Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

Las dos irlandesas.

Héctor Pedro Blomberg.
Las dos irlandesas.
 
Aquí estoy con los chinos y las dos irlandesas
que llegaron a bordo del Jamaica Marú;
Maggie, la mayor, tiene ojos como turquesas
y bebe gin en este viejo bar del Dock Sur.
 
Nancy, la menor de ellas, parece una gitana,
pero nació en el barrio más pobre de Dublín;
arde en sus ojos negros una pasión lejana
y en su pálida frente hay una cicatriz.
 
De dónde las trajeron los chinos taciturnos
Maggie me habló al oído: “los conocí en Shangai....”
(En el bar se morían los murmullos nocturnos
y en los labios de Nancy se apagaba un cantar...)
 
El Marú había partido con rumbo a Yokohama.
Maggie me amó en las noches siniestras del Dock Sur;
Me hablaba de su vida errante, y una llama
de pasión palpitaba en su mirada azul.
 
Nancy, junto a nosotros, cantaba dulcemente
canciones misteriosas de la China y del mar.
(Quién las llevó de Irlanda al infierno de Oriente,
y por qué las trajeron los chinos de Shangai).
 
Pero yo amaba a Nancy, la irlandesa morena;
los chinos, silenciosos, miraban a las dos;
las casuchas dormían bajo la luna llena
y en los negros navíos temblaba un resplandor.
 
¡Nancy! ¡Nancy! Una noche su canción quedó trunca;
los chinos dormitaban borrachos de chandú...
¡Pobre Maggie! Esa noche bebió más gin que nunca
y se arrojó a las aguas oscuras del Dock Sur.
 
 
Las dos irlandesas.
Héctor Pedro Blomberg