Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Aviación sin barreras del 25 de junio.

Buenos días estimados amigos:  Adjunto el enlace de Aviación sin barreras, con información de medios de comunicación de Ecuador, Perú, Chile, Argentina,
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y la Guía de aeropuertos del Ecuador accesible para PCD.

Saludos cordiales.

El Viejo Aviador.

Aviación sin barreras, Jueves 25 de junio de 2020.
https://www.sendspace.com/file/s3uqn0

Jueves, 25 de junio de 2020.

Buenos días estimados amigos:  A sabiendas que esta obra dura apenas una hora, se la comienza a extrañar tan pronto toma forma lo que relata su autora
sobre la diferencia entre soñar con las pasiones del pasado y recuerdos añejos y a veces ya olvidados. 

Entre ironías y verdades   desfilan cuerpos cansados e ingratos con deseos y arrebatos de antiguas mocedades, y es cuando ellos comprenden que dejando
volar al viento esos recuerdos, deseos y pensamientos, finalmente lo único que pretenden es refrescar la alegría de lo que en ese entonces se vivía. 

¡Qué linda obra de risas y amor, las gozó el Viejo Aviador en tan solo una hora!  Libros como el actual dan pena que pronto terminen, ojalá tales semillas
germinen  y fructifiquen con igual calidad.

Título:  Olor a rosas invisibles.

Autora:  Laura Restrepo.

Nota de contraportada: ”He ahí a Don Luis, un caballero entero y satisfecho, que puede mirar con orgullo la vida que va dejando.  Su esposa y sus hijos
lo esperan en casa, mientras él repasa los años de juventud cómodamente instalado en la butaca de su despacho.  Esa calma otoñal, solo se ve perturbada
por el recuerdo de Eloísa, un amor lejano en el tiempo, que ahora ya es pura nostalgia, un juego sensual con el que entretener las últimas horas de la
tarde antes de la cena.  Las cosas cambian, cuando el azar atiende  las confusas plegarias de Don Luis y lo que era sueño se hace realidad.  De repente
el fantasma de Eloísa se convierte en realidad de carne y hueso.  Una señora estupenda, que la vida ha ido marcando con unos cuantos kilos demás y un envidiable
sentido del humor.  Relato conmovedor y perfecto en su brevedad, “Olor a rosas invisibles” demuestra una vez más, que pocas páginas bastan para hablar
bien de la vida, cuando quien escribe tiene la fuerza y el talento de Laura Restrepo.

Qué difícil es hablar de amor y sexo, cuando nuestros personajes ya pintan canas y además, hacerlo sin cursilería.  Laura Restrepo lo ha conseguido y su
“Olor a rosas invisibles”, es una hermosa lección de sabiduría.

Acerca de la autora:  Laura Restrepo nació en Bogotá en 1950, se graduó en Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes y en 1983  fue nombrada por
el presidente Belisario Betancourt, miembro de la comisión negociadora de la paz, entre el gobierno y la guerrilla M19.  Esta experiencia la llevó al exilio
y no pudo volver a su país hasta 1989.  En 1986 publicó su primer libro “Historia de un entusiasmo”, al que siguieron “La isla de la pasión” 1989, “Leopardo
al sol” 1993, “Dulce compañía” que en 1997 fue galardonada con el premio Sor Juana Inés de la Cruz y con el Prix France Culture, “La novia oscura”  1999,
“La multitud errante” 2001, “Delirio”  galardonada en 2004 con el premio Alfaguara de Novela y el libro para niños “Las vacas comen espaguetis”.  También
ha contribuido en textos de ensayos colectivos sobre la situación política de su país.  Actualmente la autora vive en Bogotá, donde trabaja como directora
del instituto de cultura y turismo.

Cita 1.

“Qué difícil es hablar de amor y sexo, cuando nuestros personajes ya pintan canas y además, hacerlo sin cursilería”. 

Cita 2.

“Podría jurar que tan pronto colgó el teléfono, sintió correr por su despacho irreverente y resucitado, el viento limpio de esa primavera romana de hacía
40 años, que de buenas a primeras regresaba a desordenar los papeles del escritorio y a alborotarle las canas.  Debió hacerle gracia semejante revuelo
a estas alturas de la vida, hombres como él, no se despelucan con frecuencia”.

Cita 3.

“Frenó con una señal brusca de la mano, a una secretaria que venía a interrumpirlo para que firmara alguna cosa, índice inequívoco de que no quería que
se dispersara la inesperada tremolina de recuerdos”.

Cita 4.

“me confesó después, que en ese momento tuvo que hacer acopio de todo su poder de concentración, para arrinconar al ratón hambriento que desde hacía un
tiempo roía el queso blando de su memoria.  Quería recomponer el escenario, para ubicar esa voz de mujer.  Recuperar cada instante, cada olor, cada tonalidad
del cielo… fracasó desde luego en el intento, volvía a esforzarse, ya sin tanta pretensión”.

Cita 5.

“Fotografías cuidadosamente alineadas sobre el escritorio sobre pesados marcos de plata diría yo, desde los cuales le sonreían con cariño su esposa, sus
hijos y sus nietos, intentaban recordarle cuan lejana y perdida estaba aquella primavera.  Cuánta vida buena, digna y esforzada había corrido desde esa
remotísima temporada romana cuando aún estaba soltero”.

Cita  6.

“Decía que se llamaba Eloísa, que pertenecía a una familia rica de Chile y que la había conocido por casualidad en una travesía por el Nilo.  Con el tiempo,
los compinches del “Automático”, llegamos a familiarizarnos con los detalles de ese noviazgo.  Sabíamos que Luis C. vio por primera vez a su chilena en
el puerto de Luxor, inclinada sobre la borda y embelesada con la tersura dorada del río minutos después de que zarpara el barco”.

Cita 7.

“intentaron despedirse en el aeropuerto, pero no fueron capaces.  Cancelaron sus respectivos  pasajes, tomaron un taxi de vuelta a la ciudad y se alojaron
en un hotel cercano a la Fontana di Trevi.  Qué delicioso melodrama de niños ricos, interrumpía Herrerita y lo callábamos de un pestonejo.  Un mes después,
cuando ya era absolutamente impostergable la partida hacia la universidad, fracasaron nuevamente en el intento de separarse y feriándose el destino, se
mudaron a una pensión folklórica  donde convivieron durante tres meses más”.

Cita 8.

“Luis C, nunca supo que sucedió esa noche en la reunión entre la muchacha, su tío y su madre.  Sólo supo que a la madrugada siguiente, se presentó en el
cuarto de la pensión, una Eloísa de ojos de arrepentimiento y llanto, que sin decir palabra, empacó sus pertenencias y  se despidió sin mirarlo de frente,
mientras sus familiares le esperaban abajo con el motor del taxi en marcha”.

Cita 9.

“Así, vine a saber que a pesar del abrupto final de su romance con Eloísa, y de que cada quien organizó la vida por su lado con un océano de por medio,
él en Colombia y ella en Suiza, no perdieron el contacto a lo largo de los años, que les depararon motivos de sobra para felicitarse mutuamente a través
de breves y más bien impersonales notas de cortesía”.

Cita 10.

“Estuvo inquieto y ausente a lo largo de la semana, como si no se encontrara a gusto al interior de su propio pellejo, y ya empezaba a preocuparse por
esa absurda e insistente comezón mental que le estorbaba en sus relaciones laborales y familiares.  Cuando cayó en cuenta, de que sólo le pondría alivio
si la llamaba de nuevo.  Así lo hizo y también a la semana siguiente y también a la otra, y cuando vino a darse cuenta, todos los lunes en la noche, se
sorprendía pensando por anticipado en ese telefonazo a Berna, que disparaba desde su oficina todos los miércoles a las doce en punto del día”.

Cita 11.

“Eran temas más bien tontos desde luego, pero me gusta imaginar que cada vez que conversaban, el soplo fresco de la primavera romana volvía a correr por
la oficina de Luis C, alborotándole los papeles y los recuerdos”.

Cita 12.

“En algún punto de esta travesía verbal, dejaron de referirse a los nietos y luego, sin saber cómo, de miércoles a miércoles fue quedando borrado de los
ires y venires el nombre de Solita, quien jamás había sido informada de los múltiples programas de vacaciones de los cuales, hasta cierto momento había
sido incluida como tercer pasajero”.

Cita 13.

“Es obvio que durante todos estos meses escuchar a Eloísa, se le había convertido a Luis C en un bálsamo contra los peculiares atropellos  que a un hombre
de su condición le impone el ingreso a la vejez.  El cambio del tenis por el golf, el abandono forzado del cigarrillo, los orificios demás en el cinturón,
las dioptrías adicionales en los lentes, pero de ahí a arriesgar lo que había construido toda una vida, por irse a recorrer el Nilo con una antigua novia,
había un abismo que ni remotamente estaba dispuesto a franquear”.

Cita 14.

“El entusiasmo excesivo de ella fue retrocediendo cauteloso, ante las respuestas evasivas de él, y al momento de colgar, ambos supieron que habían llegado
a un punto muerto, que no les dejaba más salida que el regreso a las esporádicas  y diplomáticas notas por escrito”.

Cita 15.

“Averiguando aquí y allá, vine a saber que el mesero que le sirvió el consomé al jerez a la hora del almuerzo, se extrañó de que el señor siempre tan serio,
se riera solo.  Luego se fijó de que conservaba la sonrisa  a lo largo del filete de pescado y a la hora del postre, tuvo que desistir por preguntarle
cual prefería, tan abstraído estaba, que simplemente no oía.  Así que por su propia cuenta y riesgo le trajo un flan de caramelo y lo vio ingerirlo en
un ensimismamiento tal, que tuvo la convicción de que le hubiera dado lo mismo el flan, que un pato a la naranja”.

Cita 16.

“En este punto, hay que recordar que la única irresponsabilidad importante que hasta la fecha  registraba su pasado de hombre probo, era precisamente la
que había cometido con aquella muchacha chilena.  Debió pasar horas devanándose los sesos, en busca de la manera más amable de negarse a Eloísa sin ofenderla
ni parecer patán, pero en cambio, pasó solo  dos minutos improvisando a su esposa la primera gran mentira de su vida conyugal.  Qué pereza Miami dijo,
pero no hay remedio, esta transacción debo cerrarla personalmente”.

Cita 17.

“Y es que después de pronunciar su coartada, debió observar a Solita, a quien tanto amaba y necesitaba y lo que seguramente vio en ella, fue un testigo
demasiado fiel de su propio deterioro, de la creciente falibilidad de sus erecciones, de la catástrofe de sus muelas, de sus debilidades de carácter, de
su hipocondría cada vez más consolidada.  Luis C, sabía que no tenía manera de engañar a su esposa con esos súbitos arranques de juventud, que le inflamaban
el espíritu y al rato se apagaban”.

Cita 18.

“Los años le habían pasado a través, como los rayos de luz a través del cristal… la habían dejado intacta.  Sintió que en el fondo de su pecho, nacía un
amor perdido y una admiración oceánica, sólo proporcional al fastidio y al menosprecio que empezaron a brotarle a borbotones por su propia persona.  Le
pareció impresentable su abultada barriga, trató de alisarse el traje arrugado durante el vuelo, le pesaron más que nunca las bolsas bajo los ojos y supo
que el cigarrillo que acababa de fumarse, le había dejado un pésimo aliento”.

Cita 19.

“Eres idéntica a tu madre, cómo hiciste para reconocerme?  Ella me mostró una foto y dijo:  Ponle canas, añádele kilos y gafas y no se te escapa”.

Cita 20.

“mientras permanecía retenido por unos brazos que no daban muestra de querer soltarlo, tomaba nota creo yo, de la diferencia de volumen entre esta Eloísa
de ahora y la del pasado.  Y sus manos, apoyadas en la cintura de ella, se percataban de cómo, al otro lado de la seda fría, las formas femeninas se fusionaban
en una sola tibieza abundante de carnes acolchadas.  Tanto riesgo y tanto viaje debió pensar, para encontrarme con una señora igualita a la que dejé en
casa.  Cuando se zafó del abrazo y pudo ganar algunos centímetros de   distancia, hizo un enorme esfuerzo por reconocerla”.

Cita 21.

“Eloísa, esta Eloísa apócrifa de ahora, lo adobaba con explicaciones no pedidas, sin intuir siquiera hasta qué punto era irracional y oscuro e independiente
de ella, el verdadero motivo por el cual él había venido.  Buscar una prórroga para el plazo de sus días.  No creo que ni él mismo lo supiera a ciencia
cierta, pero era por eso que estaba allí… por recuperar juventud, por ganar tiempo y ella le estaba fallando aparatosamente.  Eloísa, sagrada e inmutable,
depositaria de un pasado idílico, se le presentaba en cambio, como por obra de un maleficio, convertida en fiel espejo del paso de los años

Muy atentamente.

Luis Eduardo Cueva Serrano.

Aviación sin barreras.

Quito, Ecuador, Sudamérica.