Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Aviación sin barreras del 30 de septiembre.

Buenos días estimados amigos:  Adjunto el enlace de Aviación sin barreras, con información de medios de comunicación de Ecuador, Perú, Uruguay, Colombia,
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del Ecuador accesible para PCD.

Saludos cordiales.

El Viejo Aviador.

Aviación sin barreras, Miércoles 30 de septiembre de 2020.
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Miércoles, 30 de septiembre de 2020.

Buenos días estimados amigos:  Se afirma que con el paso de los años y al arribo a la tercera edad se va perdiendo facultades, que tan pronto las nieves
de los años platinan el cabello los movimientos se tornan más lentos y las palabras de a poco desaparecen del vocabulario, diríase que casi a diario. 

Pero todas estas quejas propias de la biología humana que no son más que una emboscada o encerrona con distinguido apellido alemán a unos cuantos millones
de neuronas, tal parece no aquejan con su afrenta a Isabel Allende, y allende su terruño sigue creando en delirante efervescencia y a renglón seguido cual
vagones de un tren, preciosas e irreverentes novelas tras novelas, siguiendo sin desmayo por las rieles paralelas sinfín del éxito, mientras sus lectores
cual postes o árboles quietos… inmóviles vía sus inmejorables aventuras, la vemos deslizarse, pasar, volar hacia la inmortalidad de su obra.  O es la autora
en intelecto y asunto de hilvanar letras como un vivo retrato de Dorian Grey joven e impertérrito al paso del tiempo, incorruptible al ocaso, y como el
interminable movimiento del péndulo y sin un ápice de alteración van surgiendo de su pluma los más excelsos libros, best sellers sine qua non, y “Largo
pétalo de mar” confirma lo antes expresado, es una novela histórica con tintes de ficción, amores prohibidos y otros que no lo son, y unos más que otros
llenos, muy llenos   de un torbellino de pasión.

Título: Largo pétalo de mar

Autora: Isabel Allende

Nota de contraportada:  En plena Guerra Civil española, el joven médico Víctor Dalmau,

junto a su amiga pianista Roser Bruguera, se ven obligados a abandonar Barcelona, exiliarse y cruzar los Pirineos rumbo a Francia. A bordo del Winnipeg,
un navío fletado por el poeta Pablo Neruda que llevó a más de dos mil españoles rumbo a Valparaíso, embarcarán en busca de la paz y la libertad que no
tuvieron en su país. Recibidos como héroes en Chile -ese “largo pétalo de mar y nieve”, en palabras del poeta chileno-, se integrarán en la vida social
del país durante varias décadas hasta el golpe de Estado que derrocó al doctor Salvador Allende, amigo de Víctor por su común afición al ajedrez. Víctor
y Roser se encontrarán nuevamente desarraigados, pero como dice la autora: “si uno vive lo suficiente, todos los círculos se cierran”. Un viaje a través
de la historia del siglo XX de la mano de unos personajes inolvidables que descubrirán que en una sola vida caben muchas vidas y que, a veces, lo difícil
no es huir sino volver.

Acerca de la autora:  Isabel Allende nació en Lima mientras su padre se desempeñaba como

Embajador de Chile en Perú. Sus padres se separaron en 1945, su madre retornaba a Chile con ella y sus dos hermanos donde vivió hasta 1953.

Entre 1953 y 1958, su familia residió sucesivamente en Bolivia y Beirut (Líbano). En Bolivia frecuentó una escuela estadounidense y en Beirut estudió en
un colegio privado inglés. En 1958 retornó a Chile y se reencontró con Miguel Frías, con quien contrajo matrimonio en 1962.

Desde 1959 hasta 1965 trabajó en la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en Santiago de Chile. En 1963 nació
su hija Paula. Los años siguientes pasó largas temporadas en Europa, residiendo especialmente en Bruselas y Suiza. De retorno a Chile en 1966, nació su
hijo Nicolás.

A partir de 1967 tomó parte en la redacción de la revista Paula, al tiempo que publicó artículos sobre diversos temas. Posteriormente realizó diversas
colaboraciones para la revista infantil Mampato y publicó dos cuentos para niños La abuela Panchita y Lauchas y lauchones y una colección de artículos
titulada Civilice a su troglodit; además trabajó en dos canales de televisión chilenos.

En 1973 estrenó su obra de teatro El embajador. Ese mismo año, se produjo el golpe de Estado encabezado por el general Pinochet, en el que murió su tío.
En 1975 se autoexilió con su familia a Venezuela. Allí permaneció 13 años trabajando en el diario El Nacional de Caracas y en una escuela secundaria hasta
1982, y publicó su primera obra teatral La casa de los siete espejos (1975).

En 1981, teniendo su abuelo 99 años y estando el mismo a las puertas de la muerte, comenzó a escribirle una carta que se convirtió en un manuscrito. La
casa de los espíritus (1982), su primera novela y, su obra más conocida. Ésta suscitó un gran interés y más tarde fue adaptada al cine (por Billie August)
y al teatro.

En 1984, publicó De amor y de sombra, la que rápidamente se convirtió en otro gran éxito y que también fue llevada al cine. Los viajes constantes que emprendió
promocionando sus libros hicieron que su matrimonio con Frías llegara a término. Divorciada de su marido, se casó con Willie Gordon el 7 de julio de 1988
en San Francisco.

En 1988, concurrió a votar en el plebiscito que hizo dimitir al General Pinochet. En 1990, con el retorno de la democracia en Chile, fue distinguida con
el premio Gabriela Mistral por el presidente Patricio Aylwin. Tras la muerte de su hija Paula, Allende publicó el libro de memorias Paula (1994).

Éste está escrito en forma de carta dirigida a su hija, cuando ésta se encontraba en coma en un hospital de Madrid. Son una memoria de sus años de niñez
y de exilio. Paula murió de porfiria en 1992.

Actualmente reside en San Rafael (California). Ha sido distinguida en la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos.

Cita 1.

“El soldadito era de la Quinta del Biberón, la leva de niños reclutados cuando ya no quedaban hombres jóvenes ni viejos para la guerra. Víctor Dalmau lo
recibió junto a otros heridos que sacaron del vagón de carga sin mucha consideración, porque había prisa, y tendieron como leños en esterillas sobre el
piso de cemento y piedra de la estación del Norte, en espera de otros vehículos para llevarlos a los centros hospitalarios del Ejército del Este. Estaba
inerte, con la expresión tranquila de quien ha visto a los ángeles y ya nada teme”.

Cita 2.

“Las voluntarias les mojaban los labios, les hablaban bajito y los acunaban como si fueran sus hijos, sabiendo que en otra parte habría otra mujer sosteniendo
a su hijo o a su hermano. Más tarde los camilleros se los llevarían al depósito de cadáveres. El soldadito tenía un agujero en el pecho y el médico, después
de examinarlo someramente sin encontrarle el pulso, determinó que estaba más allá de cualquier socorro, que ya no necesitaba morfina ni consuelo”.

Cita 3.

“En los casi tres años de práctica en la Guerra Civil de España, primero en los frentes de Madrid y Teruel, y después en el hospital de evacuación, en
Manresa, Víctor Dalmau creía haber visto de todo y haberse inmunizado contra el sufrimiento ajeno, pero nunca había visto un corazón vivo. Fascinado, presenció
los últimos latidos, cada vez más lentos y esporádicos, hasta que se detuvieron del todo y el soldadito terminó de expirar sin un suspiro. Por un breve
instante Dalmau se quedó inmóvil, contemplando el hueco rojo donde ya nada latía”.

Cita 4.

“Entre todos los recuerdos de la guerra, ese sería el más pertinaz y recurrente: aquel niño de quince o dieciséis años, todavía imberbe, sucio de batalla
y de sangre seca, tendido en una esterilla con el corazón al aire.. Nunca pudo explicarse por qué introdujo tres dedos de la mano derecha en la espantosa
herida, rodeó el órgano y apretó varias veces, rítmicamente, con la mayor calma y naturalidad, durante un tiempo imposible de recordar, tal vez treinta
segundos, tal vez una eternidad. Y entonces sintió que el corazón revivía entre sus dedos, primero con un temblor casi imperceptible y pronto con vigor
y regularidad”.

Cita 5.

“Esa pierna lo había liberado del frente; gracias a ella podía hacer la guerra desde la retaguardia.  Ingresó en el Ejército republicano en 1936, como
casi todos los jóvenes de su edad, y partió con su regimiento a la defensa de Madrid, ocupada en parte por los nacionales, como se autodenominaron las
tropas sublevadas contra el gobierno, donde recogía a los caídos, porque con sus estudios de medicina así era más útil que con un fusil en las trincheras”.

Cita 6.

“Allí, en Teruel, volvió a ver a Elisabeth Eidenbenz, a la que había conocido en el frente de Madrid, adonde ella llegó de voluntaria con la Asociación
de Ayuda a los Niños en la Guerra. Era una enfermera suiza de veinticuatro años con cara de virgen renacentista y coraje de guerrero curtido; estuvo medio
enamorado de ella en Madrid y lo habría estado del todo si le hubiera dado la más leve oportunidad, pero nada desviaba a esa joven de su misión: mitigar
el sufrimiento de los niños en esos tiempos brutales. En los meses que llevaba sin verla, la suiza había perdido la inocencia inicial, cuando acababa de
llegar a España.. Se le había endurecido el carácter luchando contra la burocracia militar y la estupidez de los hombres”.

Cita 7.

“En esas cuevas de Teruel acabaron de templársele los nervios a Víctor y adquirió el conocimiento médico que ninguna universidad podría haberle dado. Aprendió
que uno se acostumbra a casi todo: a la sangre, ¡tanta sangre!, a la cirugía sin anestesia, al olor de la gangrena, a la mugre, al río interminable de
soldados heridos y a veces mujeres y niños, a la fatiga de siglos carcomiendo la voluntad y, peor aún, a la sospecha insidiosa de que tanto sacrificio
podía ser inútil”.

Cita 8.

“Era como estar de vacaciones, porque comparado con lo vivido en el frente aquello era un paraíso de pulcritud y eficiencia. Allí estuvo hasta la primavera,
cuando lo mandaron a Sant Andreu, en Manresa. Se despidió de sus padres y de Roser Bruguera, una estudiante de música que los Dalmau habían acogido, y
a la que llegó a querer como a una hermana durante las semanas de su convalecencia. Esa joven modesta y amable, que pasaba horas en interminables ejercicios
de piano, era la compañía que Marcel Lluís y Carme Dalmau necesitaban desde que sus hijos se habían ido”.

Cita 10.

“Carme se puso en la línea y con la voz entrecortada por ataques de tos, le ordenó a su hijo mayor que fuera a casa, porque a su padre le quedaba poca
vida.  ¿Qué le ha pasado? ¡Padre estaba bueno y sano! exclamó Víctor.  El corazón no le da para más. Avisa a tu hermano, para que venga también a despedirse,
porque se nos puede ir en un abrir y cerrar de ojos.  Ubicar a Guillem en el frente de Madrid le tomó treinta horas. Cuando por fin pudieron comunicarse
por radio, en medio de una algarabía de estática y chirridos siderales, su hermano le explicó que le era imposible obtener permiso para ir a Barcelona”.

Cita 11.

“Cualquiera capaz de disparar un arma es imprescindible, Víctor, lo sabes bien. Los fascistas nos aventajan en tropas y armamento, pero no pasarán, le
dijo Guillem, repitiendo la consigna popularizada por Dolores Ibárruri, bien llamada la Pasionaria por su capacidad para encender entusiasmo fanático en
los republicanos”.

Cita 12.

“Carme era hija de un cargador del muelle, alumna de caridad de las monjas, que la estaban preparando para el noviciado desde la niñez y que nunca le perdonaron
que dejara el convento para irse a vivir en pecado con un holgazán ateo, anarquista y tal vez masón, que se burlaba del sagrado vínculo del matrimonio.
Marcel Lluís y Carme vivieron en pecado varios años, hasta la llegada inminente de Víctor, su primer descendiente; entonces se casaron para evitarle al
crío el estigma de la bastardía, que todavía en esos tiempos era una seria limitación en la vida”.

Cita 13.

“Los conservadores y la Iglesia católica, que habían invertido dinero, propaganda y prédicas apocalípticas desde el púlpito, fueron derrotados en las elecciones
generales de 1936 por el Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda. España, convulsionada desde el triunfo republicano cinco años antes, se
dividió como si un violento hachazo la hubiese partido. Con el argumento de imponer orden en una situación que juzgaban caótica, aunque en verdad estaba
lejos de serlo, la derecha comenzó de inmediato a conspirar con los militares para derrocar al gobierno legítimo, formado por liberales, socialistas, comunistas,
sindicalistas y el apoyo eufórico de obreros”.

Cita 14.

“Si antes Guillem encontraba pretextos para hacer desmanes, con la guerra ya no los necesitaba. Se abstuvo de cometer atrocidades, porque los principios
inculcados en su casa se lo impedían, pero tampoco defendió a las víctimas, a menudo inocentes, de las represalias de sus camaradas. Se perpetraron miles
de asesinatos, sobre todo de sacerdotes y monjas; eso obligó a mucha gente de derechas a buscar refugio en Francia para escapar de las hordas rojas, como
las llamaba la prensa. Pronto los partidos políticos de la República dieron orden de suspender esos actos de violencia por ser contrarios al ideal revolucionario,
pero siguieron ocurriendo”.

Cita 15.

“Al anciano se le agrió definitivamente el carácter con el advenimiento de la Segunda República, en 1931. Apenas se supieron los resultados de la elección,
que favorecieron a la izquierda, el rey Alfonso XIII se fue al exilio en Francia y don Santiago, monárquico, conservador a ultranza y católico, vio que
su mundo se desmoronaba. Jamás iba a tolerar a los rojos y menos iba a adaptarse a su vulgaridad: esos desalmados eran lacayos de los soviéticos y andaban
quemando iglesias y fusilando curas”.

Cita 16.

“Cuando yo no esté, Víctor, tú serás responsable de tu madre y de Roser, porque Guillem va a morir peleando. La guerra está perdida, hijo -le dijo entre
largas pausas para tomar aire.  No diga eso, padre.  Lo supe en marzo, cuando bombardearon Barcelona. Eran aviones italianos y alemanes. Tenemos la razón
de nuestro lado, pero eso no evitará la derrota. Estamos solos, Víctor.  Todo puede cambiar si intervienen Francia, Inglaterra y Estados Unidos.  Olvídate
de Estados Unidos, no nos va a ayudar en nada. Me han dicho que Eleanor Roosevelt ha tratado de convencer a su marido para que intervenga, pero el presidente
tiene a la opinión pública en contra”.

Cita 17.

“No debe de ser unánime, padre, ya ve que hay tantos muchachos en la Brigada Lincoln que han venido dispuestos a morir con nosotros.  Son idealistas, Víctor.
De esos hay muy pocos en el mundo. Muchas de las bombas que nos cayeron encima en marzo eran americanas.  Padre, el fascismo de Hitler y Mussolini se extenderá
por Europa si no lo atajamos aquí en España. No podemos perder la guerra; eso significaría el fin de todo lo que el pueblo ha obtenido y volver al pasado,
a la miseria feudal en que hemos vivido durante siglos”.

Cita 18.

“Nueve días después del entierro de su padre, un domingo por la tarde, Guillem Dalmau llegó a su casa sin anunciarse, en un baqueteado vehículo militar.
Roser le salió al encuentro secándose las manos en un trapo de cocina y por un momento no reconoció al hombre flaco y demacrado que dos milicianas traían
sostenido por los brazos. Llevaba cuatro meses sin verlo, cuatro meses alimentando su ilusión con las pocas frases que él le mandaba esporádicamente dando
cuenta de la acción en Madrid, sin una palabra de cariño, mensajes como informes, en hojas arrancadas de un cuaderno, escritos con letra escolar. Aquí
todo igual, te habrás enterado de cómo estamos defendiendo la ciudad, los muros están agujereados como un colador por los morteros, ruinas por todas partes,
los fascistas cuentan con municiones italianas y alemanas, están tan cerca que a veces podemos oler el tabaco que fuman, los desgraciados”.

Cita 19.

“Los rituales cotidianos de cuidar a Guillem en las miserias del tifus, de lavarlo con una esponja, vaciar la bacinilla, alimentarlo a cucharaditas con
papilla de infante, vigilar su sueño y volver a lavarlo, vaciar la bacinilla y alimentarlo en una rutina inacabable de aprensión y amor, afirmaron en Roser
la convicción de que él era el único hombre que ella podía amar. Nunca habría otro, estaba segura. Al noveno día de convalecencia, al verlo bastante mejorado,
Roser comprendió que no le quedaban pretextos para sujetarlo en cama, donde podía tenerlo entero para ella sola. Muy pronto Guillem tendría que volver
al frente”.

Cita 20.

“Con ese primer baño en la batea de lavar ropa, Guillem volvió al mundo de los vivos, después de tanto agonizar y sudar. Resucitó con el roce del trapo
con jabón, la espuma en el pelo, los baldes de agua tibia, las manos de Roser en su cuerpo, manos de pianista, fuertes, livianas, precisas.  Estoy listo
para irnos de fiesta -sonrió Guillem al verse en el espejo.  Estás listo para volver a la cama, le anunció Roser, alcanzándole una taza. Conmigo, agregó. 
¿Cómo has dicho?  Lo que oyes.

No estarás pensando en… En lo mismo que deberías pensar tú, replicó ella, quitándose el vestido por la cabeza.  ¿Qué haces, mujer? Madre puede regresar
en cualquier momento.  Es domingo. Carme está bailando sardanas en la plaza y después irá a hacer cola a la Telefónica para hablar con Víctor”.

Muy atentamente.

Luis Eduardo Cueva Serrano.

Aviación sin barreras.

Quito, Ecuador, Sudamérica.