Texto publicado por Irene Azuaje

¿Por qué no te gusta recibir ayuda?

Rebeca Byler 8 Agosto, 2017 2 Comments

Hay personas que no tienen ningún problema en aceptar la ayuda de los demás. Si se les ofrece un vaso de agua dicen: “sí, gracias”. Si alguien se les ofrece para quedarse a cuidar de sus niños, responden: “¿En serio? ¡Gracias, eso sería fenomenal!” Y si se les ofrece ayuda con la mudanza no se lo piensan ni un segundo y dicen: “Vale, comienza cargando las cajas que hay en la entrada de la casa.”

¿Te cuesta aceptar que te ayuden?

¿Te cuesta recibir ayuda? ¿Te cuesta aceptar la ayuda que los demás te ofrecen? Quizás eres de las que siempre dices: “No, no hace falta” y en lo secreto opinas que los que aceptan esa clase de ayuda son descarados y aprovechados. Lo cierto es que, por ridículo que suene en un momento u otro, todo el mundo tiene dificultad para recibir ayuda.

¿Pero por qué te cuesta recibir ayuda?

No es malo tener que aceptar y recibir ayuda
Aceptar o rechazar ayuda de los demás

Razones para no recibir ayuda:

Estas son algunas de las razones más comunes:
•Porque sabes que puedes por ti misma.
•Porque no quieres que te consideren débil.
•Porque aceptar ayuda te hace sentirte fracasada.
•Porque tienes miedo de que la gente te considere una aprovechada.
•Porque consideras que si es tu responsabilidad, tú debes hacerlo.
•Porque te niegas a ser una carga para nadie.
•Porque no soportas “deber” nada a nadie.

Es bueno aceptar ayuda de vez en cuando:

Sea cual sea la razón, si eres una persona que sistemáticamente rechaza la ayuda que se te ofrece, te estás perdiendo una de las prácticas más básicas de la sociedad humana. Ayudar y ser ayudado forma parte de compartir la vida con los demás. Recibir ayuda (y en su momento, ayudar) es fundamental para crecer y fortalecer las relaciones con los demás. La ayuda puede provenir de tu familia, tus amigos, compañeros del trabajo, de tu iglesia, etc… ¡Serán personas que se preocupan por ti y te desean lo mejor!

Si eres de las que siempre rechazan ayuda, medita en primer lugar en las razones. ¿Te has identificado con algunas de las siete razones anteriormente citadas? Has de saber que ninguna de esas razones es válida. Aunque tú sola puedas, también puedes con ayuda. No eres débil ni menos independiente por aceptar ayuda. No eres una fracasada. No te estás aprovechando de nadie. No estás eludiendo tus responsabilidades. No eres una carga. No te convertirás en una “deudora” (la verdadera ayuda proviene de un corazón generoso y si alguien tiene otra idea en mente, es su problema y no el tuyo).

Te animo a que confrontes esas ideas equivocadas que te impiden recibir ayuda. ¡Déjate querer y déjate cuidar! Espero que poco a poco te sientas más cómoda recibiendo ayuda. ¡Así es como deben funcionar las relaciones humanas!

© Autor: Rebeca Byler.