Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Aviación sin barreras del 16 de julio.

Buenos días estimados amigos:  Adjunto el enlace de Aviación sin barreras, con información de medios de comunicación de Ecuador, Perú, Chile, Argentina,
Uruguay, Colombia, España, Internacional, artículos de actualidad sobre aviación, tecnología, cultura, ecología, salud, cinco cuentos a texto completo
y la Guía de aeropuertos del Ecuador accesible para PCD.

Saludos cordiales.

El Viejo Aviador.

Aviación sin barreras, Jueves 16 de julio de 2020.
https://www.sendspace.com/file/hlg0ts

Jueves, 16 de julio de 2020.

Buenos días estimados amigos:  Si bien no es lo mismo perder un segundo de la vida que la vida en un segundo, podemos apreciar el valor que esa mínima
porción de tiempo puede aportar y valer en el noble sentimiento.  Ese valor que demos sobre lo material al amor, nos permitirá sobreponernos a la adversidad
hasta concluir que más vale vivir un solo y único segundo de amor que mil años de letargo y sopor.  Pues eso es lo que nos presenta Jordi Sierra i Fabra
en “La historia de un segundo”, una veloz e impactante mirada en la sexagésima parte de un minuto para marcar el derrotero del amor desde un ignoto pasado,
un fugaz presente y un prometedor futuro.

Título:  Historia de un segundo.

Autor:  Jordi Sierra I Fabra.

Nota de contraportada:    Ni una gran mansión, ni grandes riquezas, ni prendas de moda, a Eliseo le bastó un segundo, aquel en que su mirada se cruzó con
la de ella para que su vida estuviera absolutamente llena, porque un segundo de amor puede ser más intenso que cien años de vida.

Acerca del autor:  Jordi Sierra i Fabra nació en Barcelona en 1947, a los 8 años decidió que sería novelista.  Se encontró con pocas probabilidades de
alcanzar su sueño, entre otras cosas por la oposición paterna a que fuera escritor. 

Fue director y en muchos casos fundador de las principales revistas españolas entre las décadas de los 70 y 80.  Su primer libro lo editó en 1972, ha escrito
más de 400 obras, muchas de ellas Best sellers y ha ganado casi 40 premios literarios.

En 2006 y 2010 fue candidato por España al Nobel Juvenil, el Premio Hans Christian Andersen, en 2007 recibió el Premio Nacional de Literatura otorgado
por el Ministerio de Cultura.  Sus cifras de ventas superan los 100 millones de ejemplares.

En 2004 creó la Fundación Jordi Sierra i Fabra  en Barcelona, España y la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra en Medellín, Colombia. 

Como culminación a toda una carrera y a su compromiso ético y social, en 2010 sus fundaciones recibieron el Premio Internacional Ibi Asari de promoción
de la lectura.

Cita 1.

“En el preciso instante que la vio quedó prendado de ella, lo más hermoso, lo más singular, fue que la muchacha también le vio a él en ese preciso momento
y sus ojos fueron un reflejo de los suyos.  Era morena, de cabello muy negro, azabache, lo adornaban unas cintas de colores que caían sobre sus hombros,
perdidas entre rizos, de modo que su ligero tocado se dejaba flotar, navegar en aquel mar armónico.  Su rostro era puro, de tez pálida, en la que los ojos 
parecían dos perlas incrustadas por una mano divina”.

Cita 2.

“Eliseo no supo que hacer, iba descalzo, hasta hace unos meses antes nunca había tenido zapatos, y no tanto por viejos como por incómodos prefería caminar
sin ellos, sobretodo cuando iba con prisa y tenía que correr.  Pero más allá de la desnudez en la parte de su cuerpo que tocaba la tierra estaban sus ropas. 
Los pantalones desgastados y sujetos a la cintura con una simple cuerda, la camisa raída, el pelo revuelto, su única luz era su rostro.  Eliseo desafió
a su suerte y penetró en el templo, después de todo era la casa de Dios”.

Cita 3.

“Nunca hubiera imaginado que en un abrir y cerrar de ojos la vida pudiera cambiar tanto.  Se olvidó de todo, de su mandado, de la hora, del día y del año. 
Sólo fue consciente de que su corazón latía más rápido, nada más.  Que sus piernas cambiaran de rumbo, que su mente se adentrara en un espacio blanco suspendido
del tiempo, que perdiera toda razón fue ajeno a su voluntad.  Lo siguió por la plaza, por la calle, en dirección a la iglesia, porque un domingo por la
mañana las gentes de buena cuna acudían al templo a escuchar la palabra de Dios”.

Cita 4.

“Eliseo no apartó los ojos de la muchacha, calculó su edad.   Su corazón se paralizó cuando ella volvió la cabeza por primera vez, la segunda se aceleró
y estalló en su pecho la tercera, porque fue la de su sonrisa, dulce, evanescente igual que un suspiro de la naturaleza.  Estaban ya en la plaza, a unos
pocos pasos de la escalinata del templo, los padres caminaban despacio, confiriendo a su porte todavía más presencia”.

Cita 5.

“Cada paso sobre las frías losas, a veces por encima de tumbas selladas hacía decenas o cientos de años le hacía estremecer, pero nadie reparó en él. 
Los localizó nada menos que en la segunda fila, la primera era para las autoridades locales, la segunda y tercera para los feligreses más destacados, quizá
en el cielo también existiese esas categorías… ¿Cómo saberlo?  No le importó el detalle, salvo por el hecho de que tenía que acercarse más”.

Cita 6.

“se asomó de nuevo, cuanto más la miraba, más deseaba verla; cuanto más la sentía, más gozaba de aquel dolor de aquella herida; cuanto más recibía aquellas
sonrisas, más desnudo percibía su cuerpo y su mente se deshacía como un azucarillo.  Le costaba respirar, entonces salió el sacerdote y dio comienzo a
la misa”.

Cita 7.

“Entonces se detuvo y se agachó, fingió atarse un zapato y depositó la página arrancada al libro bajo una piedra, antes de incorporarse y alcanzar a su
institutriz.  La sangre de Eliseo recorrió su cuerpo a toda velocidad, una carrera desbocada que le provocó sudores, le dejó la garganta seca y le azuzó
las sienes hasta el punto de que su cabeza amenazó con estallarle si antes no lo hacía su corazón”.

Cita 8.

“Aunque en realidad una gota de menos era un ahorro y una de más un gasto terrible, cualquier error Eliseo lo pagaba caro.  No sabía leer ni escribir,
pero había aprendido a dispensar recetas de la botica por los colores de los medicamentos o el olor de los ungüentos.  En este sentido era listo, y su
amo le había enseñado debidamente desde que era pequeño, además las palizas le ayudaban a no despistarse y eran muchas”.

Cita 9.

“No tenía futuro, volvió a mirar aquellas letras, aquellas palabras, prestando especial atención a las subrayadas.  Ella le estaba diciendo algo, algo
que no podía… Apretó las mandíbulas, se puso en pie, guardó la página arrancada y salió de la casa a la carrera dispuesto a todo, con tal de no sucumbir
a su ansiedad, aún a riesgo de llevarse una tunda si su amo regresaba antes que él”.

Cita 10.

“Se llamaba Elena, vivía en la suntuosa mansión de la Colina dorada, una de las más nobles y egregias del pueblo, era tan inalcanzable como la luna vista
desde la Tierra.  Eliseo, ella… ¿Ella?  Arrancó esa página después de marcarla y la depositó bajo una piedra para que yo… ¿Un flechazo?  ¿Qué?  Un flechazo,
asintió el hombre al ver su expresión inocente.  ¿Yo?  ¡Vamos, despierta!  Le hizo sentarse en una silla.  ¿Quién es esa tal Elena?  Eliseo se enfrentó
a los ojos del maestro:  No lo sé, jamás la había visto”.

Cita 11.

“Hoy… Sintió un nudo en la garganta y trató de quebrarlo al decir:  Es lo más hermoso que nunca haya podido contemplar..  Pues a ella tampoco le has resultado
indiferente, agitó la página en su mano.  Eso era cierto, el mensaje habría una puerta.  Sabiendo donde se hospedan, no será difícil averiguar quiénes
son, ¿No te parece?”.

Cita 12.

“Hora tras hora y aquel mensaje repicando en su cabeza:  me llamo Elena, me hospedo en la casa de la Colina dorada.  ¿Quién eres?  Iré al templo cada domingo. 
¿Qué misterio se escondía detrás de aquella presentación inesperada, qué hermosa intención ocultaban las palabras señaladas por Elena? ¿Qué promesas trenzaban,
indicándole dónde vivían y de qué forman podrían verse todos los domingos?  Tantas preguntas, fue un día extraño, maravilloso para el recuerdo de su visión
y tenebroso, porque todo le salió mal.  Cometió tantas equivocaciones, que su amo  midió los huesos de su espalda con la fusta reservada para las grandes
ocasiones”.

Cita 13.

“Ni siquiera el doctor Quijano podría impedir que los domingos a la hora de misa, él estuviera allí cerca de ella.  Antes se escaparía, huiría para siempre,
moriría por verla un segundo.  ¿en qué piensas? Le preguntó su anfitrión.  En nada, musitó con desaliento.  ¿Puedo decirte algo?  Claro.  Sería mejor que
no soñaras.  Soñar es lo único que podemos hacer los pobres, respondió  con seguridad”.

Cita 14.

“Eliseo, tú eres algo más que pobre, repuso el profesor.  ¿qué soy?  Ignorante.  Gracias, se puso colorado.  Eres listo, muy listo, podrías hacer grandes
cosas, pero no sabes leer ni escribir, eso te convierte en una persona vulgar, peor aún, desperdiciada”.

Cita 15.

“Y encima viviendo bajo el yugo de esa mala bestia.  Pudo haberme dejado en un orfanato.  ¿Le defiendes?  Qué extraño, no te dejó en uno, porque sabía
que serías su esclavo y le servirías a cambio de nada, sólo porque tu pobre madre trabajó para él hasta su muerte”.

Cita 16.

“¿A misa? Levantó la cabeza el médico.  ¿Y para qué quiero yo ir a misa, ya pisaré la iglesia cuando me muera y ese viejo diablo que aspira a santo, me
eche el sermón?  Se refería a mí señor, le corrigió.  ¿Tú?  Le atravesó con una mirada acerada.  ¿Y qué le has dicho?  Que tengo mucho trabajo.  Tan cierto
como que hay un sol allí arriba, pero el cura ha insistido, opina que un joven como yo apartado del camino del Señor por culpa de su amo y maestro… ¿Por
mi culpa?  Pareció a punto de estallar.  Bueno, eso ha dicho él”.

Cita 17.

“Fue el sábado a media mañana, cuando de pronto comprendió que 24 horas después, lo único que haría sería verla desde la misma distancia que el domingo
anterior.  No podría acercarse, nunca llegaría hasta ella para hablarle, y siendo así… Elena jamás sabría su nombre, ni la clase de fuego que había prendido
en su corazón, ni tan siquiera que… necesitaba otro mensaje, otra página arrancada de su libro de tapas  rojas, pero para eso él tenía que hacerle llegar
su voz, su propia palabra escrita”.

Cita 18.

“La colecta fue recuperada, estaba rezando padre, consiguió decir Eliseo.  ¿Rezando?  ¡Levántate de aquí!  ¿por qué?  ¡Serás insolente!  Estos sitios están
reservados, vete más atrás.  Pero ahora no hay nadie, se sintió herido en su amor propio.  ¿Y por qué alguien ha de tener un sitio fijo en la casa del
Señor?  ¿Quieres que tenga unas palabras con ese amo cascarrabias, si te has creído al que sirves?  Eso fue determinante, se alejó del banco con celeridad”.

Cita 19.

“La plaza mayor se encontraba a unos 5 minutos a pie, nada más poner un pie en el suelo, Elena miró a su alrededor buscando algo, y lo encontró.  Allí
estaba Eliseo embobado, mirándola como si fuera una aparición celestial.  La muchacha sonrió, sus mejillas se arrebolaron, finalmente siguió a sus padres
que ya habían tomado la delantera, colocándose  a la izquierda de la institutriz.  Eliseo también se puso en marcha, colocándose a unos metros de ella,
casi podía olerla, sentirla, alargar la mano y… Si antes el reloj de la plaza parecía haberse detenido, ahora el tiempo transcurrió muy veloz”.

Cita 20.

“Al aparecer el padre Honorato en el altar seguido por un monaguillo, alargó la mano, dejó su libro de cubiertas rojas y tomó el de cubiertas negras, el
último miedo de Eliseo fue que al abrirlo su tarjeta se cayera al suelo, o que la madre de la muchacha que estaba a su lado pudiera descubrir el mensaje. 
Contuvo la respiración una vez más, Elena abrió el misal”.

Cita 21.

“El pulso de Eliseo se aceleró, otro mensaje.  Acabada la charla de los Monteagudo, convenida y rutinaria, los cuatro bajaron las escaleras, cruzaron la
plaza y se dirigieron a su coche, detenido en el mismo lugar que una semana antes.  Por dos veces Elena estuvo a punto de detenerse para dejar la página
arrancada, bajo una piedra.  La primera vez se lo impidió algo que le dijo la institutriz,, la segunda vez fue su padre quien la llamó a su lado, no tuvo
más oportunidades.  Eliseo se sintió desfallecer, y más cuando se cerró la portezuela, y más cuando el cochero fustigó al caballo, y más cuando el vehículo
empezó a rodar y mucho más cuando… De pronto, una mano apareció por la ventanilla, discreta, con el puño cerrado y la muñeca doblada hacia abajo, la mano
se abrió y soltó una bola de papel”.

Cita 22.

“Era maravilloso haberlo recibido, probaba que ella sentía lo mismo que él y sin embargo… Me gustaría conocerte y hablar contigo, lo dijo de corrido el
Profesor Florencio, pero no me dejan ver a nadie.  Eliseo se dejó caer sobre una silla, tan abatido que parecía un pellejo humano inanimado.  ¿Qué esperabas?
Dijo el maestro.  No lo sé, es más de lo que hubiera soñado”.

Cita 23.

“Un año, el próximo verano; si aguardar una semana de domingo a domingo había sido un infierno… ¿Cómo resistiría todo un año?  Eso era imposible, y sin
embargo.  Se dejó caer al suelo y recostó la espalda sobre un árbol, para todo el mundo la vida continuaba, para él… ya no, se había detenido.  Las personas
que caminaban a su alrededor hablaban, se reían, pensaban en el presente, en el mañana, cargaban con sus problemas, por supuesto:  ¿Quién no los tenía? 
Pero no estaban solas, se apoyaban unas en otras, él en cambio, no tenía nada, nada”.

Muy atentamente.

Luis Eduardo Cueva Serrano.

Aviación sin barreras.

Quito, Ecuador, Sudamérica.