Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Aviación sin barreras del 17 de marzo.

Buenos días estimados amigos:  Adjunto el enlace de Aviación sin barreras, con información de medios de comunicación de Ecuador, Perú, Argentina, Uruguay,
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a texto completo y la Guía de aeropuertos del Ecuador accesible para PCD.

Saludos cordiales, un buen fin de semana quedándose en casa y a cantar en coro:  “Resistiré”.

Luis Cueva.

Aviación sin barreras, Viernes 27 de marzo de 2020.
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Viernes, 27 de marzo de 2020.

Buenos días estimados amigos:  Una desesperada grabación al interior de una caja negra, es algo que entristece y golpea en el mundo de la aviación.  “El
ruido de las cosas al caer”,  te acerca a una nerviosa conversación donde los pasajeros en calma y sin saber son parte de una gran tribulación.  Es esta
una novela donde el poder desmedido a quien se opone flagela y no hay que dejarla en el olvido, de ella mucho se aprende, y ante el miedo y terror, hay
que levantar la frente y llenarse de valor.

Título:  El ruido de las cosas al caer.

Autor:  Juan Gabriel Vásquez.

Nota de contraportada:  Este hombre no ha sido siempre este hombre, pensé.  Este hombre, era otro hombre antes.  Tan pronto conoce a Ricardo Laverde, el
joven Antonio Yammara comprende que en el pasado de su nuevo amigo hay un secreto, o quizá varios.  Su atracción por la misteriosa vida de Laverde, nacida
al hilo de sus encuentros en un villar, se transforma en verdadera obsesión, el día en que este es asesinado.  “El ruido e las cosas al caer”, es la historia
de una amistad frustrada, pero es también una doble historia de amor, en tiempos poco propicios, y también una radiografía de una generación atrapada en
el miedo, y también una investigación llena de suspense en el pasado de un hombre y un país.

Acerca del autor:  Juan Gabriel Vásquez, Bogotá 1973, es autor de la colección de relatos “Los amantes de todos los santos”, de las novelas “Los informantes”
e “Historia secreta de Costaguana”.  También ha publicado una recopilación de ensayos literarios “El arte de la distorsión”, que incluye el ensayo ganador
del premio Simón Bolívar 2007, y una breve biografía de Joseph Conrad “El hombre de ninguna parte”.  Ha traducido obras de John Jersey, John Dos Pazos,
Víctor Hugo y E. M. Foster entre otros, y es columnista del periódico colombiano “El Espectador”.  Sus libros han recibido diversos reconocimientos internacionales
y se han publicado en 14 lenguas y una treintena de países, con extraordinario éxito de crítica y de público.  Su tercera novela “El ruido de las cosas
al caer”, ha ganado l premio Alfaguara 2011.  Juan Gabriel Vásquez vive desde 2011 en Barcelona.

Cita 1.

“El primero de los hipopótamos, un macho de color de las perlas negras y de tonelada y media de peso, cayó muerto a mediados de 2009.  Había escapado dos
años atrás del antiguo zoológico de Pablo Escobar en el Valle del Magdalena.  En su tiempo de libertad, había destruido cultivos, invadido abrevaderos,
atemorizado a los pescadores y llegado a atacar  los sementales de una hacienda ganadera”.

Cita 2.

“Yo pensaba cada vez con más concentración en Ricardo Laverde.  En los días en que nos conocimos, en la brevedad de nuestra relación y la longevidad de
las consecuencias.  En la  prensa y las pantallas, las autoridades hacían el inventario de las enfermedades que puede propagar un arqueodáctilo, y usaban
esa palabra nueva para mí, y en los barrios ricos de Bogotá, aparecían camisetas con la leyenda “Save the hipos”.

Cita 3.

“Poco a poco me fui dando cuenta, no sin algo de pasmo, de que la muerte de ese hipopótamo, daba por terminado un episodio que en mi vida, había comenzado
tiempo atrás.  Más o menos, como quien vuelve a casa a cerrar la puerta  que se ha quedado abierta por descuido”.

Cita 4.

“El día de su muerte, a comienzos de 1996, Ricardo Laverde había pasado la mañana caminando por las aceras estrechas de La Candelaria en el centro de Bogotá. 
Entre casas viejas con tejas de barro cocido y placas de mármol, que reseñan para nadie momentos históricos”.

Cita 5.

“De pie sobre una tarima de madera, frente a filas y filas de muchachitos imberbes y desorientados, y niñas impresionables de ojos constantemente abiertos,
recibí mis primeras lecciones sobre la naturaleza del poder.  De esos estudiantes primerizos, me separaban apenas ocho años, pero entre nosotros, se abría
el doble abismo de la autoridad y del conocimiento, cosas que yo tenía, y de la que ellos recién llegados a la vida, carecían por completo.  Me admiraban,
me temían un poco, y me di cuenta que uno podía acostumbrarse a ese temor y admiración, de que era como una droga”.

Cita 6.

“Mi ciudad comenzaba a desprenderse de sus años más violentos de la historia reciente.  No hablo de la historia de cuchilladas baratas y tiros perdidos,
de cuentas que se saldan entre traficantes de poca monta, sino de la que trasciende los pequeños resentimientos y pequeñas venganzas de la gente pequeña. 
La violencia de cuyos autores, son colectivos y se escriben con mayúscula:  El Estado, El Cartel, El Ejército, El Frente.  Los bogotanos, nos habíamos
acostumbrado a ella, que sus imágenes nos llegaban con portentosa regularidad desde los noticieros y los periódicos”.

Cita 7.

“Tenía 19 años y ya era un adulto, aunque no había votado todavía, cuando murió Luis Carlos Galán, candidato a la presidencia del país, cuyo asesinato
fue distinto en nuestro imaginario, porque se vio en televisión.  La manifestación que vitoreaba a Galán, luego las ráfagas de metralleta, luego l cuerpo
desplomándose sobre la tarima de madera, cayendo sin ruido, o su ruido oculto por el bullicio del tumulto o por los primeros gritos”.

Cita 8.

“Yo pensaba en Elena de Laverde, la esposa.  Un día cualquiera de un año cualquiera Ricardo salió de su vida y entró en la cárcel.  Pero, ¿Qué había hecho
para merecerlo?  Y no lo había visitado su esposa en todos esos años.  ¿Y, cómo acababa un piloto, pasando los días en los villares del centro bogotano
y gastándose la plata en apuestas?  Tal vez aquella fue la primera vez que pasó por mi cabeza, si bien de forma intuitiva y rudimentaria, la misma idea
que se repetiría después encarnada en palabras distintas, o a veces sin necesidad de palabras:  Este hombre, no ha sido siempre este hombre”.

Cita 9.

“Sé, aunque no recuerde, que la bala me atravesó el vientre sin tocar órganos, pero quemando nervios y tendones y alojándose al final en el hueso de mi
cadera, a un palmo de la columna vertebral.  Sé que perdí mucha sangre, y a pesar de la supuesta universalidad de mi tipo sanguíneo, las existencias del
Hospital San José, eran escasas en esa época, o su demanda por la atribulada sociedad bogotana era demasiado alta, y mi padre y mi hermana tuvieron que
hacer donaciones para salvarme la vida.  Sé que tuve suerte, me lo dijo todo el mundo cuando fue posible”.

Cita 10.

“Era una mañana encapotada y fría, y el tráfico a esa hora resultaba ya denso y aún agresivo.  Pero no tardé demasiado en llegar a las fronteras de la
ciudad, allí, donde los paisajes urbanos cambian y los pulmones notan la brusca ausencia de la contaminación”.

Cita 11.

“Elaine recordaría esas últimas tres semanas en Bogotá en compañía de Ricardo Laverde, como se recuerda los días de la infancia.  Una niebla de imágenes
distorsionadas por las emociones, una mezcla promiscua de fechas cardinales sin una cronología bien establecida”.

Cita 12.

“La edad adulta trae consigo la ilusión perniciosa del control, y acaso depende de ella.  Quiero decir que es ese espejismo de dominio sobre nuestra propia
vida lo que nos permite sentirnos adultos, pues asociamos la adultez con la autonomía.  El soberano derecho a determinar lo que va a sucedernos enseguida. 
L desengaño viene más pronto o más tarde, pero siempre viene, no falta a la cita, nunca lo ha hecho.  Cuando llega, lo recibimos sin demasiada sorpresa,
pues nadie que viva lo suficiente, puede sorprenderse porque su biografía haya sido moldeada por eventos lejanos, por voluntades ajenas, con poca o ninguna
participación de sus propias decisiones.  Esos largos procesos que acabarán   por toparse con nuestra vida, a veces para darle el empujón que necesitaba. 
A veces para hacer estallar en pedazos los planes más espléndidos, suelen estar ocultos como corrientes subterráneas, como meticulosos desplazamientos
de las capas tectónicas, y cuando por fin se da el terremoto, invocamos las palabras que hemos aprendido a usar para tranquilizarnos:  accidente, casualidad,
a veces destino”.

Cita 13.

“La generación que nació con los aviones, los vuelos llenos de bolsas, y las bolsas llenas de marihuana.  La generación que nació con la guerra contra
las drogas, y conoció después las consecuencias”.

Cita 14.

“Así que una tarde cualquiera de 1976, cuando ya las preguntas de la niña  sobre la ausencia de su padre, comenzaban a volverse insoportables, Elena Fritz 
sentó a Maya en sus rodillas y le dijo:  A papá se le acabaron los años.  No sé por qué escogió ese momento, no sé si se cansó de esperar algo, no se nada,
me dijo Maya”.

Cita 15.

“Los pilotos se desorientaban y se perdían, se les olvidaba donde quedaba adelante y dónde quedaba atrás, o se confundían y comenzaban a volar en círculos
sin saber dónde estaba atrás y dónde estaba adelante, dónde la izquierda y dónde la derecha, hasta que el avión se quedaba sin gasolina y se caía al mar”.

Cita 16.

“Yo no entendía por qué.  Pero venían otras personas, era un apartamento pequeñito que quedaba en La Perseverancia, venía mucha gente a visitarnos.  La
casa estaba llena de gringos, gente del Peace Corps, gente de la embajada.   Mi mamá hablaba con ellos de la droga, de lo que estaba pasando con la droga? 
No sé, no hubiera podido enterarme de algo así”.

Muy atentamente.

Luis Eduardo Cueva Serrano.

Aviación sin barreras.

Quito, Ecuador, Sudamérica.