Texto publicado por JAIME MAURICIO GAITÁN GÓMEZ

LAS ACCIONES EN FAVOR DE LOS INTERESES COMUNES, HACEN PARTE DE IDEALES ILUSOS.

Las realidades experimentadas por cada uno de los seres humanos en sus diarios vivires, parecieran ser tan solo aquellas situaciones percibidas por cada uno de ellos, las que se circunscriben a las limitaciones propias que en términos de espacios y tiempos, rodean a cada individuo, quienes en la mayoría de los casos, por su precariedad, no son capaces de entender que tales realidades, sobrepasan sus entornos sin percibir que ella, se trata de todo un ecosistema psicosocial contaminado por los prejuicios provenientes de la escaza capacidad de sentirse una muy pequeña parte de un universo difícilmente entendible.

La civilización es la resultante de permanentes procesos de ajustes dirigidos por individuos que a partir de la exposición de fortaleza física y psicológica, ocuparon privilegiados lugares de liderazgo, justificando tales posiciones a través de la manipulación y el sometimiento de sus congéneres que de manera masiva, los seguían bien por sentirse protegidos por ellos, o, bien porque con la fuerza de la imaginación, la creatividad y el poder de persuasión, creando en sus febriles mentes tales líderes deidades y mitos, dioses a quienes les atribuían ser la fuente de la “responsabilidad” que ellos asumieron de gobernarlos y conquistar a sus nombres, y, así, justificando el derecho de gobernar a las masas ignorantes que desde siempre, se convencieron de ser tan solo individuos que en su conjunto, conforman esa masa servil y pusilánime que pareciera que tan solo tienen como función, servir a los privilegiados que usurparon los sitiales de liderazgo de las civilizaciones antiguas y, lo que es más deshumanizador, de las modernas.

Como resultante prácticamente lógico, surgió el capitalismo alimentado por los subliminales mensajes religiosos transmitidos en todas y cada una de las mitologías que han servido de justificación para la perpetuación en el poder de los usurpadores que en las primeras civilizaciones, constituyeron las dinastías monárquicas que orientaron la construcción del modelo jerárquico de todas las sociedades, modelo que ha sufrido algunas pequeñas modificaciones a partir de las consecuencias de la revolución francesa y de la revolución industrial, procesos que inyectaron en la civilización, el ingrediente de la democracia, la que se convirtió en otra forma de manipulación usada por los privilegiados para justificar que sigan ocupando los sitiales en la cúspide de la pirámide social de la civilización moderna sustentada por el poder del dinero, el Dios del capitalismo.

El concepto de democracia, no pasa de ser un eufemismo cuyo origen filosófico, jamás ha sido puesto en práctica y que en teoría, le da a cada individuo, el valor intrínseco de su condición de ser humano, nacido con la posibilidad de contar con igualdad de oportunidades para pertenecer protagónicamente al proceso de construcción de una civilización en la que el fin de generar bienestar a todos quienes hacen parte de ella, debería ser el objetivo que se sobreponga a los intereses particulares que afloran en la particularidad del ser humano que no pudo ser desprendido de los impulsos instintivos de sobrevivencia de los animales u organismos biológicos que poblaron al planeta desde cuando éste ofreció las condiciones para que la vida prosperara.

Tan solo por el hecho aleatorio de que algunas personas han tenido que ajustarse sin contar con las herramientas apropiadas a las inequitativas condiciones ofrecidas por la civilización, es posible contar con diversos puntos de vista, siendo el de quienes estando en la base de la pirámide social, un punto de vista contestatario, punto de vista que le ha abierto a la democracia, una pequeña puerta para que se cuele en beneficio de hacerle entender a la civilización moderna, que el capitalismo salvaje es discriminador y que existen seres humanos que no podrán perseguir ni acopiar al Dios del capitalismo, porque debido a haber nacido en cuna humilde, por experimentar una condición de discapacidad, o, por haber tenido que ocupar los mismos territorios de personas que mayoritariamente tienen una pigmentación dérmica distinta y que se comunican con idiomas desconocidos o que usan diferentes códigos lingüísticos, los maltratan, o, incluso, los aniquilan en genocidios justificados en religiones o ideologías creadas tan solo para perpetuar los privilegios.

Los derechos humanos invocados por la democracia, surgen como la panacea, pero siguen siendo objeto de acciones comunes ilusas mientras los intereses particulares sigan prevaleciendo sobre el bien común, bien que solo se podría alcanzar cuando el dios dinero deje de ser el motivo para el desarrollo de la civilización.

Colombia inicia un año coyuntural en el que a través de los medios de comunicación, se pueden advertir que los derechos humanos que surgen del concepto de democracia, son los que menos importan a quienes aspiran ocupar las posiciones de privilegio que ofrece el poder y el gobierno de una sociedad que no ha entendido que la única manera de crecer como sociedad, es que primen las necesidades de proteger los derechos de todos y todas, condición que se constituye en la realidad de cada uno de los individuos y que sumando todas esas realidades, la realidad que los afecta globalmente, podría ser construida sobre la base de la justicia y la equidad.