tirar un pájaro si lo tocaran, ella corrió a sus brazos y después de un largo beso le contó lo que pasaba en casa. -pero morenita ¿estás diciéndome que te vas mañana? ¡por la virgen del Pilar! ¿Qué voy a hacer sin ti? Según oí, solo es por un tiempo corto pues la señora quiere ir a ver como está su padre y yo aprovecharé para visitar a mi madre ¿sabes? Hace mucho que he querido ir por ella, ésta es una gran oportunidad para traérmela, he ahorrado lo suficiente para regresar con ella en avión. -Aún así, paloma mía, moriré de tristeza el día que no te pueda ver. Mi amor, solo es un breve tiempo, así descubriremos también que tanto nos amamos, porque si es poco tu amor o el mío, en una noche lo olvidaremos. -¡Joder morenita! ¿estás pensando que te amo poco? Si yo sería capaz de dar mi sangre por ti. -Eso el tiempo lo demostrará, dijo ella mientras le cerraba los labios con un beso apasionado diciéndole adiós.
En la sala de espera Rosa se estrujaba las manos nerviosa, hacía cuatro años que su niña, como llamaba a Irene, se había marchado para ayudar a su patrona con el niño, desde entonces solo algunas llamaditas por teléfono y alguna carta de vez en vez pero sentía que había perdido mucho de su juventud lejos de ella puesto que era lo único que tenía en el mundo y ahora al saber que vendría desde un día antes se hospedó en un hotel cercano al aeropuerto para recibirla. Un grito a lo lejos la sacó de sus pensamientos: - ¡Mamá, mamá, aquí estamos!, sin pensarlo dos veces Rosa corrió a su encuentro. -¡Niña de mi alma, cuanto tiempo sin verte!, la estrechó fuerte entre sus brazos, ya no era la pequeña flacucha que se había ido, ahora era toda una señorita y muy hermosa por cierto, con un cuerpo de modelo, sus ojos negros llenos de vida, su pequeña boca risueña, su largo pelo rizado pero sobre todo su piel morena que recordaba el color de su raza mestiza. Se despidieron de Daraní y el niño, ellos tomarían otro vuelo rumbo a Yucatán unas horas mas tarde. Abrazadas salieron del aeropuerto felices de estar juntas.
Atardecía cuando el avión empezó su descenso hacia el aeropuerto, desde el cielo Daraní contemplaba con un halo de tristeza y alegría la selva y a lo lejos el mar, Damián emocionado le hacía mil preguntas a las que ella respondía cada vez que podía ya que muchas de ellas eran acerca de las culturas antiguas y por no estar segura, le prometía buscar la información suficiente para responder después. descendieron del avión, a ellos no los esperaba nadie, Daraní sintió que un escalofrío recorría su piel y abrazó a su pequeño para sentirse bien. Aquella noche la pasarían en Mérida porque el transporte que los llevaría a su pueblo Akil, saldría al día siguiente a las 8:00 horas.
El poblado es muy pequeño, solo con lo mas esencial en él, su gente supersticiosa y algunas veces hostil con los forasteros, al pasar por la plaza hubo para ellos alguna mirada cariñosa pero la mayoría fueron de recelo y hasta agresivas. Damián sintió miedo y tomó de la mano a su madre para darse valor. Al tocar a la puerta de la humilde vivienda les abrió una mujer de rostro cenizo quien hizo una mueca de enojo al ver a Daraní, casi le cierra la puerta en la nariz cuando su madre salió y se echó en sus brazos llorando con desconsuelo. Xóchitl le contó entre sollozos que un día antes habían enterrado a su padre y del delantal sacó una carta que entregó a su hija. “Querida hija: estoy seguro que vendrás por eso he dejado esta carta para ti y los tuyos, perdóname por haber querido separarlos, por haberle mentido a Santiago cuando vino a buscarte, en fin, perdón por todo lo que hice en nombre del amor. Hija mía, te ruego nunca abandones a tu madre pues solo cuenta contigo ya que las tierras de cultivo me las han quitado por no sé qué razones, no las pelees porque no quiero que salgas lastimada o termines muerta de alguna bala perdida ¡ya ves como arreglan las cosas por aquí!, llévate a tu madre lejos. no la dejes que sufra al saber que la he dejado sin nada.
Te quiero mi pequeña y amo a ese niño que me diste por nieto.”
Daraní no supo si su llanto era de dolor por la pérdida de su padre o por las injusticias que él había vivido durante los últimos años. Abrazó fuerte a su madre bajo la mirada de angustia del niño quien cada vez se sentía más incómodo en el lugar.
Pasado un tiempo, se instaló en Mérida, desde ahí pensaba dar la pelea contra aquellos que estaban despojando a su gente de la tierra que poseían desde tiempos remotos, su madre angustiada, le pidió que no hiciera nada porque aquellos malvados podían tomar represalias en su contra, pero ella cegada por el dolor y la indignación hacía caso omiso e inició su recorrido por todas las oficinas de gobierno buscando el apoyo necesario. No tardó en dar frutos su busca. Aquella mañana viajaría hasta el pueblo con un diputado y el secretario de la reforma agraria para entrevistarse con el delegado de la comunidad y así empezar con la investigación del problema de las tierras. -Señor Grijalva, estamos aquí porque tenemos conocimiento de anomalías que se están dando en este distrito acerca de los terrenos ejidales la señorita Luébano, aquí presente, tiene en contra de ustedes una demanda por despojo de tierras ¿puede decirme algo al respecto. Grijalva, hombre obeso, chaparro, moreno y ojos maliciosos, fijó la mirada en la chica con una rabia contenida mientras siseaba algunas palabras en maya, a lo que Daraní clavó sus hermosos ojos verdes en el rostro grasiento de aquel viejo mientras le contestaba en el mismo dialecto. René, el diputado, pidió con paciencia que hablaran español porque el dialecto ellos no lo entendían. Daraní le lanzó una sonrisa mientras le decía: - solo contesté el saludo amable de este vejete. Grijalva, haciendo un gran esfuerzo por contenerse les explicó que él no tenía conocimiento del caso y que en su comunidad todo estaba bien como siempre, a lo que el diputado contestó:-ah!, ¿de modo que no pasa nada? Entonces no habrá problema con que la señorita tome posesión de las tierras de su padre y haga con ellas lo que le venga en gana. Grijalva pegó un respingo al tiempo que respondía: - po´s que lo haga, bajo su responsabilidad.
Pasados algunos meses Daraní volvió al lugar acompañada ahora con topógrafos quienes harían el levantamiento de sus tierras y elaborarían los planos necesarios para que pudiera venderlas. Al iniciar los trabajos pronto se vieron rodeados de hombrecillos armados que pedían se identificaran, Daraní se puso al frente del grupo mientras les decía: - estas tierras son de mi padre, tengo los documentos que lo acreditan y también el permiso de la reforma agraria para venderlos así que no traten de intimidarnos porque lo que hacemos es legal. Un hombre de aquellos se acercó pistola en mano a ella diciéndole: - pos serán de su padre o de quien usted quiera, pero no nos da la gana que los venda y ahora mismo podemos desaparecerlos a todos ustedes y aquí nunca llegaron. Ella armada de valor lo enfrentó al tiempo que le decía: -no te estás enfrentando con una campesina analfabeta, soy médico veterinario y conozco mis derechos, además esta es gente de la reforma agraria así que si desaparecemos no tardarían en hacer una investigación a conciencia. Los hombres se miraron entre sí y hablaron en su dialecto. Retrocediendo el cabecilla le gritó a Daraní: - ¡no te saldrás con la tuya, ya tendrás noticias de nosotros!

Santiago, ofendido en un principio, optó por no llamar a su familia, pero el silencio de ésta y el paso de los meses ya lo tenían angustiado. Ahora arrepentido de todo trataba en vano de comunicarse con su esposa pues cada vez que marcaba su celular, le decía la voz del teléfono “el número que usted marcó está ocupado o fuera del área de servicio”, mil veces había llamado a Irene y ella mil veces le contestó que también estaba angustiada por la señora pues tampoco podía comunicarse con ella, creía estar segura de que algo malo pasaba pero su madre no la dejaba ir en su busca y ahora menos lo haría porque ya tenía un trabajo que atender.
Era una de esas madrugadas en las que Santiago, dando vueltas en la cama, no podía conciliar el sueño, de pronto el sonido del celular le hizo brincar, en seguida reconoció la voz de Irene quien con la voz entrecortada por los sollozos trataba de explicarle algo que él no entendía, algo así como: Damián perdido… las tierras… los matones… ¿pero qué diablos dices niña? No entiendo nada. -pues no trate de entenderme y venga lo mas pronto posible a México. Dos días después arribaban al aeropuerto de la ciudad de México, iba acompañado por Miguel, el eterno enamorado de Irene, ahí los esperaban ella y su madre, luego de las presentaciones de rigor Santiago pidió a Irene le contara paso por paso todo cuanto sabía, mientras almorzaban le contó todo lo que Daraní había vivido desde su llegada al país, de vez en cuando volteaba con ojos llenitos de amor a ver a su Miguel quien le correspondía con una sonrisita llena de complicidad. Esa misma noche estaban los cuatro en Mérida, llegaron al domicilio que Daraní le diera a Irene, les abrió Xochitl, quien deshecha en llanto les contó que Darani tenía un día en el pueblo buscando a Damián que llevaba ya tres días perdido. ¿y la policía que dice? Interrogó Rosa. -Pues ellos lo andan buscando también. Santiago sintiendo que la tierra se abría para tragarlo, preguntó ¿en qué podemos trasladarnos a ese lugar? Xochitl le dijo que a esa hora solo en taxi podrían llegar, ya estaba muy avanzada la noche cuando llegaron, sin embargo, la gente del poblado aún tenía una reunión en la plaza, buscaron a Daraní y solo la mujer que había estado en su casa el día que llegó, quiso hablar con Xochitl, le explicó que esa tarde la bruja del pueblo había andado gritando la leyenda del diablo y Daraní así como los policías se habían marchado hacia el lugar de las tres cruces. ¿qué demonios es eso de la leyenda del diablo?, preguntó Santiago, Xochitl le dijo: - escucha con atención, te la relataré a ver si encuentras algo:
“No te apartes del camino y avanza a prisa sin mirar atrás”, le decía Esteban a su hermanito, de nombre Juan. “Algo nos viene siguiendo, corre por tu vida
y recuerda no voltear”, insistía el mayor de los hermanos, que horas antes habían ido por leña hasta el paraje encantado.

Todos los lugareños sabían que no debían quedarse hasta tarde por esos rumbos, ya que, desde tiempo atrás, se contaba que ahí se aparecía un ser encantado
que atemorizaba hasta el más valiente y corajudo de los hombres, otros afirmaban que el mágico espectro era el temido kisín (diablo en lengua maya).

En su loca carrera, los muchachos se apresuraban a llegar hasta un lugar donde se encontraban tres viejas cruces de madera, para salvarse del peligro que
los perseguía. Muchas historias cuentan que, si alguien era alcanzado, el diablo se los llevaba a sus dominios y nunca regresaban al mundo de los vivos.
En el mejor de los casos, las víctimas perdían el conocimiento y despertaban sumergidas en una locura demencial que no les permitía pronunciar palabra
alguna hasta el día de su muerte.

La sabiduría popular dictaba que, si llegaban hasta el santuario instalado a la vera del camino, el peligro se esfumaba como por arte de magia, ya que se
les atribuían poderes mágicos a esas cruces, las cuales eran conocidas como las “Tres Santas Cruces”, por los habitantes de aquella época.

Sólo el mayor llegó

Esteban logró llegar, pero al voltear se dio cuenta que estaba solo, buscó de inmediato a su hermanito, pero sus intentos fueron fallidos, entonces dio
aviso a las autoridades del pueblo, que junto con varios hombres y voluntarios organizaron una búsqueda para dar con Juan, pero después de diez infructuosos
días, renunciaron a la búsqueda.

Sin embargo, Esteban se sentía responsable de la pérdida, por lo que decidió seguir con la búsqueda, desafiando los consejos de sus mayores que le decían
que su hermanito había sido llevado al infierno por el diablo, seguramente, por haber volteado y mirar al ser demoniaco, sentenciaron.

Al joven poco le importaron las palabras y haciendo gala de la rebeldía de sus años mozos se encaminó, escopeta en mano, al paraje para encontrar al desdichado
de Juan. Caminó por todas las veredas y milpas del lugar, pero no lograba localizarlo, por lo que decidió quedarse hasta entrada la noche y enfrentarse
con el captor de Juan.

Mientras tanto, los padres de Esteban, al percatarse que éste no regresaba a la casa, revisaron entre las cosas y se dieron cuenta de que faltaba el rifle
de la familia. Temiendo lo peor, decidieron ir en busca de su hijo, no les fue complicado decidir hacia dónde dirigirse, ya que sabían que en Santa Cruz
hallarían lo que buscaban.

Gritando lo más fuerte que podían, llamaban a su hijo, pero no obtenían resultados satisfactorios, por lo que se internaron en la obscuridad de la noche
y atravesaron las tres cruces que los protegían mágicamente de los peligros.

Después de avanzar como 100 metros por el camino, observaron una pequeña vereda, la cual decidieron seguir porque la mamá había escuchado sollozos. Al
internarse en el monte, como tres mecates, hallaron a Esteban paralizado, temblando de miedo y sin poder pronunciar palabra alguna; con mucha dificultad
lo llevaron hasta su hogar donde lo atendieron de las convulsiones y calenturas que sufrió por espacio de tres meses; gracias a los cuidados maternales
logró recuperarse, pero nunca más pudo pronunciar palabra alguna por lo ocurrido aquella noche y que lo había enmudecido para siempre. Se recuerda que
Esteban vivió hasta los 20 años y murió en un mundo silencioso sin poder decir y contar qué le había sucedido en aquel encantado lugar.
Santiago pagó a un joven del lugar para que les sirviera de guía, él y Miguel irían hasta el lugar de las cruces, las mujeres se quedarían en el poblado, en la casa de Xochitl, porque la misión podría ser peligrosa. Casi llegaban al lugar, la noche era cálida y tranquila, a lo lejos se vislumbraba el fulgor de una fogata, ¡deben ser los policías y la señora!, dijo el guía, pero Miguel les pidió silencio pues estaba escuchando algo hacia el lado del río, el chico se asustó y les dijo que ni loco se metería entre los bejucos, que eso era peligroso y tal vez hasta se encontrarían con el diablo de la leyenda. Mira, le dijo Santiago, mi amigo y yo iremos allá, tú quédate aquí, si no volvemos pronto corre hasta donde están ellos y diles lo que está pasando. Con todo cuidado se internaron entre los bejucos, pronto Santiago escuchó también el llanto apagado, tratando de hacer el menor ruido posible siguieron el sonido, cerca del río vieron un bulto pequeño, se detuvieron para explorar con la mirada alrededor y al no ver nada se acercaron al niño que lloraba, tirado, atado de las manitas y amordazado. Al liberarlo el pequeño se echó en los brazos de su padre gimiendo fuerte, papá… papi… ¡estás aquí!
El joven guía al ver que no regresaban y temiendo lo peor, echó a correr hasta llegar junto a los policías y la desconsolada Daraní, les contó todo y sin pensarlo ella corrió hacia donde le señaló el joven, seguida por los policías llegaron hasta el lugar de donde procedían los gritos de Damián. Se quedó estupefacta al ver a Santiago abrazado de su hijo, uniéndose al abrazo sus lágrimas se confundieron, mas tarde, el niño ya calmado platicaba a todos lo que le había ocurrido. -¿te acuerdas mami cuando en el parque me dejaste junto a los columpios mientras ibas a traerme el helado? -claro que si amor ¿Cómo olvidar el terror que sentí al regresar y no verte más? -pues un hombre se acercó a mi y enseñándome una foto tuya me dijo que te habían atropellado y que una ambulancia te llevaba rumbo al hospital y que él me llevaría contigo pero me trajo a este pueblo y junto con otros hombres dijeron que esta noche te traerían a ti para juntos ahogarnos en el río, solo que cuando llegamos aquí al río apareció ese niño con los ojos de lumbre gritándoles algo en un dialecto raro, ellos se persignaban y echaron a correr olvidándose de mí. ¿solo eso oíste? Preguntó el guía, si, solo eso y alguno de los hombres gritaba ¡es Juanito el que se llevó el diablo!
La reunión familiar era para sellar el compromiso de Irene y Miguel quienes se desposarían unos meses mas delante, ella radiante como todas las novias no veía el momento de quedarse a solas con su amado. Rosa por su parte no dejaba de contar anécdotas acerca de su hija cuando era pequeña y junto a ella Xochitl no se quedaba atrás, Daraní sentada muy junto a Santiago, miró a Irene con complicidad y luego levantó la voz diciendo: - ¿recuerdan lo que vivimos en México hace casi un año? - ¿y cómo olvidarlo?, murmuró Xochitl, yo no sabía todos los problemas que tu padre enfrentaba, pero al fin se hizo justicia, aunque el delegado y dos de sus hombres no han aparecido, dice la gente que seguro el diablo se los llevó al infierno, todos rieron a un tiempo mientras Daraní decía: -lo bueno que ahora solo son recuerdos…
Fin.
Marilupis

(nota del autor: la leyenda no es mía, la tomé dde leyendas de los pueblos. No puse mi seudónimo porque no entendí si era con el que escribo o el de la sala de juegos)