Texto publicado por Irene Azuaje

¿Y si se nos pega la discapacidad? El Mañana de Nuevo Laredo

PRO Inclusión

¿Y si se nos pega la discapacidad?

Martha Luján

“¡No me toques, eres negro!”, “No te juntes con él, mi’hijito … está ‘malito’ no se te vaya a pegar la discapacidad”, “¡Tonta india... ni sabe español!”,“Pareces niña, sólo te falta llorar”,“¡Migrante ladrón, ha de ser drogadicto!”.

¿Le sigo?

La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación establece en su artículo primero que: “... la discriminación es toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que, por acción u omisión, con intención o sin ella, no sea objetiva, racional ni proporcional y tenga por objeto o resultado obstaculizar, restringir, impedir, menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y libertades, cuando se base en uno o más de los siguientes motivos: el origen étnico o nacional, el color de piel, la cultura, el sexo, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, económica de salud o jurídica, la religión, la apariencia física, las características genéticas, la situación migratoria, el embarazo, la lengua, las opiniones, las preferencias sexuales, la identidad o filiación política, el estado civil, la situación familiar, las responsabilidades familiares, el idioma, los antecedentes penales o cualquier otro motivo”.

Yo no sé si alguna vez te has sentido discriminado. ¡Yo sí! De las más escandalosas fue la vez que la directora de un colegio me dijo que mi hijo no podía estudiar ahí por tener discapacidad. Rafael tenía 2 años. Andaba buscando maternal y llegué llena de ilusión con mi esposo a pedir informes a ese colegio. Así, sin el menor pudor, la directora me dijo que no, que mi hijo ahí no cabía. Recuerdo haber sentido dolor, rabia, vergüenza.

Tardé en darme cuenta que como me sentía no tenía absolutamente nada que ver con mi hijo y su condición de Síndrome de Down. Todo tenía que ver con la incapacidad de la directora para entender que su falta de criterio era un acto discriminatorio que atentaba contra los derechos humanos de mi hijo.

Por supuesto que esa no ha sido la única vez, pero creo que fue por esos días que reflexioné tanto sobre lo necesario de hablar de estos temas con todas las personas. Si habláramos más sobre diversidad, no estaríamos violentándonos unos a otros por ser quienes somos; por sentir como sentimos; por aprender como aprendemos; por hablar como hablamos o por tener el color de la piel que tenemos. Por no ser ricos, flacos, blancos. Por no ser joven. Por no ser hombre. Por no ser heterosexual.

Creo que es importante educar a las nuevas generaciones en los valores del respeto, del amor y la inclusión. Es importante que nuestro ejemplo sea capaz de influir positivamente en la vida de los jóvenes y niños.

Las escuelas tienen una gran tarea y responsabilidad. Cierto. Pero somos nosotros, las familias, quienes debemos responsabilizarnos de construir en la niñez sensibilidad e inteligencia que les permita convivir pacíficamente con todas las personas. Podemos seguir siendo quienes somos y convivir perfectamente con todos los demás.

En palabras de Don Ricardo Bucio: “Necesitamos reconocer que México es un maravilloso rompecabezas en su diversidad de etnias, de culturas, de edades, de formas de pensar, de expresarse, de creer, de aprender, de elegir y de amar. Y que el rompecabezas nacional estará incompleto si a alguien se le deja fuera; estará dañado si a una sola de sus piezas se le hiere en su dignidad”.

Cierro mi columna felicitándome por cumplir hoy cuatro años exactamente de ser mamá de Chachito, y si es verdad que los hijos escogen a sus madres, soy la mujer más afortunada del mundo porque me elegiste para ser tu mamá.

¡Felicidades Rafael!