Texto publicado por Jose Antonio

Voyager 1 vuelve a encender unos propulsores después de 37 años.

Si intentas encender un automóvil que ha estado detenido en un garaje durante décadas, no esperas que el motor arranque. Pero un conjunto de propulsores de la sonda Voyager 1 han sido encendidos el 29 de noviembre, después de 37 años sin ser usados.

Voyager 1, la sonda más rápida y lejana de la NASA, es el único objeto fabricado por el ser humano que se encuentra en el espacio interestelar, el ambiente entre las estrellas. La nave, que ha estado viajando durante 40 años, depende de unos pequeños propulsores para orientarse y así poder comunicarse con la Tierra. Estos propulsores se encienden en pequeños pulsos que duran solo milisegundos para rotar sutilmente la nave, de modo que su antena apunte a nuestro planeta. Ahora, el equipo de Voyager es capaz de usar un conjunto de cuatro propulsores traseros, inactivos desde 1980.

“Con estos propulsores aún funcionales después de 37 años sin uso, seremos capaces de extender la vida de la nave Voyager 1 por dos a tres años”, dijo Suzanne Dodd, director de proyecto de Voyager en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.

Desde 2014, los ingenieros habían notado que los propulsores que Voyager 1 ha estado usando para orientarse, llamados “propulsores de control de actitud”, se han estado deteriorando. Con el paso del tiempo, los propulsores necesitan más pulsos para emitir la misma cantidad de energía. A 20.000 millones de kilómetros de la Tierra, no hay un mecánico cerca para repararlos.

Después de analizar las opciones y predecir cómo respondería la sonda en diferentes escenarios, un grupo de expertos en propulsión ideó una solución inusual: Intentar orientar la nave con un conjunto de propulsores que había estado dormido durante 37 años.

En los primeros días de la misión, Voyager 1 sobrevoló Júpiter, Saturno y algunas de sus lunas. Para sobrevolar y apuntar los instrumentos de la nave con mayor precisión, se utilizó propulsores para corregir su trayectoria (o TCM) que son idénticos en tamaño y funcionalidad a los propulsores de control de actitud, y que se localizan en la parte posterior de la nave. Pero el equipo no había tenido que usar estos propulsores desde su encuentro con Saturno, el 8 de noviembre de 1980. Para los sobrevuelos, los propulsores fueron usados en un modo más continuo; nunca habían sido usados con impulsos breves como los necesarios para orientar la sonda.

El 28 de noviembre de 2017, los ingenieros de Voyager encendieron los cuatro propulsores TCM traseros por primera vez en 37 años y probaron su capacidad de orientar la nave usando pulsos de 10 milisegundos. El equipo esperó con entusiasmo mientras los resultados de la prueba viajaban a través del espacio, tardando 19 horas y 35 minutos en llegar a una antena en Goldstone, California, parte de la Red de Espacio Profundo de NASA. Así, el 29 de noviembre, descubrieron que los propulsores TCM habían funcionado perfectamente, tan bien como los de control de actitud.

Ahora, el plan es cambiar a los propulsores TCM en enero. Para realizar el cambio, Voyager debe encender un calentador por propulsor, lo que requiere energía; un recurso limitado para la envejecida misión. Cuando no haya más energía para operar los calentadores, el equipo volverá a cambiar para regresar a los propulsores de control de actitud.

Debido al éxito de la prueba de los propulsores, es probable que también se lleve a cabo una prueba similar con los propulsores TCM de Voyager 2, aunque sus propulsores de control de actitud no están tan deteriorados como los de Voyager 1.

Voyager 2 también está en camino a entrar al espacio interestelar, algo que probablemente ocurrirá durante los próximos años.

Fuente: Jet Propulsion Laboratory