Texto publicado por Horus Rincon

Alexis en el Reino del Jabón

Miley Smiley

Alexis y la pompa de jabón gigantesca

Era una tarde calurosa de verano y Alexis estaba jugando en el patio, haciendo pompas de jabón en lo que su madre, en la cocina, terminaba de hacer el almuerzo.

En un principio, todas las pompas de jabón que Alexis hacía eran pequeñas y explotaban rápidamente. Después sucedió algo muy extraño: una de las pompas de jabón comenzó a hacerse más y más grande.

En un dos por tres, la pompa de jabón se hizo tan grande como la cabeza de Alexis y siguió creciendo sin parar. Al cabo de un rato, la pompa era del tamaño de Alexis. Allí estaba sobre la hierba, frente a la niña que, asombrada, no le quitaba los ojos de encima, y parecía una gigantesca bola de cristal que reflejaba la luz del sol con todos los colores del arco iris.

Con mucho cuidado, Alexis tocó la pompa con el dedo y la superficie se estremeció un poco, pero no se rompió. Como era muy curiosa, Alexis presionó aún más la burbuja, esta vez con la palma de la mano. De repente, su brazo penetró en la pompa de jabón y esta no se rompió.

Sorprendida, Alexis miró su brazo dentro de la pompa y pensó en lo maravilloso que sería poder meterse por completo en la gigantesca burbuja. Así que cerró los ojos, aspiró la mayor cantidad de aire que pudo y entró.

Ahora dentro de la pompa, Alexis se dio la vuelta y contempló el sitio donde había estado parada un segundo antes. Ver el patio trasero desde el interior de la pompa era como mirarlo a través de un arco iris. ¡Y qué vista aquella tan increíble e inusual!

Alexis decidió divertirse de lo lindo y empezó a correr dentro de la pompa de jabón. Para su sorpresa, la pompa dio una vuelta bajo sus pies y empezó a girar hacia adelante, junto con sus pasos.

Quiso compartir el descubrimiento con su madre, así que gritó:

—¡Mami! ¡Mami!

Pero su voz no se escuchaba del otro lado de la pompa de jabón. Y, como nadie podía oírla, Alexis se asustó y quiso salir de allí, ¡pero no pudo!

Después de gritar y darle unos cuantos golpetazos a la burbuja, sin poder salir de su interior, Alexis finalmente se cansó. Se dejó caer en el fondo de la pompa, a la espera de que su madre viniera a rescatarla.

La pompa de jabón era muy tranquila por dentro, además de cálida y silenciosa. Se balanceaba de aquí para allá tan suavemente que Alexis, sin darse cuenta, empezó a quedarse dormida.

Capítulo 2

Alexis conoce al Gato de Mermelada de Fresa

Cuando Alexis dormía, soñó que el viento levantaba suavemente la burbuja por encima del patio trasero, por encima de la casa y aún más alto, hasta que Alexis pudo ver el parque donde le gustaba jugar y la escuela donde cursaba el primer grado. A través de la pompa, Alexis vio incluso a su maestra, la señorita Charlotte, caminando por el patio de la escuela.

Alexis, sin saber cuánto tiempo había estado dormida, se despertó de repente a causa de un delicado aroma de vainilla. Abrió los ojos y, casi al instante, se puso de pie.

Ya no estaba dentro de la pompa de jabón. En lugar de ello, Alexis se vio en medio de una ciudad hermosa y extraña. Se hallaba en un callejón largo y estrecho, con estructuras multicolores que parecían casas de muñecas a ambos lados.

Casi todas las ventanas tenían jardineras de madera, en las que crecían flores multicolores. La acera estaba hecha de piedras lisas y ovaladas, de colores blanco y púrpura. Allí se sentía el fascinante aroma de vainilla y lavanda, como flotando a la deriva en el viento.

Alexis cerró los ojos y sacudió la cabeza tan fuerte como pudo. Luego abrió cautelosamente un ojo, pensando que la ciudad extraña iba a desaparecer y que ella iba a estar otra vez en el patio de su casa. Sin embargo, nada cambió. La ciudad extraña seguía a su alrededor.

De repente, un gato rosado saltó por una ventana y comenzó a caminar hacia Alexis.

—Hola, Alexis —dijo el gato rosado, mientras se frotaba contra la pierna de la niña. El gato olía a mermelada de fresa.

—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó Alexis.

—Ah, porque nos conocemos de antes —fue la respuesta del gato rosado, mientras caminaba de un lado a otro en frente de Alexis.

Por último, Alexis se dio cuenta de que el gato rosado se parecía muchísimo al jabón que su mamá le había comprado unos días atrás. El jabón tenía forma de gato y un estupendo olor a mermelada de fresa.

—¡Sí, acertaste! —dijo el gato, como leyendo los pensamientos de Alexis—. Soy el Gato de Jabón de Mermelada de Fresa, y este es mi lugar de origen.

Algo aturdida, pero curiosa al mismo tiempo, Alexis le preguntó al gato rosado:

—¿Podrías, por favor, decirme dónde estamos y cuál es el nombre de este lugar?

—Este es el Reino del Jabón, y fuiste traída aquí por orden de nuestra reina.

—Pero… ¿por qué? —preguntó Alexis.

—Porque algunas pastillas de jabón de tu casa le informaron a la reina que no te gusta lavarte las manos con jabón. Por lo tanto, la reina decidió traerte aquí, para que puedas ver lo hermoso que es el Reino del Jabón. Ella espera que este viaje te convenza de utilizar el jabón con más frecuencia.

—¡Vamos a jugar ahora! —dijo el Gato de Mermelada de Fresa—. ¿Ves ese castillo a lo lejos? Vamos a divertirnos muchísimo allí.

El gato se echó a correr por todo el callejón, en dirección al castillo, con Alexis siguiéndole los pasos. La niña tenía que andar con mucho cuidado, porque las piedras lisas de colores blanco y púrpura bajo sus pies no eran en realidad piedras, sino pastillas de jabón de vainilla y lavanda. Los edificios de colores también estaban hechos de todo tipo de jabones coloridos. Incluso las flores estaban hechas de jabón.

Capítulo 3

Alexis y el Gato de Mermelada de Fresa juegan en el Castillo de Jabón

La calle se terminó tan pronto como llegaron a las grandes puertas del castillo. Las puertas se abrieron silenciosamente, dejando el paso libre para que Alexis y el Gato de Mermelada de Fresa pudieran entrar. En el centro del castillo había una enorme escalera de caracol.

Alexis pudo sentir el aroma de las galletitas azucaradas y calientes, porque todas las paredes e incluso las escaleras estaban hechas de jabón de galletas azucaradas. Había incluso un montón de conejitos de jabón saltando por las escaleras.

—Vamos a subir al techo —dijo el gato—. Quiero mostrarte el Reino del Jabón desde allí.

Cuando los conejitos de jabón oyeron lo que decía el Gato de Mermelada de Fresa, al punto quisieron unirse a ellos y empezaron a seguir al gato y a Alexis, riendo y jugando.

Mientras subían a lo más alto del castillo, Alexis se dio cuenta de que cada piso se había hecho de un jabón perfumado diferente. Las paredes y las escaleras del segundo piso eran de jabón amarillo, y olían a mango.

El tercer piso tenía un aroma de leche y miel, y el cuarto piso tenía un aroma exquisito de duraznos y crema.

Para hacer las cosas más interesantes, Alexis y el gato se retaban el uno al otro, para ver quién sería el primero en reconocer el aroma del piso siguiente, y así hasta llegar al techo.

A medida que Alexis y el Gato de Mermelada de Fresa subían un piso tras otro, se les unían más y más conejitos de jabón. Para cuando llegaron al techo, había más de cien conejitos de jabón detrás de ellos.

En la azotea se destacaba una gran plataforma de observación. Los conejitos, de inmediato, comenzaron a saltar y jugar, mientras Alexis contemplaba los alrededores.

La ciudad era grande y parecía nacer en la misma base del castillo. Desde su punto de observación en el techo, Alexis pudo incluso reconocer la calle donde había visto al Gato de Mermelada de Fresa.

Al observar la ciudad con detenimiento, Alexis pudo ver muchas criaturas hechas de jabón. Había gatos, perros, conejitos y otros animales de jabón, andando de un lado a otro por las calles de la ciudad.

En el extremo de la ciudad, había un río. Y a la derecha del río, algo que se veía como un bosque.

El Gato de Mermelada de Fresa le dijo a Alexis que a la derecha del río se encontraba el Reino del Cepillo de Dientes, y a la izquierda estaba el Reino del Champú.

—¡Qué interesante! —exclamó Alexis—. No sabía que los cepillos de dientes y los champúes tuvieran sus propios reinos también.

—Claro que sí —respondió el Gato de Mermelada de Fresa—. ¿Y ves esas montañas enormes y brillantes a lo lejos? Detrás de esas montañas vive nuestra reina, en su hermoso castillo de jabón.

Todos los conejitos se movían de un lado a otro, inquietos, hasta que vieron un tobogán gigante, hecho de jabón de vainilla. El tobogán gigante comenzaba en la parte superior del castillo y descendía hasta la ciudad.

—¡Vamos a jugar! —gritaron los conejitos de jabón, mientras corrían hacia el enorme tobogán.

Agarraron las pequeñas esteras que habían sido apiladas en un rincón, saltaron sobre ellas y empezaron a deslizarse por el tobogán gigante, sin parar de dar gritos y reírse de lo lindo.

—¡Oh, quiero probarlo también! —exclamó Alexis, temblando por la emoción.

Ella también agarró una estera, contó «¡uno, dos y tres!» y, con el Gato de Mermelada de Fresa en los brazos, siguió a los conejitos a través del tobogán gigante. Fue la vuelta más larga y emocionante de toda su vida.

Capítulo 4

Alexis viaja por el Río de Cristal

Después de la vuelta alocada desde la azotea del castillo hasta la calle de la ciudad, Alexis, de pronto, empezó a sentir hambre.

—¿Sabes algo? —le dijo Alexis al Gato de Mermelada de Fresa—. Cuando estaba haciendo las pompas de jabón en el patio, era casi la hora de almuerzo y mamá lo tenía casi terminado. ¡Ahora tengo hambre! ¿Tienes algo de comer aquí?

—Sí, claro que sí… pero no pienso que te guste… aquí todo está hecho de jabón, incluso los pastelillos —contestó el gato.

—Entonces, ¿qué voy a hacer? —preguntó Alexis.

—Bueno —dijo el gato—, creo que es hora de visitar a la reina del Reino del Jabón. Sólo ella puede hacer que regreses a casa.

—Pero… según recuerdo, tú me dijiste que su castillo se encuentra detrás de esas montañas enormes y brillantes. ¿Cómo vamos a llegar hasta allí?

—No te preocupes —dijo el gato—. Primero vamos a ir al río, y allí buscaremos un bote. El viaje a través del río es muy rápido.

Alexis y el Gato de Mermelada de Fresa corrieron hacia el río. Había un montón de burbujas de jabón diminutas volando por encima del río.

—Interesante —dijo Alexis—. ¿De dónde vienen todas esas burbujas?

—Ah, se me había olvidado decirte —dijo el Gato de Mermelada de Fresa—. Las montañas brillantes están hechas de pompas de jabón. Entonces, cuando hay un poco de viento, algunas de las burbujas se separan de la cima de las montañas y empiezan a volar por todos lados. A veces, incluso, vuelan por encima del Reino del Cepillo de Dientes, lo que molesta un poco a su reina.

Cuando llegaron por fin al río, Alexis se sorprendió al ver el agua tan cristalina. El agua del río era tan transparente que la niña podía ver con toda facilidad las piedrecitas de colores que yacían en el fondo del río.

Además, había un par de botes en el agua que tenían la forma de jaboneras. El Gato de Mermelada de Fresa saltó al bote más cercano y Alexis lo siguió.

La corriente desvió el barco hacia las Montañas de Burbujas de Jabón, y el viaje fue tan entretenido que a Alexis se le olvidó que tenía hambre.

A la izquierda del río se veía el Reino del Champú, donde más de cien fuentes bombeaban champúes de colores en el aire.

A la derecha, se extendía el Reino del Cepillo de Dientes. Alexis vio un bosque donde crecían cepillos de dientes, en vez de árboles. Pudo incluso dar con un cepillo de dientes, casi oculto entre los demás, que se veía exactamente como su cepillo de dientes en casa.

Después de una hora de viaje en bote, llegaron a las Montañas de Burbujas de Jabón, y el río desembocó en un túnel.

En un principio, a Alexis le sorprendió la facilidad con que el agua había hecho un túnel a través de las Montañas de Burbujas de Jabón. Pero entonces recordó los baños de burbujas que solía tomar en casa, y lo fácil que era hacer túneles en miniatura a través de las pompas de jabón.

Capítulo 5

Alexis conoce a la Reina del Reino del Jabón

El túnel a través de las Montañas de Burbujas de Jabón era muy largo, pero Alexis no se aburrió. ¡Qué va! ¿Cómo podría alguien aburrirse de estar en el corazón de las Montañas de Burbujas de Jabón?

Tan pronto como el bote salió del túnel, vieron un hermoso castillo hecho de jabón de algodón de azúcar. Los lados del castillo estaban cubiertos de pequeñas burbujas de jabón y centelleaban como pequeños diamantes en el sol.

Había miles de mariposas de jabón revoloteando por los alrededores. Muy pronto envolvieron a Alexis y al Gato de Mermelada de Fresa y los guiaron hacia el puente del castillo y más allá.

Alexis y el Gato de Mermelada de Fresa entraron en el castillo y se vieron en una sala enorme, con un trono al final. La Reina del Reino del Jabón era una dama bonita con el pelo rosado.

—Me alegro de verte en nuestro reino, Alexis. ¿Te ha gustado? —le preguntó con una sonrisa.

—¡Oh, gracias! ¡Me ha gustado muchísimo! —exclamó Alexis—. ¡Todo es muy hermoso en tu reino y huele muy bien! No tengo idea de por qué no me gustaba antes el jabón. Pero, a partir de ahora, ¡será un placer lavarme las manos cada vez que tenga que hacerlo!

—Me alegro, Alexis, de que pienses así. Entonces he tenido éxito al traerte aquí. Ahora, si estás lista, ya puedes regresar a casa —dijo la reina.

—Pero… ¡no sé cómo hacerlo! —exclamó Alexis.

—De la misma forma en que viniste aquí —dijo la reina y señaló unas pompas de jabón inmensas, que estaban sobre el piso, cerca del trono—. Elige cualquier pompa de jabón que te guste y entra en ella.

—¿Y el Gato de Mermelada de Fresa? —preguntó Alexis.

—Se va a quedar aquí por un rato más, pero no te preocupes. Cuando estés en casa, él te encontrará allí —dijo la reina.

Alexis abrazó al Gato de Mermelada de Fresa y entró en la burbuja. La reina aplaudió tres veces y la pompa de jabón, con Alexis adentro, se elevó lentamente en el aire y salió volando del castillo. El Gato de Mermelada de Fresa corrió tras la pompa y despidió a Alexis con una pata. Ella le devolvió el gesto y luego miró a su alrededor.

Desde esta altura, vio el hermoso castillo de la Reina del Reino del Jabón y las brillantes Montañas de Burbujas de Jabón. Luego voló por encima del Río de Cristal, el Bosque de los Cepillos de Dientes y las coloridas Fuentes de Champú.

Pronto divisó el castillo con el tobogán gigante, donde se había divertido tanto. Los conejitos de jabón aún estaban saltando y jugando en el techo, pero, cuando vieron a Alexis, dejaron de jugar y la saludaron con las patitas delanteras. Por supuesto, ella les devolvió el saludo. Entonces, la burbuja pasó volando sobre la calle donde Alexis había conocido al Gato de Mermelada de Fresa. Al llegar al límite del Reino del Jabón, Alexis se sintió tan cansada que se quedó dormida.

Capítulo 6

Alexis vuelve a casa

—¡Alexis! ¡Alexis! —gritó la madre de la niña—. ¿Qué pasó? ¿Por qué te quedaste dormida sobre la hierba? Te hice un almuerzo delicioso. ¿Tienes hambre?

Alexis abrió los ojos y vio que la burbuja de jabón había desaparecido y ella estaba, una vez más, en el patio.

Se alegró tanto de ver a su madre que se levantó de un salto y le dio un fuerte abrazo.

—¡Mamá, tengo tantas cosas que decirte! ¡Gracias por comprarme el jabón con forma de Gato de Mermelada de Fresa! ¡Y, sí, tengo mucha hambre! Pero primero, necesito averiguar una cosa y después me voy a lavar las manos.

Alexis subió al cuarto de baño, corriendo tan de prisa como pudo. Agarró su jabón de gato rosado y se lavó las manos. Mientras lo hacía, la niña hubiera podido jurar que había visto al Gato de Mermelada de Fresa, el cual le sonrió y le guiñó un ojo varias veces, cuando ella lo hacía girar entre sus manos.

Fin