Texto publicado por Marcos Molina

LAS REGLAS DEL ESTUDIO BÍBLICO - REGLA # 16.

del libro CÓMO ESTUDIAR LA BIBLIA Por, Greg Kedrovsky .
REGLA # 16: . ESTÉ DISPUESTO A CAMBIAR .
La regla: Esté siempre dispuesto a cambiar cualquier cosa que ha creído, o cualquiera que le han
enseñado, si no está de acuerdo con lo que dice la Biblia.
Esta regla tiene que ver con nuestra actitud como estudiantes de la Biblia. Debemos siempre acercarnos a
la Biblia con humildad, diligencia y un corazón dispuesto a obedecer al pie de la letra lo que Dios nos
dice.
Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y
humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra. [Isa 66.2]
Si tenemos la actitud correcta, no tendremos problemas. Los problemas vienen del establecimiento de una
autoridad que no es la Escritura, como por ejemplo la experiencia o el parecer de uno. Esto, realmente, es
un problema de orgullo y soberbia. Uno cree que puede manejar su vida por su propio parecer y por lo
tanto no acepta la Escritura como la autoridad final en todo. Esto se manifiesta mucho en los cristianos
que han establecido su propia experiencia como la autoridad final en vez de la Biblia. Suelen decir cosas
como: “No me importa lo que la Biblia dice, yo sé lo que me pasó... yo sé lo que Dios me mostró en la
visión... yo sé lo que soñé...” Con decir esto, ya ha establecido su propia experiencia como la autoridad
final y no la Biblia. ¿Qué tal si la Biblia dice algo diferente de lo que usted “vio en la visión”? ¿Qué tal si
su sueño es de la carne o del diablo? ¿Qué tal si su experiencia fue falsificada por los demonios? La única
autoridad segura en todo este mundo es la Escritura. Es aun más segura que la voz audible de Dios (que
Pedro oyó en el monte de la transfiguración; Mat 17.1-8).
Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la
palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en
lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo
primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue
traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu
Santo. [2Ped 1.18-21]
La Biblia tiene que ser nuestra autoridad final, no nuestro propio parecer, ni nuestro intelecto, ni nuestras
experiencias, ni nuestro pastor, ni nuestro autor cristiano favorito. Cuando la Biblia es la autoridad final,
Dios tiene toda la libertad en nuestras vidas de usarla para corregirnos e instruirnos en Sus caminos. No
importará lo que siempre hemos creído, si va en contra de lo que la Biblia dice, estaremos dispuestos a
cambiar. Tampoco importará lo que nos han enseñado, porque cuando vemos que la Biblia dice otra cosa,
estaremos listos para cambiarlo y lo cambiaremos. La vida se torna fácil cuando nos sometemos a la
autoridad final de la Biblia porque así (y sólo así) Dios puede guiarnos en Su perfecta voluntad y en su
plan eterno para con nosotros.
Entonces, siempre debemos estar dispuestos a cambiar lo que hemos creído o lo que nos han enseñado
antes, si va en contra de lo que la Biblia dice. Si usted no sigue esta regla, Dios no podrá usarlo en Su
plan en este mundo porque no va a poder ni guiarlo ni corregirlo. Si usted no acepta la Biblia como su
autoridad final, jamás podrá cumplir con la obra que Dios tiene preparada para que usted la haga. Y esto
tendrá consecuencias bastante asombrosas.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas. [Ef 2.10]
La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de
cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como
por fuego. [1Cor 3.13-15]
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del
Señor. [2Cor 5.10-11a]
Qué tengamos la actitud de Josué hacia la autoridad final de la Escritura.
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros
padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y
mi casa serviremos a Jehová. [Jos 24.15]
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes
y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien. [Jos 1.8]
Evitemos la actitud de los israelitas en el Libro de Jueces porque ella sólo trae problemas.
En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía. [Juec 21.25]
Nuestras experiencias y lo que hemos aprendido de los hombres no es nuestra autoridad final. La
autoridad final de todo lo que creemos y de cómo vivimos es la Biblia. Esté dispuesto a cambiar lo que
sea si no está de acuerdo con lo que dice la Biblia .
Greg Kedrovsky.