Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez

Brumas del ayer...

Abrir los ojos y contemplar otro mundo tan desigual al que conocías, ver en ambas direcciones y encontrar solo ruinas de lo que fue un ayer esplendoroso, evocar recuerdos para reconstruir en el hoy lo que era ayer. Caminar sobre la tierra suelta y sentir que en cada paso que se hunde es un año de una vida que transfiere sin tiempo ni memorias, ¿Qué impulso me trajo hasta aquí?
Voy tras los pasos de tres personas que se han metido en mi propiedad, pero con tanto paso hundido me pierdo en recuerdos a cada instante por lo que no logro alcanzarlos. A lo lejos los escucho conversar con un peón sin embargo sus voces no las entiendo pues no son muy claras para mí. Opté por dar la vuelta y regresar a mi capilla llena de paz y seguridad, mas, al pasar la puerta principal de la hacienda vuelvo a mirar todo en ruinas, me sofoco y deseo apresurar mis pasos hacia la capilla para ver si así dejo de tener estos sueños intranquilos, y al darme la vuelta ¡o, no, ahí están de nuevo! Acompañados por alguien que parece ser mi tío abuelo. Los tengo más a mi alcance, los rodeo, los miro, no parecen vivir, sobre todo dos de ellos en cuyas pupilas no me reflejo, me recuerdan una frase que se dijo hace muchos años “tus ojos no tienen vida igual que los ojos de quienes nunca han visto un unicornio”, los sigo por toda la hacienda, el que parece ser mi tío les muestra una y otra cosa de las que hay en mi propiedad, las tocan, las toman en sus manos luego las vuelven a colocar en su lugar. Me doy cuenta que los dos personajes que me parecen raros estudian con sus dedos las cosas, hay sorpresa en su cara, aunque no en su mirada. Se quedan ensimismados con los libros de la biblioteca y cuando bajan el tomo de “poetisas del siglo 17”,deseo hacerles notar quien es mi poetisa preferida por lo que me he colocado detrás de la mujer que los acompaña y tímida le hablo casi en susurro diciéndole “ven,”, mi afán, era que viniera a la capilla para mostrarle el libro que ahí guardo desde hace muchos años, cuando tuve el placer de que Sor Juana me lo firmara. Ella no reacciona es como si no me escuchara nadie, como si yo o ellos fueran fantasmas.
Doy la vuelta resignada y me retiro, entro en la capilla y me siento en mi rincón favorito pidiéndole a la virgen que me conceda el deseo de no volver a soñar, estos sueños me llenan de terror al envolverse y entretejerse unos con otros que nunca se si estoy en el pasado, futuro o presente, es como si mis ojos se metieran en el laberinto semi oscuro de mi cerebro y solo vieran esas telarañas de colores enmarcadas siempre por un halo negro. Cuando estaba a punto de abandonar la capilla para ir de nuevo en busca de mamá entran ellos, me hago pequeña en mi sitio esperando que no adviertan mi presencia, de pronto el más joven del grupo empieza a cantar una melodía y su voz me transporta en el tiempo y me cambia a aquel día en que cerca de la laguna mi Ramón me cantaba al oído diciendo que lo esperara que muy pronto regresaría para no separarnos más. Volví mi vista hacia aquel que cantaba ¡nooo, no podía ser mi Ramón! sin embargo ahí estaba frente a mí, aunque con una ropa rara y diferente. Corrí hasta mi habitación y extraje del guarda ropa mi cajita de madera llena de secretos, con mis dedos temblorosos la abrí, ahí está todo lo que conservo con tanto recelo: un guardapelo, un ramito de azahares, mi medallita de la virgen y mi diario, mi querido diario en el que he escrito todo cuanto me pasara desde el día en que cumplí ocho años, porque recuerdo bien que mi tía Gisela me lo trajo el día de mi primera comunión.
Temblando de emoción lo abro y voy directa a las hojas en que escribí: “2 de junio del año de gracia 1682. Querido diario, estoy eufórica de tanta felicidad que no me cabe en el pecho, porque esta tarde mi Ramón me llevó hasta la laguna, aprovechando un descuido de mi vieja aya, quien no se separa de mi ni un instante, pero hoy al terminar la comida le ofrecí mañosamente un vaso de vino que tanto le gusta y al surtir sus efectos aprovechamos para irnos lo más lejos que pudimos de ella, jajajajaj pero que susto si mi padre se entera de mi travesura seguro que me manda al convento de las benedictinas.
En fin, espero que mi padre no se entere nunca, aunque hoy no me importaría tanto pues mi Ramón me robó un beso y al ver el susto en mi cara se ha reído mucho mientras me decía “no te asustes mi pequeña, te prometo volver pronto para pedir tu mano en matrimonio y entonces juro que no dejaré de besarte un solo instante”. Al volver a leer esto toda la tristeza y la nostalgia del mundo se han apoderado de mí y me pongo a llorar incontenible sobre el vestido de novia que aún está sobre mi cama… ¿por qué no regresó? ¿Cómo pudo haber olvidado tantas promesas que me hizo la última tarde que lo vi? ¿y porqué aparece ahora con esas personas tan raras?
Decidida a enfrentarlo, regresé a la capilla, aprovechando el raro motivo por el cual mi padre ya no le ordena a nadie que me encierren, después de que no sé cuanto tiempo me mantuvo aislada en mi habitación para borrar “mi pecado”, nunca entenderé porque llaman así a un hijo concebido con el más puro amor. Ya no lo encontré y como volvieran las alucinaciones de la hacienda en ruinas, retorné a la capilla con la esperanza de que hoy si venga mi madre a rezar, pero las horas pasan y creo que esta espera se ha vuelto ya una eternidad.
Hace tanto tiempo que no leía mi diario y al contemplarlo sobre la cama lo abrí al azahar: “6 de agosto del año en gracia 1682. Querido diario, mi padre está de viaje pues se encargará de ir a la capital para recoger mi vestido de novia el cual hizo traer desde París, siento estar viviendo un sueño de hadas y casi me veo al lado de mi Ramón hincada en la capilla diciendo que si quiero ser su esposa para siempre.
Ayer cayó a mis pies una paloma negra, muerta… mi nana dice que eso es un mal augurio, me reí tanto de ella que se molestó mucho y me dijo: rezalé a la virgen niña, no sea que tu matrimonio termine antes de empezar, me lo dijo tan seria que me hizo temblar pues recordé que hace unos días le dí su ya consabida ración de vino para que me dejara pasear a mis anchas con Ramón pero empezó a llover y nos refugiamos en la troje grande y ahí no pudimos evitar el acercamiento y se entregaron los cuerpos, luego las almas…”
Estoy muy triste, pues creo que han pasado los años o los siglos y no he logrado encontrar a mi madre, recuerdo que la última vez que vi a mi aya fue cuando entró llorando a mi habitación para decirme que mi madre había caído enferma yo le pregunté si habían localizado a mi Ramón, que si mi madre no cumplía la promesa que me hizo yo moriría de angustia, ella me lanzó una mirada furibunda y dijo: ¿te importa mas encontrar a ese vago que la salud de tu madre?, no tienes remedio niña pero sábete que si mi ama muere todo será culpa tuya por haber cometido ese pecado. Luego salió para no regresar jamás. Ayer noche me sentí sofocada pues mi vientre engrandecido no me deja recostar a gusto, no puedo dormir… el aire sopla con fuerza haciendo llorar los pinos del camino y allá como entre sollozos parece que se escucha una voz llamándome con angustia… “Leslie, lesldldldldldldlie”, me sobresalto y quisiera poder abrir ese balcón y saltar por él porque la voz es la de mi Ramón llamándome desde no sé qué sitio.
Hoy decidí que iré por toda la hacienda en busca de mi madre, quiero saber porqué no regresó nunca a liberarme de mi encierro, deseo conocer el motivo por el cual no buscó a Ramón como me lo prometió y además que me explique porque mi vientre ha desaparecido ¿Qué sucedió con mi hijo? Para escuchar estas respuestas estoy segura que viviré una eternidad hasta que se me sean contestadas. Todo sigue igual con la diferencia de que no hay casi gente alrededor, doy la vuelta para salir a la laguna y… ¡ay, dios mío! Estos sueños que me envuelven a cada momento, ahí está Ramón en la biblioteca acompañado del que parece ser mi tío, ¡sé que es él, aunque atrapado en otra ropa y otra piel! lo miro detenidamente me da la impresión de que es ciego ¿será por eso que no volvió? ¡noooo, mi alma no soportaría verlo sufrir de esa manera! Sus ojos tan llenos de luz, que una vez iluminaran mi camino, no pueden estar ahora sin esa alegría que tanto amo. Di la vuelta y eché a correr sin rumbo, me detengo agotada frente a la finca de los Valdivies, aunque es raro, los perros no salen a mi encuentro, ni Sabás el capataz anda por aquí… mejor así, porque entraré sin ser vista y sabré por fin por mi misma que fue de ese hombre que me engañó. Otra vez estos sueños inicuos que me atormentan desde hace tiempo, la finca está en ruinas solo hay algunas paredes medio derruidas, la recorro toda evocando el ayer, traigo a mi memoria los pasillos y los jardines por los que pasé tantas veces corriendo detrás de mi amiga sofí, la hermana de Ramón. Aquí parece ser el lugar en el cual estaba la habitación de mi amiga y en ese rincón de la pared guardaba su diario, me dirigí al lugar y quité la piedra de en medio que siempre ha estado floja, ¡aquí está! Todo es igual que ayer de nuevo, tomé el diario y salí sigilosa de aquel sitio, no había nadie como siempre, esto se está haciendo habitual. El diario de Sofí
25 de diciembre del año de gracia de 1682
“Esta es la navidad mas triste que he pasado, pues anteayer encontraron los restos de mi hermano, dicen que alguien lo asaltó en el camino y escondió su cuerpo en la cueva del cerrito, por eso no lo encontrábamos, ahora necesito buscar la forma de que mi amiga Leslie lo sepa, aunque no puedo visitarla porque su padre la mantiene encerrada y su madre está muriendo”.
17 de febrero del año de gracia de 1683
“Que desesperación, dicen que la madre de mi amiga ha muerto y que aún así su padre no le permitió verla, la crueldad de ese hombre lo llevará al infierno”.
27 de febrero del año de gracia de 1683
“¡que injusta es la vida, hoy asistí al funeral de mi amiga Leslie, ella no soportó el dolor de la pérdida de su madre y la culpa que la agobiaba le aconsejó que era mejor quitarse la vida, la hallaron colgada de una viga, dice su haya que antes de morir escribió una carta a su padre pidiendo perdón por sus pecados y jurando que buscaría a Ramón toda la eternidad hasta que le aclarara porque le ha proporcionado tanto dolor, ¡ay, dios, si ella hubiera sabido lo de mi hermano!
Que impotencia se siente al no saber dilucidar si hoy es ayer o si ayer es hoy, que difícil para un alma enamorada conocer el duelo que nunca pasó, saber que hay una verdad, conocer que existe una realidad y sentir que el alma se niega a perdonar ¿más a quien perdonar? si la vida o dios o el destino le fijaron un camino de tanto dolor y angustia. Fui a mi habitación y lloré cuanto pude, luego abrí mi diario para recordar los días felices al lado de Sofí, Ramón y mis padres, aunque sé que ese camino no volveré a pisar, me reconforta saber que existió y aún cuando no llegó a un final feliz, era mi camino ahora me pregunto ¿porqué he encontrado a Ramón a través de los años? ¿Qué necesita de mí?, con este pensamiento y sabiendo que solo soy un fantasma del ayer que vive entre brumas, llegué hasta una iglesia, no pude contener el deseo de entrar y ¡ahí está de nuevo él!, en el altar una virgen preciosa enmarcada con un gran cuadro de madera, parece sonreírme, luego, mientras él cantaba un salmo, ella me susurró al oído: “Leslie, niña querida, ese muchacho que tienes frente a ti no es el Ramón que buscas, míralo bien ¿no crees que se parece mas a ti? Él es el hijo que nunca nació de tus entrañas por eso es que estás tan ligada a su vida.
Lo abracé en silencio llorando de felicidad, el cielo por fin me concedía el milagro de verlo, ahora lucharé junto a él y así tenga que mover el cielo y la tierra, lograré que logre su sueño de ser un gran tenor. Mi niño entona el “ave maría” mientras la virgen murmura, “Leslie, acércate al altar”, ahí un cirio chisporrotea mientras siento que me elevo hacia otro nivel. ¿has visto los cirios chisporrotear en el altar? No tengas miedo, solo son almas que por fin se elevan al cielo.
Fin
Marilupis