Texto publicado por Marcos Molina

REGLA # 17: . LOS NÚMEROS .

del libro CÓMO ESTUDIAR LA BIBLIA Por, Greg Kedrovsky .
REGLA # 17: . LOS NÚMEROS .
La regla: Recuerde que los números son importantes en la Escritura.
Cada número en la Biblia tiene un significado. Sin embargo, es muy fácil de tergiversar la Palabra de
Dios poniendo demasiada atención en la “numerología” (el estudio de los números en la Escritura).
Entonces, tenemos que procurar siempre mantener un equilibrio con los números, como en cualquier otra
área del estudio bíblico. Hay dos principios que nos ayudarán a mantener este balance en cuanto a nuestro
entendimiento de los números en la Biblia.
En primero lugar, hay que entender que los números en la Biblia funcionan como los tipos y cuadros (ver
el capítulo 11). Esto quiere decir que los números, con sus respectivas significados, no están en la
Escritura principalmente para enseñar doctrina. Más bien, están ahí para ilustrar, aclarar y amplificar la
doctrina que se establece en los pasajes que enseñan directamente la misma. No debemos, como algunos
en el cristianismo de hoy, usar los números para enseñar doctrinas nuevas y, a menudo, extrañas. Dios ha
puesto el sistema de los números en la Biblia para mostrarnos la perfección, la inspiración, la
preservación y la profundidad de ella. Así que, no debemos llevar la numerología más allá del propósito
de Dios en ella. No use los números para hacer que la Biblia diga algo que no dice.
En segundo lugar, no se requiere el 100% de consistencia en el significado de un número para establecer
su patrón en la Biblia. Cuando vemos que un número tiene que ver con lo mismo el 80% o el 90% de las
veces que aparece en la Escritura, podemos concluir que así es su significado. Después, cuando vemos
algo que parece ser un sentido diferente del mismo número en otros pasajes, podemos estar seguros que
esto no implica que el número tiene otro significado.
Uno (1): La unidad
En el primer versículo del primer capítulo del primer libro de la Biblia, hay unidad en toda la creación.
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. [Gen 1.1]
Luego, en Génesis 11.1 (la referencia consta de tres “1’s”) toda la tierra tenía una sola lengua y las
mismas palabras. O sea, había completa unidad en toda la tierra.
Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. [Gen 11.1]
También, vemos que Dios es uno. Hay unidad en la Trinidad.
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. [Deut 6.4]
El número uno se trata de la unidad. Cuando usted ve un pasaje que tiene que ver con unidad, a menudo
habrá alguna relación con el número uno ahí también.
Dos (2): La división
En el segundo versículo de la Biblia (después de la brecha que contiene el pecado y la rebelión de
Satanás; Isa 14.12-14) ya hay una división en la creación. Dios está en el tercer cielo, por encima de la faz
del abismo (la faz de las aguas; Job 38.30; Apoc 4.6), y todo lo demás de Su creación queda por el otro
lado de esta división. Vemos la primera división en la Biblia, entonces, en el versículo número 2.
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se
movía sobre la faz de las aguas. [Gen 1.2]
Vemos el mismo significado del número dos en la primera mención de la palabra en la Escritura. Dios
hizo dos lumbreras para dividir el día de la noche, la luz de las tinieblas.
E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor
para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. [Gen 1.16]
Tres (3): La estructura del universo
El número tres es el número de la estructura del universo porque Dios se usó a Sí mismo como el patrón
para hacerlo todo. Dios es “tres en uno”, la Trinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (1Jn 5.7).
Según este patrón de tres en uno, entonces, Dios creó todo lo material en el universo.
Por ejemplo, la partícula más pequeña, el átomo, consta de protones, neutrones y electrones. Son tres
partes que forman un solo átomo. También, hay tres dimensiones físicas en la creación: altura, anchura y
profundidad. Hay tres aspectos del tiempo: pasado, presente y futuro. El hombre, hecho conforme a la
imagen de Dios, consta de tres partes que forman un ser: espíritu, alma y cuerpo (1Tes 5.23).
Hay una aplicación especial del número tres cuando aparece en el contexto de días. La frase “tres días” o
“tercer día” a menudo se refiere a algún aspecto de una resurrección. A menudo podemos ver un cuadro
de la resurrección de Cristo o algún aspecto de la misma. Después de morir en la cruz, el Señor pasó tres
días y tres noches en la tumba, pero “al tercer día” resucitó (1Cor 15.4). Así que, cuando el número tres
aparece en la Escritura en el contexto de días, a menudo podemos ver un cuadro de la resurrección de
Cristo o de la resurrección de otros debido a la de Cristo. Por ejemplo, según Oseas 6.1-2, en el “tercer
día” Dios resucitará a los de Israel, exactamente como resucitó a Su Hijo primogénito.
Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de
dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él. [Os 6.1-2]
Cuatro (4): El número de las obras de la creación
El significado del número cuatro es un poco difícil de determinar, pero parece ser el número de las obras
de la creación. En la creación, hay cuatro direcciones: norte, sur, oeste y este. Hay cuatro elementos
básicos: fuego, aire, tierra y agua. En la Biblia hay cuatro “ángulos” de la tierra (Apoc 20.8) y cuatro
“extremos” de ella. También se mencionan cuatro “vientos de los cielos” (los cielos forman parte de la
creación tal como la tierra; Gen 1.6-8).
Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro
vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.
[Apoc 7.1]
Tú, hijo de hombre, así ha dicho Jehová el Señor a la tierra de Israel: El fin, el fin viene sobre los cuatro
extremos de la tierra. [Ezeq 7.2]
Eh, eh, huid de la tierra del norte, dice Jehová, pues por los cuatro vientos de los cielos os esparcí, dice
Jehová. [Zac 2.6]
Así que, parece que el número cuatro se refiere a menudo a algo que tiene que ver con la creación y las
obras de ella.
Cinco (5): La muerte
Vemos este significado del número cinco en un pasaje de primera mención. La muerte del primer hombre
(Adán) se registró en el quinto versículo del quinto capítulo de la Biblia.
Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió. [Gen 5.5]
Además, cada animal que murió como sacrificio bajo la ley de Moisés, murió sobre un altar cuadrado de
cinco codos por cinco codos.
Harás también un altar de madera de acacia de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura; será
cuadrado el altar, y su altura de tres codos. [Exod 27.1]
El animal (el sacrificio) es un cuadro de Cristo en la cruz cuando Él llegó a ser nuestro Sacrificio
sustituto. El altar, entonces, es un cuadro del infierno, de la muerte eterna, que Cristo sufrió por nosotros
en la cruz. Por esto se hizo del tamaño de cinco codos por cinco codos. Es un cuadro del lugar de la
muerte eterna.
También, hay una frase que aparece en el Antiguo Testamento y se refiere a una manera eficaz de matar a
un hombre.
Y cuando Abner volvió a Hebrón, Joab lo llevó aparte en medio de la puerta para hablar con él en secreto; y allí,
en venganza de la muerte de Asael su hermano, le hirió por la quinta costilla, y murió. [2Sam 3.27]
¿Por qué es por la quinta costilla y no por la cuarta o la sexta? Dios está tratando de enseñarnos algo. El
número cinco es el número de la muerte.
El número cinco aparece en varios aspectos de la muerte de Cristo también. Cristo murió en el quinto
milenio. O sea, después de 4.000 años de historia en el Antiguo Testamento, Cristo vino al comienzo del
quinto milenio y murió. Cuando murió, Él tenía cinco heridas en Su cuerpo: una en cada mano, una en
cada pie y la del costado. Fueron cinco heridas en total que, de alguna manera, tuvieron que ver con la
muerte de Cristo.
Muchos quieren decir que el número cinco es el de la gracia, pero no es así. Hay lugares en la Biblia
donde el número cinco parece tener algo que ver con la gracia, pero detrás de todo se ve la muerte. La
gracia siempre nos viene a los hombres a través de la muerte. Así era en el Antiguo Testamento con la
muerte de los animales en sacrificio por el pecado. Así es en el Nuevo Testamento con el sacrificio de la
muerte sustituta de Cristo Jesús. La paga del pecado es la muerte, entonces una vez que el sacrificio
inocente muere por el pecado, Dios nos alcanza con Su gracia. El número cinco es el número de la
muerte.
Seis (6): El hombre
El número quizá más famoso en toda la Biblia y entre todos los hombres es el “666” del Anticristo.
Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su
número es seiscientos sesenta y seis. [Apoc 13.18]
Apocalipsis 13.18 dice que este número de la bestia es “número de hombre” porque el número del
hombre es seis. Se relaciona con la bestia, el Anticristo, porque él es Satanás en la carne (o sea, Satanás
en el cuerpo de un hombre).
Vemos el número seis en relación con la creación del hombre. Fue en el sexto día de la creación que Dios
lo formó.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó... Y vio Dios todo lo que
había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. [Gen 1.27-31]
Vemos el número seis también en el contexto del trabajo del hombre. Trabaja seis días y descansa el
séptimo (por lo menos los judíos bajo el Pacto de Moisés).
Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día
de reposo, ciertamente morirá. [Exod 31.15]
Así que, el número seis tiene que ver con el hombre. Cuando lo vemos en la Escritura, a menudo veremos
algún cuadro de un aspecto del hombre y sus obras.
Siete (7): La perfección y la consumación
Cuando Dios hace una serie de cosas, siempre la hace con siete. Cuando la serie llega a la séptima cosa,
ya termina y Dios empieza de nuevo con otro juego de siete. Considere algunos ejemplos de este
significado del número siete en la Biblia.
Hubo siete días de creación en Génesis. Dios hizo toda la creación (la “consumó”) en seis días y reposó el
séptimo. Reposó, no porque estaba cansado sino porque lo había hecho todo y no había nada más que
hacer. O sea, al llegar al séptimo día, la obra quedó perfecta y consumada. También, hay siete
dispensaciones (épocas) en la Escritura desde Adán hasta el Milenio (ver el capítulo 5). Después del
Milenio, la séptima dispensación, Dios empezará de nuevo con la nueva creación. En el Libro de
Apocalipsis, el libro de la consumación de la obra de Dios en esta creación, el número siete aparece más
de 30 veces. Hay siete espíritus, siete estrellas, siete candeleros, siete iglesias, siete sellos, siete trompetas,
siete truenos y siete copas (para mencionar unos pocos de los juegos de siete en Apocalipsis).
Además de los ejemplos en la Biblia, también podemos ver el mismo patrón del número siete en la
creación. Sólo hay siete colores principales. Todos los demás colores vienen de estos siete: rojo, amarillo,
azul, anaranjado, verde, púrpura y negro (note que el blanco no es un color sino la ausencia de color).
Sólo hay siete notas en la música. Después de la séptima, todo empieza de nuevo con la “octava” nota.
Esto nos lleva al siguiente número en este estudio, el de nuevos comienzos.
Ocho (8): Nuevos comienzos
Cuando Dios termina con la séptima cosa de una serie, la primera de la nueva serie, entonces, sería la
octava (contando desde la de antes). O sea, el nuevo comienzo empieza con el número ocho. Como
siempre, hay bastantes ejemplos de este patrón en la Biblia.
Después del diluvio de Noé, Dios empezó de nuevo (un nuevo comienzo) con una familia de ocho
personas: Noé, su esposa, sus tres hijos y sus esposas (Gen 9.1) El octavo libro de la Biblia es el de Rut.
El Libro de Rut es la historia del nuevo comienzo de una gentil que se casa con un judío y por lo tanto es
un cuadro de la relación de Iglesia con Cristo y nuestro nuevo comienzo en Él. David, el nuevo rey de
Israel, fue el octavo hijo de Isaí (el octavo porque él es un tipo y cuadro de Cristo).
Vemos también este mismo patrón de nuevos comienzos en la vida de Cristo. Él resucitó (el nuevo
comienzo de Su resurrección) el primer día de la semana (Mat 28.1). El primer día de la semana, el
domingo, es realmente el octavo día de la semana pasada. O sea, el comienzo de una nueva semana es el
octavo día si contamos los días de la semana anterior. Por esto nos reunimos los domingos y no los
sábados. Celebramos el nuevo comienzo (la resurrección) que Dios nos dio en Cristo Jesús (Ef 2.4-6).
Otro ejemplo es el de la eternidad que comenzará después de siete periodos de 1.000 años. O sea, en el
octavo periodo empieza la eternidad porque es un nuevo comienzo para todo.
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía
más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido. [Apoc 21.1-2]
Nueve (9): Fruto
El número nueve casi siempre se relaciona con algo que tiene que ver con llevar o producir fruto. En el
capitulo nueve de Génesis es donde vemos el mandamiento de “fructificar” en el nuevo mundo después
del diluvio.
Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra. [Gen 9.1]
Hay nueve manifestaciones del fruto del Espíritu que se mencionan en el Libro de Gálatas.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley. [Gal 5.22-23]
Observe que también los números de los versículos de esta referencia en Gálatas suman a nueve. Los
números son 22 y 23, entonces sumando los números individuales (2+2+2+3), resulta en nueve.
Se ve este patrón de fruto en la creación también. Hay nueve meses de embarazo (normal) antes de dar a
luz el fruto del vientre. Nueve es el número de fruto en la Biblia.
Diez (10): Los gentiles
El décimo hombre sobre la tierra fue Noé (es la décima generación desde Adán). Él era un gentil y
también el padre de los gentiles, como Abraham fue el padre de los judíos (en el sentido que cada judío
viene de él). Noé, el décimo hombre de Adán, es el padre de los gentiles porque cada gentil ha venido de
él. Además, vemos el mismo significado del número diez en el capítulo 10 de Génesis. Este décimo
capítulo de la Biblia registra la genealogía de los gentiles, del linaje de Noé. De hecho, Génesis 10.8-10
registra el primer reino de los gentiles en toda la Biblia, el de Nimrod.
Daniel capítulo 2 registra el sueño de Nabucodonosor de la imagen de metal. La imagen de metal forma
un bosquejo de los “tiempos de los gentiles” (Luc 21.24) que terminarán con el último reino “de los pies”
que tendrán “diez dedos” que son los diez reyes gentiles a través de los cuales el Anticristo reinará sobre
todo el mundo (Dan 2.40-45; Apoc 17.12).
Hechos 10 registra la primera salvación de un gentil, Cornelio. (Entienda que el etíope de Hech 8.26-40,
aunque era gentil por nacimiento, era un judío prosélito.) En el capítulo 10 de Juan, Cristo dice que habrá
otras ovejas que no son de “este redil” (Juan 10.16). “Este redil” se refiere a los judíos, a Israel. Las “otras
ovejas” son los gentiles. Ellos salen en el décimo capítulo de este Evangelio. Vemos el mensaje de
salvación que Dios mandó a estos gentiles en Romanos 10.10.
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. [Rom 10.10]
En el décimo capítulo de Apocalipsis (v5-7), Cristo viene para tomar control y posesión de los reinos de
los gentiles. El número diez en la Biblia es el de los gentiles.
Es interesante ver este patrón también en el mundo natural. Los gentiles contamos por diez. Hay diez
milímetros en un centímetro. Hay diez centímetros en un decímetro. Hay diez decímetros en un metro.
También, todos los sistemas de dinero en las naciones gentiles se basan en el número diez. Por ejemplo,
en los EE.UU. hay billetes en múltiplos de diez dólares y luego siguen múltiplos de diez: 20 dólares, 50
dólares, 100 dólares, etc.
Muchos preguntan que si el número diez es realmente el número de los gentiles, ¿por qué Dios les dio a
los judíos los diez mandamientos (Exod 20.1-17)? La respuesta se halla en un entendimiento de lo que
son en realidad los diez mandamientos. Ellos forman lo que se llama “la ley de Dios”—una ley universal
que el Creador ha escrito en el corazón de todos los hombres.
Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no
tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio
su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo
los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio. [Rom 2.14-16]
En toda la ley que Dios entregó a Moisés hay 613 diferentes preceptos, sin embargo estos diez
mandamientos son distintos—como se ve en el hecho de que Dios los escribió en tablas de piedra y las
puso para siempre en el arca del testimonio (Deut 10.1-5). Todos los demás preceptos de la ley de Moisés
se escribieron en “el libro de la ley” (por ejemplo: Deut 31.26). En esto hay un cuadro de lo que es en
esencia esta ley de Dios, porque el arca del testimonio es una prefiguración de Dios en la carne—de
Cristo Jesús. El arca se hizo de madera, un cuadro de la humanidad de Jesús, y se cubrió de oro puro, un
cuadro de Su deidad. Jesucristo es Dios (oro) manifiesto en la carne (madera). El Señor se reunía con los
hombres por encima de esta arca, exactamente como Cristo Jesús es el Mediador entre Dios y los
hombres (“nos reunimos” con Dios en Cristo; 1Tim 2.5). Dentro del arca estaban las dos tablas de la ley
de Dios porque los diez mandamientos son simplemente una manifestación de la justicia de Dios—de Su
carácter. Así que, los diez mandamientos forman una “ley moral”—una ley que nos muestra la diferencia
entre la bondad (lo bueno) y la malicia (lo malo). Por tanto, como Dios es perfecto, santo, justo y bueno,
así es la ley—los diez mandamientos—también.
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma... [Sal 19.7]
De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. [Rom 7.12]
Pero sabemos que la ley es buena... [1Tim 1.8]
Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo,
sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. [Stg 1.25]
Dios ha escrito esta ley en el corazón de cada hombre y por lo tanto los diez mandamientos forman la
“vara de medir” de la bondad de cada ser humano. Es por esto que vemos la siguiente definición del
pecado.
Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley. [1Jn 3.4]
El pecado es infracción de la ley—es violar la ley de Dios (los diez mandamientos que Dios ha escrito en
el corazón de cada hombre, tanto judío como gentil). Todos sabemos que mentir es malo. Todos sabemos
que robar es malo. Todos sabemos que blasfemar, asesinar y cometer adulterio es malo. ¿Por qué? Por la
ley de Dios—la ley los diez mandamientos—está escrita en nuestros corazones y nuestras conciencias nos
acusan cuando pecamos (cuando violamos la ley).
En esto vemos la clave del evangelismo. ¡Tenemos que empezar con la ley! La predicación al pecador
tiene que comenzar con los diez mandamientos, porque si no, el pecado no “abundará”.
Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.
[Rom 5.20]
Es la predicación de la ley que cierra la boca del pecador y lo pone debajo del justo juicio de su Creador,
porque por medio de la ley él conocerá qué tan grave es su situación delante de Dios.
Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y
todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado
delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. [Rom 3.19-20]
¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley;
porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás. Mas el pecado, tomando ocasión por el
mandamiento, produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado está muerto. Y yo sin la ley vivía en un
tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí. [Rom 7.7-9]
Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días. [Sal 7.11]
Cuando predicamos la ley a un pecador (por ejemplo, mostrándole amablemente y sin ser contenciosos
que él es un mentiroso por haber mentido, un ladrón por haber hurtado y un adúltero por haber mirado a
una mujer para codiciarla—Mat 5.28), su propia conciencia testifica de su culpabilidad y habrá temor.
Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de
echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed. [Luc 12.5]
El temor del justo juicio de Dios es lo que llevará al pecador al arrepentimiento (a confesar sus pecados y
apartarse de ellos; Prov 28.13), sin el cual no podrá haber salvación. Uno tiene que huir de la ira venidera
para correr a la cruz y la salvación en Cristo.
Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.
[Prov 16.6]
Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de
vosotros, para que no pequéis. [Exod 20.20]
Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en
todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia,
por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. [Hech 17.30-31]
Testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor
Jesucristo. [Hech 20.21]
Tenemos que introducir la ley primero para preparar el corazón para recibir la semilla del evangelio de la
gracia de Dios en Jesucristo. Si no, corremos el riesgo de una falsa conversión—alguien que cree en vano
(1Cor 15.1-2).
Es por esto que hay diez mandamientos, y no 12 (el número de los judíos). Diez es el número de los
gentiles y estos diez mandamientos forman la ley moral y universal que Dios ha escrito en el corazón de
todos. Aun los gentiles—los que no tienen la ley de Moisés (Rom 2.15-16)—hacen por naturaleza las
obras de esta ley (y si no, sus conciencias les condenan; así que, nadie tendrá excusa en el día del juicio).

Doce (12): El número de la nación de Israel
Este número es fácil de ver y entender en la Escritura. Hay 12 tribus de Israel. Hay 12 Apóstoles judíos,
uno para cada tribu (Mat 19.28). Entonces, a menudo una mención del número 12 en la Biblia tiene algo
que ver con la nación escogida.
Trece (13): La rebelión
Dios define este número claramente en su pasaje de primera mención.
Doce años habían servido a Quedorlaomer, y en el decimotercero se rebelaron. [Gen 14.4]
El año 13 (el decimotercero) hubo una rebelión. El 13 siempre tiene que ver con la rebelión. La palabra
“dragón” aparece 13 veces en el Libro de Apocalipsis porque él es el padre de la rebelión (Isa 14.12-14).
Los Estados Unidos llegó ser un país independiente por su rebelión contra el rey de Inglaterra. Por esto, el
número 13 se relaciona mucho con su historia. Empezó con 13 estados originales. Su bandera tenía 13
rayas y 13 estrellas con una serpiente en el centro y el lema “Don’t Tread On Me” (que son 13 letras en
total; traducción: “No me hollen” o “No me pisoteen”). El número 13 es el de la rebelión.
Cuarenta (40): La prueba
Cuando vemos el número 40 en la Escritura, a menudo tiene que ver con una tiempo de prueba. Puede ser
una prueba para ver si la persona se mantiene fiel o puede ser una para castigarle por su pecado. Por
ejemplo, llovió sobre la tierra de Noé por 40 días y 40 noches (Gen 7.12). Dios probó a los hijos de Israel
por 40 años en el desierto (Exod 16.35). Moisés estuvo en el Monte Sinaí por 40 días y 40 noches (Exod
24.18). Elías ayunó por 40 días y 40 noches caminando al mismo Monte Sinaí (1Rey 19.8). Después de
40 días de ayuno, Jesucristo fue tentado por el diablo en el desierto (Mat 4.2). El número 40 se relaciona
con un tiempo de prueba.
Mil (1000): El Milenio y la división de las épocas
Un juego de 1.000 años se llama un “milenio”. En 2Pedro 3.8 la Biblia dice que “para con el Señor un día
es como mil años, y mil años como un día”. Al aplicar este principio a los “días de creación” podemos ver
que hay siete días de creación en Génesis 1 y 2, y que habrá siete “días” (siete milenios) de la historia de
esta creación desde Adán hasta la destrucción de todo por fuego (2Ped 3.10-12; Apoc 20.11). Como el
séptimo día fue de reposo para Jehová, así el séptimo milenio también porque es el reino mesiánico de
Apocalipsis 20 (el Milenio). Empieza con la segunda venida, después de dos “días” (de mil años cada
uno) de historia en la época de la Iglesia y cuatro “días” (4.000 años) de historia en el Antiguo Testamento
(Adán fue creado en el año 4004 a.C.). Así que, por el número 1.000 podemos ver varios cuadros del
Milenio (el reino mesiánico) y también de la división de las épocas a través de la historia bíblica .
Greg Kedrovsky.