Texto publicado por la licenciada San Miguel

Sin ti no soy nada

¡Hola, blinderos! Aquí estoy de nuevo.
Tal vez si leéis el título de esta publicación, automáticamente pensaréis en la canción del grupo español Amaral. Pero no es así, ni tampoco os creáis que voy a hablar de amor, aunque por estas fechas ya empezaba a hacer estragos la presencia de Marcos Llorens. Ahora supongo que me preguntaréis: ¿Y entonces a parte de no ser nada sin Marcos, sin qué no eres nada?". Pues la respuesta es sencilla: los ciegos no somos nada sin el bastón.Recuerdo que cuando era pequeña, mi maestra de rehabilitación básica del Vendrell (Tarragona), que es de donde soy originariamente, me enseñó a ir por todo el colegio co la mano pegada a la pared y la otra mano delante para evitar el tropiezo con obstáculos. Esta técnica la fui practicando durante mi estancia en la escuela primaria y en los institutos. Me conocía todas las instalaciones de memoria, y podía ir por el patio de mi escuela sin el bastón. es cierto que allí en el CRE de Madrid ninguno de nosotros lo podíamos llevar porque si no, podría haber posibles accidentes. Pero yo recuerdo que en el último instituto en el que estuve, tenía que bajar dos pisos, pasar a un edificio anexo que había y subir tres pisos con seis tramos de escaleras para llegar al aula de música, y lo hacía sin el bastón. Posteriormente, quise practicar esas habilidades de valentía en el centro donde estuve interna cuando estuve embarazada, pero me aconsejaron que usara el bastón, porque las escaleras no estaban pegadas a la pared, y fue el miedo de pegar un traspiés y perder al bebé el que me hizo usar el bastón aunque fuera por allí. Ahora me doy cuenta de que solo lo puedo abandonar en espacios reducidos, como mi casa o casas ajenas, el pasillo de un organismo público, etc. La verdad es que cuando vamos dos o tres ciegos juntos, no me importa usar el bastón, pero cuando hay una multitud de ciegos, muchos de nosotros prescindimos del bastón, porque puede haber un accidente. Esto pasa cuando vamos a los viajes del coro o con más gente de la ONCE. Pero en una facultad, solo lo uso cuando tengo que cruzar a la pared de enfrente para sentarme a almorzar en los bancos. Mucha gente, cuando me ve moverme por la clase sin bastón y me pregunta que por qué hago eso, yo les respondo: "Mira, una persona ciega que está en un despacho o en un aula, es lo primero que se conoce, y no la verás con bastón, salvo cuando tenga que salir a la calle". Y es que es verdad, esto se ve en los directores de los CRE, en los delegados de la ONCE, consejeros..., que no se les nota que son invidentes, porque te reciben de manera que tú no puedas saber que lo son. Bueno, yo voy tanteando las mesas,y entonces sí que se me nota.
Bueno, la verdad es que debería aprender modales para que no se me note que soy invidente en una oficina, el día que me toque trabajar en ella.
Saludos a todos.