Texto publicado por Daniel Ayala, El testigo

Los jóvenes preguntan: ¿Qué lugar debe ocupar la música en mi vida?

Los jóvenes preguntan: ¿Qué lugar debe ocupar la música en mi vida?

¿Es importante para ti la música?

? Me gusta, pero no me vuelve loco

? Me encanta, no puedo vivir sin la música

¿En qué momentos acostumbras escucharla?

? Mientras viajo

? Cuando estudio

? Todo el tiempo

¿Qué tipo de música es tu preferida? ¿Por qué? ·····

LOS seres humanos nacemos con la capacidad de apreciar la música. Y hay quienes hasta la consideran una necesidad. “No puedo vivir sin música —dice Amber, de 21 años—. Casi siempre estoy escuchando algo: mientras limpio, cocino, estudio o cuando voy a hacer algún mandado.”

Aunque el ritmo de una pieza se logra siguiendo un patrón de repetición, la música es mucho más que una simple combinación matemática: puede llegar hasta lo más profundo de nuestro ser. Así como “una palabra [dicha] a su tiempo apropiado” produce un buen efecto, hay momentos en los que una canción puede levantar el ánimo (Proverbios 15:23). “A veces me parece que nadie me comprende —dice Jessica, de 16 años—, pero cuando escucho a mi grupo favorito, sé que hay gente que siente lo mismo que yo.”

¿Una eterna pelea?

Es posible que a tus padres no les guste la música que tú escuchas con tanta pasión. Cierto adolescente protesta: “Mi padre se pasa todo el día diciendo: ‘¡Quita ese ruido, que me vas a dejar sordo!’”. Quizá estés harto de que te regañen y pienses que tus padres están convirtiendo una cosa sin importancia en un problemón. “Al fin y al cabo, cuando ellos tenían mi edad —señala una muchacha—, ¿no se quejaban sus padres de lo mismo?” Una chica de 16 años llamada Ingrid se lamenta así: “Parece como si los adultos siguieran viviendo en el pasado. ¡Ojalá se dieran cuenta de que nuestra música también es buena!”.

Lo que dice Ingrid es muy interesante. ¿Te has dado cuenta de que las personas de distintas generaciones suelen tener gustos diferentes? Pero eso no significa que no hay remedio y que la música siempre vaya a ser un motivo de pelea con tus padres. El secreto está en que te esfuerces por entenderlos y en lograr que ellos te entiendan a ti. Y si respetan la Biblia, será mucho más fácil conseguirlo. ¿Por qué? Porque la Biblia ayuda a determinar si las diferencias entre tus padres y tú se deben a que tienen gustos diferentes o a que algo es verdaderamente inaceptable. Para eso tienes que analizar 1) el mensaje que transmite tu música favorita y 2) la cantidad de tiempo que pasas escuchándola. Empecemos con el primer punto.

El mensaje que transmite

Con la música hay que tener el mismo cuidado que con la comida. ¿Verdad que jamás se te ocurriría comer algo en mal estado, aunque solo comieras un poco? Por supuesto que no, pues sabes que te haría daño. Seguro que prefieres alimentos sanos y en buen estado. El problema con la música es que quizá la que más te atraiga no sea la más sana. Un muchacho llamado Steve se lamenta: “¿Por qué será que todas las canciones con el mejor ritmo tienen una letra tan inmoral?”.

“Pero a mí lo que me gusta es la melodía —puede que pienses—. No me importa lo que dice en sí la canción.” Pues bien, si alguien te quisiera envenenar, ¿cómo crees que te daría el veneno? ¿Mezclado en un vaso de vinagre, o dentro de una golosina? Job, un siervo de Dios, dijo que “igual que el paladar reconoce los sabores”, “el oído distingue las palabras” (Job 12:11, Versión Popular, 1994). De modo que en vez de envenenarte con una canción porque te fascine su melodía (es decir, la golosina), “distingue las palabras” analizando el título y la letra. ¿Por qué razón? Porque el mensaje que acompaña a la música puede afectar tu manera de pensar y actuar.

Por desgracia, la mayor parte de las canciones actuales promueven la inmoralidad sexual, la violencia y el consumo de drogas. Pensar que escuchar este tipo de letra no te perjudica es señal de que el “veneno” ya te está haciendo efecto.

No dejes que decidan por ti

Quizá los chicos de tu edad te presionen para que oigas canciones que no son apropiadas. Y no solo ellos: la industria musical también ejerce mucha influencia. Mediante la radio, la televisión e Internet, la música se ha convertido en un negocio multimillonario que contrata a hábiles publicistas para manipular el gusto de la gente.

Ahora bien, si permites que tus compañeros o los medios de comunicación decidan lo que debes oír, te convertirás en su esclavo (Romanos 6:16). La Biblia nos anima a no dejarnos controlar por este mundo (Romanos 12:2). Así pues, tienes que aprender a usar tus “facultades perceptivas”, es decir, tu capacidad para distinguir lo bueno de lo malo (Hebreos 5:14). ¿Cómo te puede ayudar esto a tomar buenas decisiones al elegir tu música? Veamos las siguientes sugerencias.

Fíjate en la carátula. Por lo regular, basta con echar un vistazo a la carátula o a los carteles publicitarios para saber de qué tratan las canciones. Si ves imágenes de violencia, sexo o espiritismo, ten cuidado: es muy probable que el contenido de las canciones también sea malo.

Pon atención a la letra. ¿Qué es lo que dice? ¿Estás seguro de que quieres escuchar y repetir esas ideas vez tras vez? ¿Concuerdan con tus valores y con los principios cristianos? (Efesios 5:3-5.)

Observa el efecto que tiene en ti. “Noté que muchas de las canciones que oía me deprimían”, admite un chico de nombre Philip. “Bueno —quizá alguien diga—, no hay que generalizar: a cada uno le afecta de distinta manera.” Pero piensa en tu caso. ¿Qué efecto tiene la música que escuchas en tu estado de ánimo? ¿Te provoca malos pensamientos? ¿Se te han pegado algunas expresiones vulgares que tienen ciertas canciones? (1 Corintios 15:33.)

Piensa en los demás. ¿Por qué no les preguntas a tus padres qué opinan de la música que escuchas? ¿Y qué hay de los hermanos de la congregación? ¿Se sentirían incómodos o molestos si la escucharan? Es señal de madurez estar dispuesto a hacer cambios por respeto a los sentimientos ajenos (Romanos 15:1, 2).

Tomar en cuenta estas sugerencias te ayudará a elegir música que estimule los sentidos y que no dañe tu relación con Dios. Pero todavía nos queda otro punto por analizar.

El tiempo que le dedicas

Como vimos antes, la música que elijas, al igual que la comida, debe ser sana. Pero fíjate en la advertencia de este sabio proverbio: “¿Es miel lo que has hallado? Come lo que te sea suficiente, para que no tomes demasiado de ella y tengas que vomitarla” (Proverbios 25:16). Efectivamente, hasta alimentos sanos como la miel —que tiene propiedades curativas muy conocidas— pueden ser perjudiciales cuando se consumen en exceso. ¿Qué nos enseña esto? Que incluso las cosas buenas hay que disfrutarlas con moderación.

Sin embargo, hay jóvenes que dejan que la música domine su vida. Jessica, citada al principio, confiesa: “Me paso oyendo música todo el tiempo, hasta cuando estudio la Biblia. Les digo a mis padres que así me concentro mejor, pero no me creen”. ¿Te resultan conocidas estas palabras?

Para saber si la música ocupa un lugar demasiado importante en tu vida, responde las siguientes preguntas:

¿Cuántas horas al día paso escuchando música? ·····

¿Cuánto gasto al mes en esta afición? ·····

¿Se está perjudicando la relación con mi familia? Escribe lo que harías para mejorar la situación. ·····

Haz los cambios necesarios

Si la música te absorbe demasiado, deberías fijar límites que te ayuden a ser más moderado. Por ejemplo, quizá tengas que dejar de andar todo el día con los auriculares o de poner música tan pronto llegas a tu casa.

Es más, ¿por qué no tratas de ver las ventajas de tener ratos de silencio? Entre otras cosas, podrás estudiar mejor. “Uno saca más provecho de lo que estudia cuando no hay música”, admite Steve, a quien ya mencionamos. Intenta hacer tus tareas escolares en silencio y verás que tu concentración mejora.

También podrás dedicar esos ratos de silencio a leer la Palabra de Dios y las publicaciones bíblicas. Cuando Jesús quería orar y reflexionar, buscaba un lugar tranquilo (Marcos 1:35). ¿Es así el entorno en el que lees la Biblia? Si no lo es, tal vez eso te haga difícil estrechar tu amistad con Dios.

La mejor elección

La música es un regalo de Dios que debes usar bien. No seas como Marlene, quien dice: “Sé que debería deshacerme de algunos discos; pero es que me gustan tanto...”. ¿Te das cuenta del daño que se está haciendo con esa música? No cometas el mismo error. No permitas que lo que entre por tus oídos te corrompa o controle tu vida. Elige bien lo que escuchas, siguiendo siempre las elevadas normas cristianas. Pídele a Jehová que te ayude a tomar buenas decisiones, y busca la compañía de quienes tengan tus mismos principios.

Puede que la música alivie tu sensación de soledad o te haga olvidar tus problemas; pero cuando la apagas, los problemas siguen ahí. Además, no hay canción que reemplace a los amigos. Por lo tanto, no permitas que la música sea lo más importante en tu vida. Disfruta de ella, pero mantenla siempre en su lugar.

EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO

Es natural que quieras divertirte. ¿Qué consejos bíblicos pueden ayudarte a usar bien tu tiempo libre?

Texto bíblico clave

“El oído distingue las palabras, igual que el paladar reconoce los sabores.” (Job 12:11, Versión Popular, 1994)

Una sugerencia

Toma la iniciativa e interésate en la música que les gusta a tus padres. Puede que de esta manera ellos se sientan motivados a tratar de entender por qué te gusta a ti cierta canción o grupo musical.

¿Sabías esto?

Si no quieres que tus padres escuchen tus canciones favoritas, ¿será porque en el fondo sabes que no deberías oírlas?

¡Manos a la obra!

Así pienso controlar el tiempo que paso oyendo música: ·····

Si mis compañeros insisten en que escuche música que no es sana, les diré esto: ·····

¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ·····

Y tú, ¿qué piensas?

? ¿Por qué debes elegir con cuidado la música que escuchas?

? ¿Qué te ayudará a saber si está mal escuchar cierta canción?

? ¿Qué puedes hacer para cultivar otros gustos musicales?

[Comentario de la página 259]

“Cuando me doy cuenta de que estoy oyendo una canción que sé que me va a hacer daño, la quito inmediatamente. Si no lo hago, buscaré excusas para seguir escuchándola.” (Carmen)

[Ilustraciones y recuadro de la página 258]

cultiva otros gustos musicales

Seguro que ahora te gustan más alimentos que cuando tenías cinco años, ¿verdad? Esto se debe a que has aprendido a disfrutar de nuevos sabores. Lo mismo puedes hacer con la música. En vez de limitarte a un solo estilo, procura abrirte a más opciones.

Algo que puede servirte es aprender a tocar un instrumento. Además de ser un emocionante desafío, este aprendizaje te pone en contacto con estilos de música que no son tan comerciales. “¿Y de dónde saco el tiempo?”, tal vez preguntes. A lo mejor puedes sacarlo del que pasas frente a la televisión o los videojuegos. Fíjate en los comentarios de algunos jóvenes.

“Tocar un instrumento es superdivertido; es genial poder expresar así tus sentimientos. Además, como he aprendido a tocar piezas musicales que no conocía, ahora me gustan distintos tipos de música.” (Brian, de 18 años, toca la guitarra, la batería y el piano.)

“Para tocar bien un instrumento, no te queda más remedio que practicar. Claro, esto no siempre es divertido. Pero cuando llegas a dominar una pieza, te sientes muy bien.” (Jimena, de 13 años, toca la viola.)

“Cuando tengo un día difícil o estoy muy triste, la guitarra me ayuda a relajarme. Es fantástico tocar música bonita y tranquila.” (Vanesa, de 20 años, toca la guitarra, el piano y el clarinete.)

“Me ponía a pensar: ‘Nunca voy a tocar tan bien como Fulano o Mengano’. Pero seguí adelante con las clases. Ahora no solo me siento satisfecho cuando una pieza me sale bien, sino que valoro más el talento de otros músicos.” (Jacob, de 20 años, toca la guitarra.)

[Ilustración de la página 255]

¿Verdad que la comida en mal estado te hace daño, aunque solo comas un poco? Con la música que no es sana pasa lo mismo

Fuente de consulta:
BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower