Texto publicado por Manuel Emilio Ballista Caro
Devoción matutina .
RADICAL VERSUS FIEL
“Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Desde el 11 de septiembre de 2001, cuando un grupo de terroristas coordinó el ataque a las Torres Gemelas, el tema del fundamentalismo religioso pasó a ser destacado en la agenda mundial.
Ante esta cuestión, debemos tener en mente que no podemos generalizar al hacer cualquier tipo de análisis sobre la religión de otros. Después de todo, la actitud de algunos no se puede aplicar a todos. Por otro lado, no se puede ignorar el aumento del odio mundial contra esas personas y sus organizaciones. Todas esas barbaridades, además de provocar un sentimiento negativo, también arrojan semillas para iniciativas futuras.
La profecía nos indica que en los últimos días habrá nuevamente persecución, condenación y muerte en nombre de la religión. En medio de ese escenario, la confusión entre fundamentalismo y fidelidad se profundiza. Hoy en día se ve a los fundamentalistas como personas fieles a sus creencias, aunque de manera egoísta, fanática y desequilibrada. Por otro lado, la fidelidad se manifiesta en personas que no negocian principios, pero que tampoco los imponen.
El problema es que la fidelidad ha recibido la etiqueta de fundamentalismo. Cada vez que alguien dice: “Estoy dispuesto a perder mi trabajo, un examen o un año académico con tal de permanecer fiel a las orientaciones de Dios”, aparecen otras personas que dicen: “¡Cuidado con la gente radical! Por personas como esas el mundo hoy enfrenta todas estas crisis”. La confusión termina en discriminación contra quien simplemente desea ejercer su derecho a ser fiel.
Cuando observamos el ejemplo de Cristo, tenemos una visión perfecta de fidelidad y libertad. Él fue completamente fiel, pero para lograrlo no apoyó el uso de armas, no buscó poder, no incitó la lucha de clases y no vivió para sí. Su vida fue usada para demostrar y compartir amor. Murió por aquellos que no lo amaron ni aceptaron.
Debemos seguir su ejemplo y mantenemos fieles ante cualquier prueba, sin temor a recibir presiones o, incluso, a ser víctimas de la discriminación. Pero hagámoslo con respeto y amor, siendo un testimonio vivo de la diferencia real entre el fundamentalismo y la fidelidad.