Texto publicado por Nicolas Castro Castillo

Entre los mocos y la rinitis.

Buen día a todos y todas, al menos acá en Colombia es día. Quería tomarme el atrevimiento de hacer de esto una especie de diario personal público. En búsqueda de descubrir si son sólo sentires míos o alguna otra alma las comparte. Anoche dormí pésimo, llevo aproximadamente tres días acá en mi pueblo, antes estaba en la capital del país en la cuál podía salir los días que tocaba hacer compras, realmente el tema de salir no me afecta tanto, he regresado a las viejas costumbres de pasarmela solo en la casa sin salir mientras mi mamá llega, con la ligera diferencia de que ya no dependo de ella para desenvolverme autonomamente, es decir y en palabras sencillas que ya no soy un nene de mamá, aunque justo ahora llevo puesta su pijama que me queda enorme porque ella es gordita y yo soy muy flaco. Me vine acá sin ropa, ligero, pensando que si el camión en el que venía tenía inconvenientes con la policía posiblemente me tocaría tomar ruta y caminar hasta mi casa, eso nunca pasó. Pareciese como si el cielo me hubiera vuelto invisible y nadie nunca nos detuvo. El tipo con el que viajé en el camión es de mi pueblo, se llama Juan Carlos o Juan Camilo, es un caminero de unos cuarenta y tantos, me miró raro cuando al parar a almorzar le dije que era vegano, en general fuimos seres extraños para el otro, él era grosero con la camarera mientras yo la trataba dulcemente, él usaba el tapabocas torcido y yo tenía doble tapabocas. Es gracioso, antes lo habría criticado o juzgado o hubiese justificado que sus acciones son debido a su crianza, etc. Y puede que mucho de eso sea verdad, pero no me incumbe, el hecho es que me trajo hasta acá. llegué con mi mamá, ella es soltera y enfermera por lo que me entró ansiedad de que estuviera sola en mi pueblo, por lo que me vine. Fue muy duro empacar, por lo que exigía físicamente como porque era terminar un ciclo y comenzar otro. Ahora mismo me encuentro en ese limbo, estoy solo en una casa grande donde si quisiera podría presidir de la ropa pues los únicos que me verían serían los perros, aunque eso es muy mala idea porque en tierra caliente hay muchos mosquitos, pero a su vez me encuentro de la menor idea de que hacer. Incluso pensar que voy a desayunar o hacer de almuerzo es extraño. Estoy en blanco. Tengo motivación para algunas cosas pero no sé ni donde comenzar. Ni siquiera este texto parece tener un hilo claro. Panqueques, queso, arroz, azucar, huevos, tomate, azul, amarillo, azucenas, rojo, paz, amor que me falta y no encuentro, cariño que anhelo pero en cuarentena solo los rayos de sol acarician el circulo de mi imaginación que da vueltas por el patio como si fuera un niño asustado por todo lo que esta pásando, por lo que puede afectarnos las emociones en avalancha devienen en una sonrisa de girasoles que sembré hoy, sin querer le quite la raiz a una semillita que estaba haciendo germinar, me puse triste y en el momento encontré una igual. Mi jardín comenzó hoy. Espero que mis semillas tengan un lugar en este mundo. No como el garbanzo que intenté germinar y huele a feo :(.