Texto publicado por Ma. Guadalupe Hernández Méndez

¡bésame el alma...!

¡Hola! Me llaman Julio y quiero contarte una historia porque los cuentos nunca me han gustado con eso de que todos empiezan igual con su “érase una vez…” y también se parecen porque en todos hay princesas, príncipes, dragones, enanos, monstruos, caballos y hasta caballeros. Esta historia que te voy a contar empieza allá en el campo dentro de una casita muy linda rodeada de árboles y flores, mas lejos, en el horizonte se pueden observar grandes montañas de las que sobresale una, coronada de nieve muy blanca, mamá dice que es un volcán y que ójala y nunca despierte porque nos iría muy mal a todos los que vivimos en el llano, bueno en esta casita un día de verano llovía a cántaros cuando llegó al mundo un pedacito de carne flaquito como un palo, colorado y sin pelo. Como su madre no pudo tener la oportunidad de ir a la ciudad para ser atendida en una clínica, lo tuvo solo bajo el cuidado de una comadrona que ya había recibido a otros niños en la comunidad pero no tenía ningún estudio, así que no se dieron cuenta del mal que ese niño padecería años mas tarde. ¿Ya te diste cuenta? Te estoy hablando de mi nacimiento jijiji
Pues si, tuve una rara enfermedad desde el momento en que nací llamada retinosis pigmentaria, la que luego causaría la ceguera paulatinamente en mí, pero esto no era suficiente para tenerme quieto en un solo lugar, por lo que mis padres suponían que yo era un niño normal sin darse cuenta que ahí donde ellos miraban un caballo yo a veces veía un dinosaurio, también los perros me jugaban bromas pues casi siempre se hacían grandes y sus formas se distorsionaban, solo mi abuela se preocupó mucho cuando le dije que ese día los árboles estaban pintados de gris y las gallinas se habían hecho tan pequeñas como los pájaros. Ella me llevó a su casa y me hizo infinidad de preguntas mostrándome una y otra cosa queriendo saber como las miraba yo. Mas tarde, cuando el sol ya casi se ocultaba me tomó de la mano y me condujo hasta mi casa, por el camino iba quitando con su bastón figuras pequeñitas que según dijo eran conejos, pero a mi no me lo parecían, yo, mas bien miraba hombres pequeñitos que saltaban del camino riendo a carcajadas cada vez que ella les tiraba un bastonazo y no les atinaba.
Y así terminó aquel día, con una discusión entre la abuela y mis padres, a la mañana siguiente me llevaron a un hospital, luego a otro y a otro… inició para mí una dolorosa época de la que no quiero acordarme, por eso no voy a contar nada de ella, solo que una tarde llegó hasta mi cama un doctor que se parecía al mago Merlín y le aconsejó a mi madre dejar todo en manos de Dios, y que la naturaleza hiciera lo suyo porque él pensaba que ya era suficiente la tortura sin resultados, que se me estaba aplicando con tantas operaciones.
Volví a mi casa pero ya nada era igual pues ahora veía menos y mi madre quería supervisar todo lo que yo hiciera, parecía como un chicle pegado en mi cabello y si a mi padre se le ocurría llevarme a los corrales de inmediato gritaba que me llevasen junto a ella. Hubo discusiones terribles entre mis padres pues el uno quería enseñarme a ser independiente de acuerdo a mis habilidades y la otra decía que yo era como un bebé indefenso y no permitiría que nada me hiciera daño. Sufrítanto
Mamá me quería sentado todo el día, papá por su parte quería verme correr libre e inquieto como el niño que yo era.
Aquí tengo que hacer un paréntesis para decirte, a ti mamá, que fue muy hermoso estar a tu lado pero durante mucho tiempo tus mimos me hicieron daño porque estaban a punto de convertirme en un inútil en vez de ayudarme, solo con la energía de papá y un amigo muy especial pude librarme de tu cariño que me encerraba como la araña a la mosca en su telaraña, no te enfades mamita por decirte que un amor excesivo hace mas daño que bien.
En uno de esos días en que mi papá me salvaba de la vigilancia materna me llevó a la orilla del río y ahí me quise quedar para jugar un ratito a solas, mi padre entendió y se fue después de darme algunas recomendaciones. Cuando mas absorto estaba tratando de dar figura a un animalito, éste se me acercó y me habló, creí estar soñando, esto era ya algo común en mí, así que decidí jugar con mi sueño. Al tomarlo de una mano tuve una extraña sensación, me pareció la manecita de un bebé pequeñito, aunque no concordaba con su voz ya que ésta era un poco ronca algo parecida a la de mi padre. Dijo llamarse Juan y desde entonces lo llamé Juanito porque presentí en mi corazón que él y yo íbamos a tener casi una vida juntos y ya tenía en mi ser la sensación del cariño que ambos compartiríamos. Desde esa mañana mi vida cambió por completo.
Los tibios rayos del sol empezaron a iluminar el llano y en una de las casas que ahí había, inició la mañana llena de gritos y llantos. El papá de Julio se quedó muerto durante el sueño y aquel niño cuyo padre era su fortaleza no supo que hacer, mientras todo era confusión él salió y con una vara en la mano se dirigió al río en donde lo esperaba su amigo. Juanito le habló de el inicio y término de la vida, le hizo ver que todo es un ciclo que tarde o temprano desaparece pero nadie se va porque mientras que el corazón guarde los bellos recuerdos ahí vivirán todos aquellos que ya no vemos con los ojos naturales pero no se pueden esconder a los ojos del alma y aquella era la especialidad de Julio ¡mirar todo con el alma! Después de esa conversación durante la cual el niño lloró hasta desahogar toda su pena, pasaba la mayor parte de la tarde junto al río escuchando todo lo que Juanito le enseñaba. Una vez Julio preguntó a su amigo cosas acerca del amor y éste le dijo: “Había una vez un halcón con la cabeza dorada, era bello, ágil y casi nunca bajaba de la cima en aquella montaña pero un día tuvo la necesidad de llegar hasta el llano y justo en el momento en que aterrizó llamó su atención un capullo que se agitaba frenético y no soplaba el viento en esos momentos. Fijó sus hermosos ojos en aquel capullo y presenció la transformación de un simple capullo en una hermosa mariposa tan azul que parecía un pedacito de cielo con algunas rayitas negras, unas elegantes antenas y unos ojos llenos de ternura. El halcón con sus ojos entrecerrados observó quieto y sin siquiera querer respirar, para no ser visto, el vuelo ágil, suave y en momentos frenético que la frágil mariposa hacía alrededor del llano, sin embargo, ella percibió su presencia y sus ojos se abrieron muy grandes llenos de terror al imaginar que aquel animal de bellísima estampa podía matarla y devorarla en un segundo, sin más voló rápido hasta un zarzal y metiéndose entre su frondosa copa se perdió a la vista del halcón; éste al no verla mas, emprendió el vuelo hacia la cima de su montaña. Aquella noche el pobre halcón no conciliaba el sueño pues en su mente estaba fija la imagen de una mariposa azul, bella, frágil y suave como el terciopelo, que volaba de tal forma que a veces parecía un abanico y otras una pluma arrastrada por el viento. Casi al amanecer desplegó sus fuertes alas y voló hasta el valle posándose sobre la copa del árbol más alto, desde el cual su vista dominaba todo, en espera de la salida del sol para observar a su mariposa en cuanto despertara. Ella dormida sobre una planta de violetas, estiró poco a poco sus alas haciendo un bello ritual al sentir sobre sí los primeros rayos tibiecitos de aquel sol que pronto llenaría con su calor todo el llano. Después de desperezarse voló hasta el arroyo de agua tibia y cristalina, cuyo paso llenaba de verdor y esplendor todo el llano, paró su vuelo sobre una ramita y se miró en el espejo del agua, grande fue su sorpresa cuando por medio de dicho espejo descubrió en la copa del árbol la figura del halcón que no la perdía de vista, su corazón se agitó dentro de su pequeño pecho luego se tranquilizó al mirar que aquel pájaro no tenía la mas mínima intención de atacarla. Después de algunos días se había hecho tan común su presencia que la mariposa ya no le temía y en varias ocasiones llegaba hasta él y se posaba sobre sus grandes alas acariciándolas con su perfume suave y fresco. El halcón se hinchaba de alegría y su corazón enamorado se llenaba de felicidad cada vez que las suaves alas de su mariposa lo tocaban como pequeñas ráfagas de viento calientito que alimentaban su alma. Fue así que dos seres tan desiguales llegaron primero a ser amigos después se sintieron amantes, se buscaban en todas las horas del día y él la cuidaba desde las alturas mientras ella bebía agua en el arroyo o tomaba el néctar de las flores, en especial de un gran rosal de hermosas flores rojas. Una de esas mañanas en las que el halcón estaba absorto viendo el vuelo de su mariposa se percató de pronto del peligro que sobre ella se cernía, un águila de mirada torva descendía en un vuelo veloz desde las alturas con la intención de tomar en sus garras a lo que él más amaba, su mariposa azul. Descendió en picada desde la copa del árbol y se enfrascó en una lucha a muerte con aquel pájaro asesino, la mariposa al ver la batalla voló sin rumbo con tan mala suerte que fue a incrustarse en una espina del rosal, se quedó quieta, inmóvil, pareciese que no viviría mas; al mirarla el halcón sintió como su corazón se desgarraba y ccon toda su furia dio el toque final a la batalla, con sus garras tomó por el lomo al águila y elevándola muy alto la soltó en el aire, ésta cayó inerte sobre el llano. Vino luego hasta donde estaba su mariposa y al verla tan mal herida lloró de impotencia pues no podía tomarla en sus garras ni con su pico sin hacerle mas daño, fue al arroyo para traerle agua mas al volver grande fue su sorpresa cuando vió que una mariposa naranja con rayitas negras estaba ayudando a su querida mariposa azul, aquella monarca se la llevó ante sus ojos. El halcón voló hasta las alturas de su montaña para tratar de olvidar un gran amor lleno de sueños y fantasías”.
¡Ay, no! Juanito, ¿entonces el amor solo es dolor? Preguntó Julio a su amigo
-claro que no Julio el amor es entrega y sacrificio es donar lo mas noble de ti a tus semejantes, el amor es mirar la luna y soñar despiertos, es encontrar lo mas hermoso en la risa del ser amado, es admirar la belleza del amanecer o del atardecer sintiendo que en ellos está tu corazón volviendo a nacer, es mirar en los ojos de los niños el amor de dios, es sentir volar el alma con una canción, en fin Julio, el amor es tener a dios dentro del corazón. Oye Juanito esto quiere decir que cuando yo esté enamorado podré tener a dios en el corazón? Julio tú eres un niño inocente y de alma limpia y por eso ya tienes a dios en el corazón, cuando estés enamorado esa pureza de tu alma te dará ocasión de besar el alma de tu ser amado. Juanito eso debe ser hermoso, si un día me enamoro no dejaré de besar el alma de mi amor. Juanito ¿y que es eso de inocencia? La inocencia Julio es la virtud que tienen generalmente los niños para ver las cosas que a muchos les son negadas, si tú un día creces y pierdes esa inocencia tendré que irme de tu lado porque ya no podrás verme ni oírme.
¡Cuantos años han pasado Juanito! Ahora que estoy aquí en esta ciudad casi solo me pregunto ¿para qué crecí? Si al crecer tú me dejarías y la vida se haría mas difícil sin tus consejos, pero quiero que sepas que estoy enamorado de la mujer mas maravillosa solo que tengo dos problemas, uno no la conozco físicamente y dos, es casada. ¡Ay, Juanito! Como necesito tu guía.

La habitación era amplia y confortable, Julio sentado en la cama esperaba impaciente la llegada de su amada, imaginaba su sonrisa cuando el ruido de la puerta interrumpió sus pensamientos mariposa azul se le acercó por la espalda y lo abrazó muy suave mientras susurraba en su oído, halcón de mi alma te extraño tanto. El se volvió hacia ella y con un beso apasionado cerró sus labios, fue un beso largo y cálido en el que se dijeron cuanto se amaban. Ella le dijo –anoche soñé contigo
-ah, si, ¿y como?
-estaba yo en mi cama y tu llegaste, luego te acostaste junto a mi, pero en eso sonó el despertador y mi sueño se esfumó.
-Yo también te soñé
-¿y tu sueño ¿Cómo fue? Dijo ella
-pues estabas en tu cama vestida con un neglillé azul marino, transparente y provocativo porque no tenías ropa interior, entonces ya no resistí mas y te desnudé.
-dijo ella ¿me poseíste en un sueño?
-si, dijo él, pero ahora no será un sueño. Ella le echó los brazos al cuello mientras le decía coqueta, ¿eres mi amante? Él respondió, si, con toda mi alma.
La habitación se llenó de susurros, caricias, palabras entrecortadas y promesas de amor. Fueron todo lo que dos amantes pueden ser. Se entregaron los cuerpos luego las almas. Después de la tormenta siempre viene la calma y tras de la pasión y el deseo complacido viene la paz.
Julio cuyo sobrenombre era halcón dorado, se quedó dormido con una sonrisa de satisfacción en la cara, su mariposa azul durmió un poco solamente, mas tarde se levantó despacito y se vistió muy rápido, tomó un lápiz y una hoja de papel para dejar un mensaje a su amante. Lo colocó sobre la almohada y dando un beso suavecito en la frente de Julio, para no despertarlo, se alejó para siempre perdiéndose en la noche.
El, despertó sintiendo aún una plácida satisfacción con el sabor de ella en los labios y su perfume sobre su piel, le extrañó que ella no estuviera ahí entre sus brazos, la llamó y al no tener respuesta se vistió rápido, antes de salir se percató de aquel papel sobre la cama, lo puso en sus bolsillos y salió tratando de encontrarla.
En su casa Julio leyó la misiva sintiendo que su corazón iba a estallar al leer: “halcón de mi alma; gracias por hacer revivir el amor en mi corazón, gracias por los momentos tan dulces que hemos compartido, un día dijiste que siempre seríamos amantes pero no podrá ser así, aunque te amo con profunda pasión yo no puedo dejar, ni por ti ni por nadie, la vida que ahora tengo, yo nunca te mentí, tú sabes que soy casada y que no pienso dejar al hombre que ha sido tan bueno conmigo, él es mi seguridad y fortaleza, ha estado conmigo casi desde niños en las buenas y en las malas, con él he llorado y reído por las pérdidas o éxitos de la vida. Yo solo miro por sus ojos, por eso me alejo de ti, no quiero hacerte daño ni seguir haciéndomelo yo, así que mejor me iré lo mas lejos posible de tu vida. Siempre que me recuerdes bésame, en tus sueños bésame siempre, bésame toda, bésame mucho… ¡bésame el alma!.
Tu mariposa azul” Halcón dorado guardó la carta y recordó la historia que una vez le contara Juanito.
Han pasado los años y Julio cansado de la ciudad regresó a su pueblo en las montañas, lleno de alegría evocó sus mejores recuerdos en la casa paterna, recorrió cada rincón trayendo a su memoria las risas y las lágrimas de ayer desparramadas en cada partícula de aquella casa amada, había estado tanto tiempo fuera pero ahora estaba ahí buscando el refugio de su hogar en el que el aire olía al perfume de sus padres y el calor de aquella abuela que tanto amó.
Luego sus pasos lo llevaron hasta el río y ahí recordó todas las enseñanzas de su amigo Juanito, un sollozo cerró su garganta y dejándose caer sobre el pasto lloró por el tiempo perdido, por la mariposa de sus sueños rotos y como en un sueño llegaron sus últimas palabras a su mente “halcón de mi alma, bésame en tus sueños, bésame mucho, bésame siempre, bésame toda… ¡bésame el alma!”
Ahí tirado sobre la hierba, Julio se quedó dormido para siempre y mientras una mariposa se posaba en su cabeza, un halcón volaba en las alturas rumbo al sol. fin
Marilupis