Texto publicado por starchild

(Relato Propio) Klanan, capítulo 8. Actos inconscientes.

Hola, disculpad por el retraso, ya tenemos recién sacado del horno otro capítulo de esta saga. Como siempre, os dejo con ella, muchas gracias a los que la leéis y apoyais.

Klanan,
Capítulo 8. Actos inconscientes.

El sonido de los dados, la gente caminando de mesa a mesa, los operadores controlando los juegos, algunas personas bebiendo en la barra y gastando sus redondos. Así era el casino de Constin. Duzzy y Julieta era el tercer día que pasaban allí. Charlaban mientras se notaba en la joven una pequeña mueca de enojo en el rostro.
--Ya tengo el sistema, Julieta, y te lo voy a enseñar. –Dijo Duzzy en susurros.- Solo hay que estar atentos cuando apuestan al 6 y luego al 8. Esa es la clave. Lo hacen después de determinados números de pares. Justo en ese momento tienes que entrar tú, ¿OK? Apuesta al 0 todo, y el dinero de la banca será nuestro.
--Eso espero, Duzzy. Es la última vez que entro aquí.
--Lo sé, además no nos podemos arriesgar, ten encuenta que estamos expuestos.

--¿Y decís que no los habéis encontrado en la capital? –Comentó un soldado a otro de menor rango, los cuales estaban charlando en una plaza no muy lejos del casino.
--No hemos encontrado nada, señor. Creemos que es posible que la amenaza se extendiese a pueblos colindantes a Tarktarus, evitando la guardia. Por eso solicitamos vuestra colaboración.
--Sin lugar a duda, señor. ¿Tienen la petición de autorización firmada por el gobernador?
--Aquí mismo. –Dijo el soldado mientras le extendió un sobre sellado con la insignia del imperio de Tarnis.
--Muy bien, -Dijo el otro hombre mientras habría y leía atentamente la carta. Acto seguido, dejó una firma en el pie de la misma.
--Devolvedle la petición a vuestro gobernador y decidle que inmediatamente comenzará el registro del pueblo. Os enviaremos un mensaje mediante transporte seguro en cuanto nos sea posible, justo cuando concluyamos el registro.
--Perfecto, he de partir sin más. Espero que la búsqueda dé resultado.

--apuesto al 5. –Dijo el hombre que estaba justo delante de ella. El operador hizo girar la ruleta y todos esperaron expectantes.
--8, Gana la banca. –Dijo él.
Julieta dio un suspiro al observar como el chico ponía una cara de desesperación y el ayudante del operador recogía todos los redondos que este hombre perdía.
--No puede ser, son todos mis ahorros.
--El juego es así, chico. Vamos, arrima esos redondos.
Un temor se apoderaba de la joven inexplicablemente. Algo le decía que iba a perder todo el dinero por hacer caso de las tonterías de Duzzy. ¿Y si apostaba a otro número que fuese el cero¿Pero a cual? Se acercó decidida a la mesa una vez que el hombre abandonaba el lugar.
--Hola. –Saludó Julieta tímidamente.
--Parece ser que eres nueva en este tipo de sitios, ¿Verdad?
--Es mi primera vez.
--¿Qué hace una mujer apostando a juegos de hombres?
--¿Van a juzgar? O aceptar mi dinero?
--Tienes razón, no durarás mucho. Tu dirás.
--¡Voy con todo! –Gritó ella mientras echaba todo el dinero en la mesa y la gente se volvía histérica.
--¡No sabes donde te estás metiendo, chavala! –Gritó un borracho desde la barra. Una vez hubo contado los redondos el ayudante, anunció.
--La… Jugadora apuesta 400 redondos, lo equivalente a un mes de sustento a un campesino. Probablemente, halla tirado todo su salario mensual por la borda, pero recordad, chicos. El juego, es así. Bien, señorita, ¿A qué número desea apostar?
--0. ¡Apuesto al 0!
--Bien, ¡Giremos la ruleta!
--Vah, no tiene nada que hacer. –Dijo el borracho mientras la ruleta se puso en marcha y la chica temblaba de pies a cabeza. ¿Sabías que el 0 precisamente es uno de los que menos sale? Entonces fue cuando la ruleta se paró y todo el casino gritó de asombro.
--0. La banca pierde. La joven dobla su salario quedando con una suma final de 800 redondos, más la mitad del bote de la banca, en este caso, 2000 redondos, sumando a su bolsillo un total de 2800 redondos, ¡Enhorabuena!
Julieta no se lo podía creer, Observaba estupefacta como contaban el dinero delante de ella y varios empleados del casino la rodeaban para evitar alguna intrusión a su persona para robar el preciado capital. Fueron entregándole lo recaudado depositándolo en el interior de una bolsa de cuero que llevaba para la ocasión. Una vez hubo terminado dio las gracias.
--¿Puedo irme ya?
--Sí, pero por la puerta de atrás. No voy a permitir que te busques una ruina y de paso a nosotros. Sígueme. –Uno de los propietarios, de piel morena y pelo rojizo la condujo fuera de la multitud.

--¡Has sido un insensato, Karkan! ¡Como se te ocurre exponerla de esa manera! ¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?
La voz de un enojado Rein retumbó por toda la sala mientras el posadero, mirando a todos lados, no sabía que decir.
--Señor… Yo, bueno, pensé que sería un buen trabajo para la chica, nadie me ha dado unas pautas, un guión, no sé, no soy el sistema, señor.
--Karkan, por el amor del sistema, ¿Qué significa para ti una persona refugiada?
--¡Al cuerno, Rein! ¡Estás demasiado obsesionado con los malditos soldados imperiales de la maldita Tarktarus! Si son tan peligrosos, ¿Por qué no han venido ya a partirme la puñetera cara? ¿Por qué no han venido a por ella? Estoy arto de intrigas, misterios, y secretos. Soy un posadero y me dedico al mercado de los parroquianos. No sé en que día me propuse ayudarte y contribuir en todo eso que no va a servir para nada. ¿En qué momento se me dijo que iba a proteger a refugiados? ¡Por dios! ¿Qué me vas a traer ahora, Rein? ¿Me vas a plantar un criadero de Srugs en mi casa? –Karkan estaba completamente enrojecido, con las venas hinchadas, y dando golpes en la mesa cada vez que hablaba.
--No, pero quizá te traiga uno para ver si te calmas y dejas de decir tonterías, amigo. Pero no te preocupes, si no estás dispuesto a proteger a Nineva y Kénaton, tengo una buena noticia para ti. Ya que la torre de Caminaplanos te ha quitado la tutela de ambos.
--No puedes hacerme esto, Rein. Es buena haciendo su trabajo…
--¿Quieres que dentro de unos meses un grupo de personas aparezcan por aquí y misteriosamente tu… Como decirlo, imperio de parroquianos salte en llamas? Porque eso es lo que no dudarán en hacer los soldados imperiales si saben que una noble escapada de su control anda exhibiéndose por aquí.
--Ah, ya entiendo. –Dijo Karkan riendo espasmódicamente.- Si atrapan a esa mujer, tu y todos esos señores de la multiexistencia quedaríais con vuestra imagen manchada solo porque han fracasado en proteger a una simple cría de… cuanto, 18 o 19 años, y todo porque te has encaprichado con ella, Rein. Estás mezclando sentimientos muy peligrosos, y con el tiempo te acordarás de mí. ¿Y dime, que habéis hecho los caminaplanos a lo largo de la historia? Deslumbrar con vuestros truquitos multidimensionales y sorprender a la gente? Por dios, eso lo hacen los bufones y juglares.
--No intentes entender algo que no estás dispuesto a entender, Karkan. Pero yo, precisamente, no soy quien para juzgar o dejar de juzgar lo que cada uno hace. Sin embargo, tú ya has hecho más de dos suposiciones en toda la conversación que hemos tenido. Suposiciones sin saber realmente a donde apuntabas. Y todo por que tu visión de las cosas te hace ver la realidad como tú quieres que sea. Pero no te preocupes. Si lo que te fastidia es perder 1000 redondos de los 6000 que ganas ya todos los meses de media, tranquilo, que no será así. Para mañana mismo te estoy buscando a una chica mucho mejor capacitada que Nineva y dispuesta a aguantar mucha más presión, y créeme que conozco muchas jóvenes que estarían encantadas de ser candidatas, pero lo siento, tengo que llevarme a Nineva de aquí. Así que, por favor, dile que esta noche la estaré esperando sobre las 12 en la entrada principal, por la cual ha venido. Ahora debo irme, tengo que… Hacer un poco el bufón.
Acto seguido, desapareció con su particular destello blanco y dejó al posadero a solas en aquella sala común.
--Amigos. –Se dijo para sí mismo.- ¿Qué son realmente los amigos? No importa, nunca los he tenido ni nunca los tendré.
Inmediatamente la puerta se abrió y apareció Nineva acompañada de Kénaton.
--Hola señor, si fuese tan amable… Venía a darte las gracias por lo de Aller y bueno, al ser posible, cobrar la recaudación.
--No hay de qué, joven… - Dijo el posadero suspirando.- No hay de qué.
Aquel hombre entregó a Nineva una bolsita de monedas y esta no tardó en contarlas.
--Disculpe señor, agradezco su generosidad, pero… Esto no es lo que habíamos acordado. Me ha dado 20 redondos.
--No estoy siendo generoso, créeme. Tienes que dejar de trabajar hoy mismo.
--¿Pero, por qué, señor? ¿No le ha gustado mi actuación? Siento mucho lo del incidente…
--Pregúntaselo a tu querido caminaplano que ha aparecido hace unos minutos por aquí. Por cierto, quiere que te reúnas con él a medianoche en la entrada principal.
--¡Está mintiendo! –Dijo el pequeño Kénaton levantando el puño.- Cree que ha encontrado a una chica mejor y más bonita, pero a mi hermana nadie la supera, ¿Se entera?
--Escúchame, pequeñajo. –Dijo Karkan taladrándolo con la mirada.- En situaciones normales, créeme que del bofetón que te hubiese propiciado, tu cabeza estaría dando vueltas sobre si misma durante cinco minutos. Ahora, por favor, marchaos de mi vista. Tenéis hasta las 11 de la noche para hacer vuestras maletas, si os ha dado tiempo a deshacerlas, claro. Venga, marchaos.

Duzzy y Julieta golpearon la puerta de la casa del anciano enérgicamente una vez más.
--¡Tozzy, que somos nosotros! Vamos, hombre. Tenemos una sorpresa para ti.
--Amor, esto empieza a no gustarme un poco. –Dijo una preocupada Julieta.
--Tranquila, nena. Seguro que se está echando una siesta, entretenido o algo, o simplemente enojado con nosotros, ¡Vamos Tozzy, maldita sea!¡Si no abres la puerta vamos a entrar a la fuerza!
Esperaron un rato y nada sucedió. El enfado de duzzy se acrecentaba por momentos. Habido pasado ya un buen rato, miró a Julieta.
--Apártate, esto lo voy a arreglar yo.
Julieta se apartó y el joven, completamente enojado, buscó entre la maleta que llevaba colgada a la espalda después de habérsela desenganchado, hasta que consiguió extraer de ella un enorme martillo. Se dirigió hacia la puerta y comenzó a emprender golpes contra la cerradura de la misma.
--¿Oyes lo que está pasando? –Dijo el chico mientras sonaba el golpe sordo del metal contra el metal.- En cuestión de segundos la cerradura caerá y entraremos.
Tras varios golpes, la cerradura se quebró y calló al suelo en dos trozos. Empujaron la puerta y entraron.
--Duzzy, esto no me gusta. –Dijo Julieta con nerviosismo.
--Diablos, Julieta, mira.
AL llegar al recibidor observaron algunas manchas rojizas en el suelo y cuadros descolgados, ahora hechos añicos. Recorrieron apresuradamente el lugar y llegaron al salón del anciano, donde descubrieron la macabra escena en la cual se podía observar el cuerpo de Tozzy, completamente rígido alrededor de un charco de sangre, el cual manchaba un pequeño sofá volcado.
--Qué diablos es esto… -Dijo Duzzy visiblemente asustado.
--Creo que deberían saberlo, ¿No? –Anunció una voz ronca a sus espaldas mientras ambos chicos emitían un suspiro de sobresalto y se volvían automáticamente, para observar la imponente silueta de un soldado imperial con la espada levantada, apuntando hacia el cuello de Julieta.
--Si haces alguna tontería. –Dijo mirando al chico.- La mato.
Los tres quedaron en silencio, mirándose fijamente.
--Acompañadme.
Los chicos se pusieron en marcha, detrás de aquella figura de rostro severo y armadura plateada. Atravesaron de nuevo aquel lugar y salieron al exterior, donde inmediatamente una auténtica horda de imperiales los rodeó.
--¡Tenemos a dos! –Gritó uno de ellos.
La comitiva avanzaba lentamente mientras los últimos rayos de sol comenzaban a descender en el horizonte. Las calles estaban desiertas, solo las ratas y algunos otros animales urbanos se apartaban al paso de las ruidosas botas de los militares, los cuales escoltaban en silencio, a los cautivos recién capturados. Un repentino rugido crepitante se oyó en el cielo y todo el mundo se detuvo y observó hacia arriba, donde, expectantes, vieron una enorme bola gigante que descendía. Esta impactó sobre uno de los soldados y este estalló en llamas. Ante la confusión, el círculo se quebró y todos comenzaron a mirar alrededor, mientras otras bolas seguían impactando contra los otros hombres, matándolos al instante. Duzzy y Julieta aprovecharon para abandonar el círculo mientras veían horrorizados como otros soldados ardían vivos y se carbonizaban rápidamente. Se alejaron corriendo por las calles, sin saber a donde ir.
--Tenemos que irnos de la ciudad Duzzy. Aquí nos van a matar.
AL decir eso, una mano invisible los agarró por la espalda y los obligó a girarse. Julieta gritó mientras todo se disipaba a su alrededor y volvían a reaparecer en un lugar oscuro y húmedo. La figura de Rein se hizo presente ante ellos, mirándolos severamente.
--¿Qué pasa? ¿Hoy todo el mundo se ha propuesto meterse en líos? –Dijo jadeando mientras se dejaba caer al suelo.
--Señor –Comenzó a balbucear Duzzy.- Juro que no sabemos que es lo que ha sucedido…
--Yo si sé lo que ha sucedido, y os lo voy a explicar. Un anciano llamado Tozzy, consciente de la situación y de lo que le podía ocurrir, ha dado protección a unos chicos, fugitivos de la justicia del imperio de Tarnis. Como cualquier buena persona que practique la filosofía de la multiexistencia, aún sabiendo lo que podía ocurrir, no se negó a daros hospitalidad y alimentaros con lo poco que tiene. Estas personas, sin embargo, no conscientes de la situación, un día deciden escaparse, haciendo caso omiso de todas las advertencias que se les dio, con qué objetivo, ¿El objetivo de jugar a un estúpido juego de casino? ¿Ese fue el objetivo?
--Señor, ese juego de casino…
--Ese juego de casino ha costado la vida al pobre Tozzy. ¡Insensatos! ¿A caso creéis que sois invisibles a la guardia imperial dentro de sus dominios? ¿Es un ratón invisible dentro de los dominios de un gato? Todo el mundo os ha visto salir de la ciudad, ¿Por qué? ¡Porque habéis tenido la brillante idea de entrar y salir de ella por las puertas principales, idiotas!
--Oh dios. -Suspiró Julieta.
--Me quedaré aquí con vosotros un rato, mientras me recupero de lo que acabo de hacer. Por ahora os quedareis aquí y os iré trayendo periódicamente comida a esta gruta. NO os diré donde estáis ni la ciudad más cercana, a ver si así evitáis la tentación de volver a fastidiarlo todo. Después, no sé lo que haré con vosotros. Si me pilláis de buen humor, alomejor cancelo la petición de excluiros del plan de Desmantelamiento.

Nineva y kénaton llegaron a la entrada principal del poblado a la hora indicada y esperaron como se les avisó.
--No entiendo por qué hace esto Rein.
--Yo tampoco –Suspiró ella.- En fin, quien entiende a Rein.
--Ya estoy aquí, y no estoy de muy buen humor así que escuchadme atentamente. –La voz de Rein llegaba justo en frente de ellos.- En cuestión de semanas Tarnis se estará expandiendo a territorios del sur con el objetivo de conquistarlos, y es probable que después lo hagan con otras regiones de Klanan, por ello, os debo volver a refugiar, ya que vuestro querido Karkan ha tenido la genial idea de exponeros a todo el público. Solo se me ocurre un lugar al cual llevaros.
--¿Dónde –Dijo Julieta intrigada.
--Al lugar más temido por el imperio de Tarnis. Agarraos.
Extendieron los brazos y en cuestión de segundos desaparecieron en un haz de luz plateado. El poblado quedó en silencio mientras la luz de la luna y el canto de los grillos, armonizaban la noche en todo su deambular.