Texto publicado por Jaime Nelson Arboleda Barrera

El manuscrito desnudo.

Arthur Miller.
El manuscrito desnudo.
 
(En este relato un escritor, Clement, que ha perdido el deseo, busca inspiración en el cuerpo desnudo de
una joven. El escritor piensa en los avatares de su vida, similares a los del propio Miller, y se los cuenta a su
mujer, Lena, mujer madura e inteligente con la que tiene complicidad, pero que ya no le atrae. La joven
puede representar a Marilyn y la mujer serena, a su primera esposa.)
“-Somos como pájaros con el ala rota -declaró Lena una
noche, recogiendo la casa a las tantas de la mañana tras una de
sus fiestas. Cuando tenían veinte años largos y aún en la
treintena, durante un tiempo siempre hubo una fiesta que
coagulara  el  fin  de  semana  en  su  sala  de estar  de  Brooklyn
Heights. Los amigos se presentaban sin previo aviso y se les
invitaba alegremente a fumar cigarrillos -cuyos filtros Lena solía
cortar-, a tirarse por las alfombras y despanzurrarse en los
desvencijados muebles, a beber las botellas de vino que traían y
a comentar la obra de teatro, película, novela o poema de
actualidad; así como a lamentarse por la sintaxis infame de
Eisenhower, por las listas negras de escritores radiofónicos  y
guionistas de Hollywood, por la reciente e incomprensible
hostilidad que los negros mostraban hacia los judíos, sus aliados habituales, por la orden
gubernamental de confiscar el pasaporte a los sospechosos de radicalismo, por el silencio
irracional  e incomprensible que sentían cernerse por el  país  mientras el nuevo conser-
vadurismo imperante se encargaba de socavar y echar por la borda su propia memoria de
los treinta años precedentes, de la Depresión y del New Deal, hasta el punto de transformar
al enemigo nazi de la guerra en una suerte de adalid contra los otrora aliados rusos. Algunos
salían a la oscuridad de la noche renovados gracias a la hospitalidad de los Zorn y, tanto si
iban colgados del brazo de nuevas compañías como si salían solos, imbuidos todos de la nostalgia por los tiempos en los que imperaba el valor, se veían
como una lúcida minoría en
un país donde la ignorancia de la revolución mundial se consideraba una bendición, donde
el dinero cada vez era más fácil de amasar, el psicoanalista se había convertido en la
autoridad absoluta, y la falta de compromiso personal, en la virtud primordial.
A su debido tiempo, Lena, insegura de todo menos de lo perdida que estaba, analizó
la situación y comprendió que ella, al igual que la voz narrativa de su marido, ya no le
pertenecía, y que su vida en común había pasado a ser lo mismo que él solía decir de su
obra: una imitación.” (pp. 84 y 85).
 
 
El manuscrito desnudo.
Arthur Miller.