Texto publicado por Manuel Emilio Ballista Caro

Devoción, matutina

26 de marzo 2019 | Devoción Matutina para Adultos | Una voz de esperanza
“Como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas” (Lucas 3:4).
Braulio nació en una familia pobre, y desde pequeño trabajó limpiando autos y vendiendo dulces. Fueron tiempos difíciles. Pero la vida de su familia cambió cuando su hermana más pequeña, Isabel, murió de meningitis a los seis años; algunos vecinos adventistas los fueron a visitar en Buenos Aires, República Argentina. Además de palabras de consuelo, los invitaron a que visitaran la iglesia.
Comenzaron a estudiar la Biblia, pero no mucho tiempo después su padre perdió el empleo por causa del sábado. Se transformó en colportor y, más tarde, el propio Braulio también abrazó esa obra. Animado por el servicio para el Señor, Braulio decidió ir más lejos y estudiar en el entonces Colegio Adventista del Plata y prepararse para el ministerio.
Fue un estudiante activo, y desde temprano demostró gran capacidad intelectual. Fue editor y director de la revista La voz del Colegio. También escribió muchos artículos, crónicas y poesías. No tenía ni idea de los planes de Dios para su vida. De la Argentina, su ministerio se extendió hasta Costa Rica, Panamá y Cuba, como profesor, pastor y evangelista.
En 1942, cuando la sede mundial de la iglesia decidió iniciar el programa La voz de la profecía en castellano, Braulio Pérez Marcio fue elegido para que fuera el orador oficial. Su voz cálida y sus palabras agradables comenzaron a ser escuchadas a principios de 1943, primero como La voz de la profecía y años más tarde como La voz de la esperanza.
En uno de sus viajes, el editor de un periódico del sur de la República de Chile le contó que había perdido la visión por causa de una enfermedad. Como resultado, también perdió la fe y la voluntad de vivir. Decidió suicidarse, tomó el arma y encendió la radio, con el volumen muy alto para ahogar el sonido del disparo. En aquel momento estaba comenzando el programa La voz de la esperanza con el tema: “¿Por qué Dios permite el sufrimiento?” El mensaje cambió su decisión. Él rehízo su vida. Recuperó no solamente la fe y la confianza en Dios, sino también su visión. Historias como estas se repitieron por millares, y multitudes fueron tocadas por los mensajes de Braulio.
Tú también puedes ser una voz de esperanza, usando los recursos que tienes en tus manos. Tus limitaciones o dificultades no importan. Dios siempre utiliza gente común para hacer una obra extraordinaria.