Texto publicado por Marcos Molina

LAS REGLAS DEL ESTUDIO BÍBLICO - REGLA # 8. del libro CÓMO ESTUDIAR LA BIBLIA Por, Greg Kedrovsky .

REGLA # 8: . LA INTERPRETACIÓN PRIVADA .
La regla: La Biblia no es de interpretación privada. Se la interpreta comparando “lo espiritual con
lo espiritual”.
Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada. [2Ped 1.20]
La Biblia lo dice claramente: no debemos sacar interpretaciones privadas de la Escritura. Esto quiere
decir que nadie tiene el derecho de usar la Biblia para hacerla decir lo que quiere, torciendo versículos y
sacando pasajes fuera de su debido contexto. La interpretación privada no vale porque es prohibida. Lo
que vale es lo que la Biblia dice. Antes de llegar a hacer cualquier aplicación o interpretación personal,
deberemos primero hacernos la pregunta: “¿Qué dice la Biblia?” o “¿Qué dice este pasaje?” Una vez que
sepamos lo que la Biblia dice, podemos interpretarla para poder aplicarla a nuestras vidas, pero no antes.
El peligro es poner la interpretación o la aplicación de un pasaje antes del conocimiento del mismo (el
“qué dice”).
Hay tres pasos generales en el estudio de la Biblia, y hemos de seguirlos en orden si queremos llegar a
una interpretación sana y una aplicación correcta. Los tres paso son:
1. La observación : “¿Qué dice?”
2. La interpretación : “¿Qué quiere decir?”
3. La aplicación : “¿Y qué?” (o sea, “¿Qué tiene que ver conmigo y cómo lo aplico?”)
La observación es siempre el primer paso del estudio bíblico. Aquí uno sólo está averiguando qué dice el
pasaje que está estudiando. O sea, está “observándolo”, nada más. La buena observación es el resultado
de leer el pasaje varias veces con diligencia y propósito procurando sólo entender lo que dice, no “lo que
implica para mi vida” (que es el siguiente paso de la interpretación).
La base de la buena interpretación es la buena observación. Si no sabe qué dice el pasaje en cuestión,
¿cómo va a poder interpretarlo bien? La interpretación tiene que ver con lo que Dios quiere enseñarle a
través del pasaje que está estudiando. Siempre hay principios eternos envueltos en cada versículo de la
Biblia.
La manera más segura de llegar a una interpretación correcta, sana y bíblica es la “correlación”. Deje que
la Biblia se interprete a sí misma comparando la Escritura con la Escritura. Así es como el Espíritu Santo
nos enseña las palabras de Dios.
Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el
Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. [1Cor 2.13]
Romanos 7.14 dice que “lo espiritual” en este mundo es la ley, la Palabra de Dios (la Biblia, la Escritura).
El Espíritu de Dios nos enseña las palabras de Dios “acomodando lo espiritual a lo espiritual”.
“Acomodar” es concertar o comparar arreglando las cosas del modo adecuado y debido. El sentido,
entonces, es el de “comparar”. Hemos de comparar la Escritura con la Escritura para llegar a entender
bien lo que un pasaje quiere decirnos. Busque otros versículos u otros pasajes que se tratan de lo mismo
que está estudiando en el pasaje en cuestión. De esta manera la Biblia llega a ser su propio diccionario y
su propio comentario, y el estudiante de la Biblia no tiene que depender tanto de lo que dicen o piensan
los hombres (ni él mismo, ni los otros). Estará dependiendo totalmente de lo que dice la Palabra de Dios,
aun para llegar a una buena interpretación de ella. Así que, una herramienta invaluable para el estudio
bíblico es una concordancia exhaustiva (como la Nueva concordancia Strong exhaustiva por James Strong,
publicada por Editorial Caribe; ISBN: 0-89922-382-6). Lo que queremos evitar en este paso es obvio: la
interpretación privada. Queremos una interpretación bíblica y la manera más fácil de llegar a ella es la de
comparar el pasaje en cuestión con otros que se tratan de lo mismo.
El último paso del estudio bíblico es el de la aplicación. La aplicación es el resultado de la buena
observación y la interpretación correcta (que se establece a través de la “correlación” con otros pasajes
bíblicos). Tiene que entender que la aplicación no toma lugar automáticamente. Hay que ser tan metódico
en la aplicación de un pasaje como en el estudio del mismo. Lo más importante, sin embargo, es evitar la
interpretación privada de un pasaje bíblico porque esto sólo lo llevará a una aplicación equivocada.
Hay otro extremo que hemos de evitar también en nuestra interpretación de la Biblia. Es la interpretación
por una institución religiosa. Esta es la posición oficial de la Iglesia Católica Romana. La Iglesia Católica
dice que, puesto que la Biblia no es de interpretación privada, sólo ella tiene derecho de interpretarla. Los
santos, por tanto, deberán aceptar la interpretación “oficial” y no llegar a sacar sus propias
interpretaciones privadas. El problema con esta posición es que no hay base bíblica para ella. Es
simplemente otro intento del hombre para lograr controlar a la gente. Dios espera que cada uno lea y
estudie su propia Biblia.
Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud,
escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. [Hech 17.11]
Con tiempo, paciencia y un poco de diligencia en el estudio, es fácil de comprender y entender el
contenido de la Biblia (el “qué dice”). Después de saber qué dice, la interpretación es relativamente fácil
y la aplicación es muy a menudo obvia. El problema es que muchos no quieren hacer el esfuerzo de
observar (leer y estudiar) la Biblia para saber qué dice. Prefieren que otro (un pastor, un sacerdote, un
erudito) les diga qué dice, qué implica y qué hacer al respecto. Otro problema muy común en este
contexto es el de no querer cambiar lo que uno siempre ha creído. La regla número 16 se trata de esto,
entonces por ahora sólo vamos a decir que muchos no quieren aceptar lo que dice la Biblia porque va en
contra de lo que alguien les ha enseñado o de lo ellos siempre han creído. Cuando esto sucede (cuando
alguien no quiere cambiar lo que siempre ha creído o lo que le han enseñado), la Biblia deja de ser la
autoridad final y la experiencia llega a ser la norma por la cual se rige .
Greg Kedrovsky.