Texto publicado por Irene Azuaje

Braille Vs Tecnología: ¿Hasta Cuándo La Controversia?

por Lehna Valduciel
Hace mucho no escribo en relación con la discapacidad ni la ceguera. Entre otras cosas porque considero que es un tema que tiende a saturar —o sea, quecansa—.

Hoy en día que está tan de moda la inclusión, la discapacidad y todos sus afines, información sobra; que sea bien difundida, quizá es otro tema, pero no puede decirse que información no hay.

No obstante, aprovechando la controversia que pude ver por ahí en redes sociales, me atrevo a divagar sobre esa disputa absurda entre la importancia o no del Braille para los ciegos.

En primer lugar, antes de comenzar, decir que no he leído los nuevos argumentos — si es que hay nuevos—, o sea, no me he paseado por la plataforma de juegos ciegueriles; por tanto, esto va más de lo que yo pienso al respecto, que de dilucidar quién demonios tiene la razón porque, la verdad, me da un poco lo mismo quién crea tenerla.

En segundo lugar, explicar que estos últimos días no cuento con una dosis abundante de paciencia por lo que, es posible que el tono de este texto no sea tan diplomático o sutil en comparación con otros que haya podido escribir.

Hechas las aclaratorias, me gustaría que alguien se animase y me explicase, ¿por qué coño discuten por algo tan absurdo como la prevalencia entre la tecnología o el braille?

¿Hasta cuándo con lo mismo, mijiticos?

¿De dónde coño les sale la idea de que son mutuamente excluyentes?

Porque la verdad, el tema del braille y la tecnología lo vengo escuchando desde que estoy ciega y por si no se han fijado, la tecnología avanza, pero el braille sigue estando ahí.

Sin caer en por menores de si se es o no analfabeta por saber o no saber braille, decir, criaturitas del tifloreino, que es un asunto de practicidad; estar preparaditos, que le llaman.

Que una síntesis de voz simplifique el acceso a la información en determinados momentos y contextos no significa que no pueda accederse a la información escrita, a través de la lectura; y para ello, el Braille, le guste a quien le guste o le disguste, es indispensable.

Por obvias razones, no voy a entrar acá a explicar el tecnicismo del por qué escuchar un texto no es considerado lectura. No obstante, quien quiera enterarse puede escuchar Café Sin Letras Podcast 26 Tertulia de Letras, donde Adriana Rodríguez explica, de forma bastante didáctica por qué solo la lectura se considera tal, cuando se realiza con el sentido del tacto.

En todo caso, entre gustos y colores, ¿no?

Lo que sí deberían considerar los unos y los otros es, que mientras más estrategias dominemos para poder acceder a la información de manera independiente al contexto, mejor incluidos estaremos, más oportunidades tendremos, más independientes seremos y más momentos de autonomía podremos gozar.

Habrá momentos en que la tecnología encabece y otros en que lo haga el Braille; pero que fantástico sería que a ambos se le diese la misma relevancia.

Y alguno se preguntará, ¿por qué?

Porque eso nos acerca mucho más a la igualdad y la equiparación, al poder elegir por nosotros lo que nos apetece utilizar —o lo que mejor nos funciona— y no lo que el otro cree, debemos utilizar, o lo que nos sirve mejor, ¿se entiende?

Haga un ejercicio sencillo. Compare cuánto le lleva identificar un medicamento etiquetado en Braille y uno que no lo esté, teniendo que sacar el móvil, tomar la foto —bien para escanear código de barra, ir, u obtener una descripción del producto; o sin usar el móvil, buscando ojitos funcionales que lean y le describan. Tenga en cuenta no solo el tiempo, también la cantidad de pasos que tiene que ejecutar y luego dígame si sigue pensando que el braille es tan inútil.

Por otra parte, aprender braille brinda un complemento a otra herramienta que no tiene solo que ver con la cultura general, la ortografía y la lectura en sí misma y que la tecnología no brinda, el desarrollo de la habilidad de discriminación táctil; que de paso sea dicho, no se usa solo para leer en braille; que los deditos se usan para muchas más cosas, ¿eh?

Por otra parte, habrá muchas circunstancias en las que la tecnología sea insuficiente, o que no esté disponible; y eso, es una realidad. Por tanto, en mi opinión —que no pretende ser una verdad absoluta—, toda persona ciega que tenga la intención de ser profesional, independiente o autónomo, debe adquirir todo el conocimiento y desarrollar todas las habilidades posibles; eso pasa por manejar la tecnología disponible, pero también pasa por tener al menos, un manejo básico del braille; que papaíto, mamaíta, el vecinito o la vecinita, no van a estar ahí toda la vida —por si estaban con el pendiente—.

Por último, para aquellos ciegos a quienes les encanta esto de pelearse por quien prevalece, el braille o la tecnología, recordarles que ustedes no son los únicos que existen sobre el planeta y que, gracias a la coexistencia entre éstos (el braille y la tecnología), personas sordociegas pueden acceder a la información, estudiar, trabajar y esparcirse; cosa que no sería posible si no siguiese el braille vigente y si la tecnología no lo tuviese en cuenta.

Cierro esta divagación invitando a que quienes sostienen estas discusiones hagan el ejercicio de abrir sus mentes, de no cerrarse ante todo conocimiento que pueda representar una alternativa que mejore la calidad de vida, sin que importe el origen de la misma.

Gracias a todos por estar allí, les abrazo fuerte.

Lehna Valduciel | 10/09/2017 en 20:45 | Etiquetas: Braille, Ceguera, Discapacidad, Inclusión, Tecnología | Categorías: Bitácora de Anécdotas y Reflexiones | URL: http://wp.me/p4Osgg-dk