Texto publicado por JAIME MAURICIO GAITÁN GÓMEZ

NAVIDAD: EXCUSA PARA REFLEXIONAR.

Estas épocas, que fueron escogidas a través de diversas fuentes como el momento cronológico para conmemorar anualmente el nacimiento del ser humano que fuera el símbolo de los cambios reclamados por quienes vivían marginalizados por el régimen romano, que por haber sido dicho imperio, el que marcara el derrotero de la cultura europea que después de un milenio de su desaparición y división, llevó a sangre y fuego su ideología y cultura a la civilización actual surgida con el modernismo proporcionado por la industrialización y la aparición de los derechos humanos en el marco de la revolución francesa y de las que ella diera origen, convirtiéndose en la mejor manifestación del materialismo que identifica a la humanidad.

La Navidad no es sino tan solo la disculpa para que el comercio, la herramienta que sutilmente reemplazó las armas empleadas por los conquistadores europeos y por los imperios capitalistas y militaristas modernos para someter a millones de incautos que hipnotizados por el poder del dinero y con los objetos que se pueden adquirir con él, engrasen la maquinaria industrialista de empresas residentes y nacidas en suelos de naciones poderosas que escondiéndose en mensajes que se relacionan con lo religioso, someten a las débiles víctimas que deben “producir” ingresos en el marco del perverso modelo económico sustentado por esas naciones para que con esos dineros que ganen, puedan satisfacer sus necesidades no vitales a través del consumo de objetos cuyo único propósito, es alimentar la vanidad creada por quienes los producen.

Sin embargo, tampoco deja de ser la Navidad una manifestación humana que se convierte en un “alto” en la desenfrenada carrera del egoísmo estimulado por el capitalismo salvaje, siendo una invitación para reflexionar en los valores humanos que a pesar del contexto ofrecido por la civilización moderna, están presentes en el espíritu de cada ser humano, valores que afloran cuando la relación interpersonal originada en los hogares y las familias, son estimulados a través de permitirle que se manifiesten sentimientos como el amor, el respeto, la solidaridad, la fraternidad, la consciencia y el entendimiento que los seres humanos son esencialmente, seres sociales que tienen la necesidad de vivir en comunidad, permitiéndole encontrar objetivos que superen el vil materialismo, objetivo que se constituye en una utopía que le dé sentido a la razón de ser de la humanidad.

Es por eso que en vez de ofrecer regalos materiales en estas épocas decembrinas, el ser humano debería ejercitar la tolerancia, la solidaridad y la fraternidad para regalar y de esa manera, se estaría dando la posibilidad de “regalarse” un mundo mejor y viable en el que todos y todas, se encuentren para experimentar esos valores recónditos.