Texto publicado por Camilo Ortiz

Los intrusos (por Camilo Ortiz)

Érase una vez, en un reino interesante, una inquietante realidad. Moraban en ella, dos intrusos que acabaron por incorporarse en ese reino e introducir sus intereses por doquier. Transformaron todo a su paso y aquel reino se convirtió en un lugar de injusticia e incertidumbre, por el gobierno de la pareja indeseable. Los felices quedaron infelices, los útiles en inútiles y los deseos de la gente mutaron en lo indeseable. Poco a poco, aquel reino espléndido se transformó en un lugar inmundo lleno de injusticia e infelicidad. Cada discurso de la pareja real comenzaba diciendo "queridos inútiles, indeseables e incapaces", de tantas veces repetidas que la gente se lo terminó creyendo.
Por tal insoportable realidad, un fenómeno que nace de lo innato dio a la luz. Todos se incluyeron, nadie se excluyó y, gracias a esto, intentaron recordar lo que eran antes. "¡Increíble lo que ha pasado"!" decían unos, "¡me siento incómodo!" decían otros hasta que un sabio, uniendo las quejas particulares dijo "¿por qué no instalamos nuevamente nuestro mundo?".
Decididos, se introdujeron en las instalaciones del palacio real. Era ya un lugar inmundo, gobernada por una pareja intolerable que, sin lugar a dudas, habían sido implacables con su gente. Apenas la pareja vio a la gente, arrancaron por inacabables laberintos para despistar a su pueblo que ya no los quería instalados en su trono.
Idos esto sabe quién donde, el sabio dijo: "queridos inútiles, indeseables e incapaces. Se fueron los indeseables pero el reino sigue acá. Permítanme solo incorporar una ley para acabar con todo esto. Insisto la importancia de este acto administrativo. Se prohibe por siempre incorporar entre los involucrados en una conversación decir el indeseable prefijo in".
Desde ese entonces, los infelices volvieron a ser felices, los inútiles en útiles y lo indeseable de la gente mutó en lo deseable. Poco a poco, aquel reino espléndido se transformó en un lugar lleno de justicia y felicidad. Finalmente, ese inmundo lugar recuperó su derecho de ser llamado mundo.