Texto publicado por Daniel Ayala, El testigo

Los jóvenes preguntan: ¿Cómo puedo dejar las drogas?

Los jóvenes preguntan: ¿Cómo puedo dejar las drogas?

¿USAS alguna droga? ¿Sientes que estás tan enganchado que no puedes dejarla? Probablemente sabes que está haciendo muchísimo daño a tu mente y a tu cuerpo. Y quizás hayas tratado de cortar con el hábito, pero no lo has logrado. Si es así, no te des por vencido. Otros lo han conseguido, y sin duda tú también puedes. Veamos qué hicieron para dejar el vicio tres personas con distintos antecedentes.

NOMBRE Marta

MI PASADO Cuando nací, mi madre estaba soltera, así que mi hermana y yo nos criamos sin mi padre. A los 12 años empecé a ir a las discotecas con una tía mía a la que le encantaba bailar. Yo era bien extrovertida y no tardé en relacionarme con gente que tenía malas costumbres. A los 13 años comencé a probar drogas, entre ellas la cocaína. Aunque al principio me gustaba, luego comencé a sufrir alucinaciones y ataques de pánico. Cuando los efectos de las drogas se iban, tenía ideas suicidas. Quería dejar las drogas, pero no tenía fuerza de voluntad.

CÓMO DEJÉ LAS DROGAS Comencé a ir a la iglesia y a pensar en Dios, pero cada vez estaba más deprimida. Con 18 años me fui a vivir con mi novio, y tuvimos un bebé, pero con el tiempo rompimos. Yo quería cambiar, pues deseaba darle a mi hijo una vida mejor. Cierto día vino a visitarme una vieja amiga mía que ahora vivía enfrente de mi casa. Cuando me preguntó cómo estaba, me desahogué con ella. Entonces me contó que se había hecho testigo de Jehová y se ofreció a enseñarme acerca de la Biblia.

Aprendí que mi estilo de vida no le agradaba a Dios y que tenía que dejar de fumar y de usar drogas. Pero se me hizo cuesta arriba. Yo quería tener una buena relación con Jehová, así que le rogaba a diario, una y otra vez, que me ayudara (Proverbios 27:11). Tras pasar seis meses estudiando con los Testigos y yendo a sus reuniones, logré dejar las drogas. Hoy día, mi vida tiene sentido. Ya no estoy deprimida todo el tiempo. Me casé con un hombre maravilloso que comparte mis creencias, y mi hijo se ha criado en un ambiente cristiano. Estoy muy agradecida de que Jehová haya escuchado mis oraciones y me haya ayudado.

NOMBRE Marcio

MI PASADO Me crié a las afueras de Santo André, una ciudad muy poblada en el estado de São Paulo (Brasil). Desde muy joven empecé a fumar, a usar drogas y a robar, pues varios de mis amigos eran ladrones de autos y traficantes de droga. Uno de ellos les regalaba droga a los jóvenes de la zona y así, cuando estos se enganchaban, venían a comprársela.

La policía se pasaba todo el día patrullando el vecindario. Me detuvieron varias veces por faltas menores, y una vez como sospechoso de tráfico de droga. A menudo permitía que una banda usara mi casa para esconder armas y artículos robados.

La gente me tenía miedo. Y no era para menos: andaba todo el tiempo con cara de pocos amigos, casi nunca sonreía y siempre tenía los ojos rojos, inyectados en sangre. Me llamaban Tifón porque a donde iba arrasaba con todo. Además me emborrachaba y llevaba una vida inmoral. Ni mi vida ni la de mis amigos era feliz: muchos terminaron muertos o entre rejas, y yo llegué a estar tan deprimido que una vez amarré una cuerda en un árbol y traté de ahorcarme.

CÓMO DEJÉ LAS DROGAS Le pedí a Dios que me ayudara. Con el tiempo conocí a los testigos de Jehová y empecé a estudiar la Biblia con ellos. Aprendí que el nombre de Dios es Jehová y que él se interesa por quienes tratan de seguir sus normas (Salmo 83:18; 1 Pedro 5:6, 7). Tenía que hacer muchos cambios. Y aunque suene increíble, uno de los que más me costaron fue aprender a sonreír.

Le oré mucho a Jehová y traté de aplicar los consejos bíblicos. Así que dejé de ir a los bares y de juntarme con mis antiguos “amigos”. Ahora prefiero estar con personas que siguen las normas bíblicas. La verdad es que se me hizo muy difícil cambiar, pero lo logré: ya no robo ni me meto en problemas. Y hace más de una década que estoy limpio de las drogas.

NOMBRE Craig

MI PASADO Pasé la niñez en una granja en el estado de Australia Meridional. Mi papá era alcohólico, así que mis padres se separaron cuando yo tenía ocho años. Mi madre se volvió a casar, y viví con ella hasta los 17. Aprendí a esquilar ovejas y empecé a vivir con cuadrillas de esquiladores que estaban siempre viajando de un lado a otro buscando trabajo. Comencé a probar drogas y a beber mucho alcohol. Me dejé crecer el cabello, me lo trencé y lo decoré con unas bolitas. Con el tiempo, me convertí en una persona agresiva, envidiosa y grosera. Más de una vez terminé en la cárcel.

Me mudé a un pequeño pueblo de Australia Occidental con mi novia, quien trabajaba sirviendo copas en el bar de un hotel. Los dos bebíamos, fumábamos drogas y teníamos nuestra propia plantación de marihuana.

CÓMO DEJÉ LAS DROGAS Cierto día, después de que habíamos terminado de cosechar marihuana, los testigos de Jehová llamaron a la puerta de nuestra descuidada y vieja casa. Aunque los escuché, no acepté enseguida lo que me dijeron. Quería comprobar por mí mismo que la Biblia dice la verdad, y con el tiempo me convencí. Entonces decidí arreglar mi vida, tratando de resolver mis problemas uno a uno.

Lo primero que tenía que hacer era dejar la marihuana y deshacerme de mi plantación. Como había trabajado mucho en ella, al principio pensé dársela a alguien. Pero luego me di cuenta de que no era una buena idea, de modo que la destruí. La oración me ayudó mucho a vencer mi adicción a las drogas y el alcohol. Le pedí a Dios que me diera fuerzas para ganar esta batalla. Además, dejé las malas amistades. A medida que ponía en práctica los principios bíblicos, fui desarrollando la fortaleza emocional que necesitaba para corregir mis defectos. Mi novia también estudió la Biblia y cambió sus hábitos y estilo de vida. Más tarde nos casamos. Desde entonces han pasado veintiún años. Hoy disfrutamos de mejor salud y tenemos el placer de criar dos hijos. ¡Qué habría sido de mí sin la ayuda de Jehová!

Texto bíblico clave

“Jehová es mi fuerza y mi poderío.” (Isaías 12:2)

Una sugerencia

Procura alejarte de las personas, lugares u objetos que tengan que ver con las drogas. Algunos estudios demuestran que el simple hecho de verlos alimenta el deseo de volver al vicio.

¿Sabías esto?

Las drogas afectan el funcionamiento del cerebro.

¡Manos a la obra!

Si tengo una recaída, haré esto: ·····

¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ·····

Y tú, ¿qué piensas?

? Si alguien quiere dejar las drogas, ¿por qué tiene que hacer cambios radicales en su estilo de vida?

? ¿Cómo puede serle de ayuda estudiar la Biblia y aprender acerca de Dios?

[Comentario de la página 253]

“Soy feliz y mi vida tiene sentido porque respeto las elevadas normas de la Biblia.” (Marta)

[Ilustración de la página 256]

Vencer una adicción es como escapar de una casa en llamas: no es fácil, pero logras salvar tu vida

Fuente de consulta:
BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower